Se multiplican las voces críticas sobre el acuerdo con EE:UU.
Señalan que solo beneficia a la potencia del norte y alertan sobre las consecuencias negativas para el sector productivo argentino.
El exministro de Producción y extitular de la Unión Industrial, José Ignacio De Mendiguren, cuestionó con firmeza el acuerdo comercial entre los Estados Unidos y la Argentina, anunciado con bombos y platillos por el Gobierno de Javier Milei con el supuesto objetivo de “fortalecer y equilibrar la relación económica” y abrir las puertas de un intercambio que genera desconfianza y preocupación en el sector productivo.
Aunque no se conocieron los detalles ni el hilo fino, el Gobierno festejó este acuerdo como un gol de media cancha y ayer el propio Milei celebró el convenio con una ironía: “Parece que los viajes estuvieron rindiendo un poquito, ¿no?”.
El acuerdo comercial establece normas sobre la liberación de aranceles para productos clave, la eliminación de barreras no arancelarias, establece normas y evaluación de conformidad (Argentina se adaptará a normas internacionales en sectores clave para facilitar el comercio), entre otros aspectos. También apertura de mercados, regulaciones para bienes tecnológicos y compromisos en materia laboral, ambiental y digital, con impacto en exportaciones e inversiones bilaterales.
Para De Mendiguren, la apertura y desregulación somete a la Argentina a condiciones impuestas por empresas y leyes estadounidenses.
Aunque en el oficialismo hubo festejos, la oposición salió al cruce advirtiendo que se requiere un proyecto de desarrollo para que el país pueda crecer y no un mero plan de especulación financiera. Y en el sector productivo hay cautela y alarma por las consecuencias que podría traer el acuerdo.
“Tenemos que entender los que somos oposición, que Milei dijo claramente el modelo que quiere”, aseguró De Mendiguren en declaraciones a la 750.
“Apertura irrestricta, un país centrado en la especulación financiera, alejado de la producción, primarizado. Contra otro proyecto que es distinto, de valorización, de desarrollo nacional. Así que Milei fue claro”, expresó.
Y dijo: “A ver si nosotros podemos poner sobre la mesa lo que tenemos claro y sabemos cómo se hace. Que tenemos claro que el camino no es la primarización, no es miseria. Va más por Noruega en nuestros recursos naturales, yo digo siempre”.
Las consecuencias del acuerdo con Estados Unidos
En tanto, sobre las consecuencias negativas de este acuerdo, dijo: “No ver esto es como no ver una vaca en un baño. El 85 por ciento de los países desarrollados del mundo tienen las políticas industriales más agresivas”.
“El mismo Trump usa aranceles, cupo, todo política industrial. Y vos salís al mundo a decir que querés ser moderno y decís todo lo contrario. Yo creo que fue lo que ayer le dijo Rocca, pero le decimos todos”, afirmó.
En este sentido, dijo, el acuerdo va en contar mano al mundo: “Trump al mundo no manda a la Cancillería americana de carrera. Manda a sus amigos. Acá si vos te fijas, ¿quién viene? Viene un excompañero de nuestro viceministro de Economía y el equipo de JP Morgan”.
“Acaban de firmar algo que nadie conoce qué es. ¿Quién negoció? Un JP Morgan. ¿Puede entender de los problemas productivos? Nada. ¿Qué impacto tiene esto en la economía real, que es la que va a traer los dólares?”, se preguntó.
Tras lo que sumó: “Dicen que hay que entregar todo esto. Y lo que estamos haciendo con el sector aviar y porcino, puede ser un desastre. Son la primera escala del valor agregado del maíz y si vos le abrís (el comercio) a uno de los principales transformadas de maíz, el mercado donde lo vas a destrozar”.
“Si querés un modelo de desarrollo, que en vez de vender maíz vender proteína, tenés que promover estos sectores. Pero acá le abren para destruirlos. Vamos a llegar al caso, como nos pasa hoy, que le exportamos maíz a Brasil e importamos los nuggets de pollo. Ese es el modelo Milei, tengámoslo claro”, sintetizó en un ejemplo.
Economías competitivas y no complementarias
Por otro lado, afirmó: “Es muy probable que otra vez te llenen las góndolas con los productos americanos. Lo mismo con el sector automotor. Vos con esto tenemos que ver cómo queda. Porque podes importar el auto con preferencia de Estados Unidos”.
Esto, dijo, ocurre con un Estados Unidos que no va a dar muy fácilmente el brazo a torcer: “Lo que notamos es que de buenas a primeras, con país difícil, nosotros no pudimos vender limones porque protestaban los productores de Florida. El biodiésel, un valor agregado de la soja, nos lo cortaron”.
“Entonces, ¿qué te van a dejar venderle? Y cuando empieces a venderle, el lobby productivo muy fuerte. Yo te aseguro que son durísimos en la negociación. ¿Qué nos pasa a nosotros? No somos complementarios, somos competitivos”, advirtió.
Por eso, en esta instancia, reflexionó: “Lo primero es darnos cuenta, yo estoy con mucha bronca, porque desde hace tiempo que decimos cuál es el modelo de Milei”.
“En el 2001 unimos al campo nacional, creamos el frente productivo, las dos CGT, el consejo universitario. Todos tenemos que estar juntos para tratar cosas concretas. Porque los otros la tienen claro: achicar el Estado es salvar la nación”, afirmó.
Y finalizó: “Tienen en claro su negocio. Y en el fondo estamos discutiendo si queremos ser un país desarrollado. Ahora está firmando por 30 años. Este es un proyecto primarizador, especulador, para muy pocos”.