El Eternauta: la trágica historia de su creador y sus cuatro hijas, víctimas de la dictadura
Con su estreno en Netflix, vuelve la historia de su creador, Héctor Oesterheld, y su familia, desaparecidos por la dictadura.
Héctor Germán Oesterheld junto a sus cuatro hijas militaron políticamente en la década de 1970. Entre 1976 y 1977 fueron secuestrados. Nunca se encontraron sus restos. Una foto de la familia completa de los Oesterheld está pegada en el afiche, justo en la mirada de Juan Salvo, el Eternauta, el protagonista de la serie de ciencia ficción argentina más esperada. Ahí se ve a un matrimonio junto a sus cuatro hijas pequeñas, sentados en el pasto. El hombre es Héctor Germán, el autor de la historieta clásica que Netflix llevó a la pantalla. En esa foto no lo sabía, pero la historia de la invasión alienígena que escribió se quedaría corta con lo que les tocaría vivir. Él y sus hijas serían secuestrados por la dictadura cívico-militar (1976-1983) y luego desaparecidos. Todavía se desconoce el destino de la mayoría de ellos.
Los Oesterheld eran una familia de clase media con raíces europeas, como tantas a mediados del siglo XX. Héctor tenía ascendencia alemana de parte de su padre y española y vascofrancés de parte de su madre. En 1944 conoció a Elsa Sánchez, quién sería su esposa cuatro años después y con la que tendría cuatro hijas: Estela (1952), Diana (1953), Beatriz (1955) y Marina (1957).
Héctor estudió y se recibió de geólogo en la UBA, pero sus verdaderas pasiones eran la escritura y la historieta. A mediados de la década de 1950 las combinó en la que sería su gran apuesta: crearía Frontera, su propia editorial de historietas. Entonces, ese mercado era masivo en Argentina, pero dominado por los cómics de Estados Unidos. Frontera surgió como una iniciativa original, con personajes propios, de personas comunes, pero con historias mucho más complejas que las que habitualmente se escribían. Allí nació El Eternauta.
Esta aventura editorial no fue sencilla. Requería mucho trabajo e ingenio de Héctor, quien no contaba con los grandes recursos de las editoriales más poderosas. En más de una ocasión debía trabajar en su casa, el chalet de zona norte que serviría de inspiración para el Eternauta. Mientras su familia iba creciendo, también crecían sus historias. En 1957, el año que nació Marina, su hija más pequeña, se publicaría la primera entrega de Juan Salvo y la nevada mortal, sin saber que se iba a convertir en uno de los clásicos más grandes de la literatura argentina.
Su familia y el Eternauta
Hay poca ciencia ficción en Argentina. En general, se consume la proveniente de Estados Unidos y un poco menos de Europa. Por eso sigue llamando la atención que la historia del Eternauta transcurra en el país, en escenarios cotidianos como la cancha de River, las Barrancas de Belgrano o el Congreso de la Nación. Que los protagonistas jueguen al truco o hablen con nuestros modismos. Mucha de la inspiración de esta historia, vino de la propia vida de Héctor Oesterheld y su familia.
“El Eternauta comenzó siendo un cuento corto, de apenas 70 cuadros. Luego se transformó en una larga historia, una suerte de adaptación del tema de Robinson Crusoe. Me fascinaba la idea de una familia que quedaba sola en el mundo, rodeada de muerte y de un enemigo ignorado e inalcanzable. Pensé en mí mismo, en mi familia, aislados en nuestro chalet y comencé a plantearme preguntas”, contó Héctor en una entrevista en la década de 1970.
Las respuestas que intentó poner en la historieta iban por el lado de la salida colectiva. Ante una invasión alienígena que convertía a Buenos Aires en una desolación apocalíptica, el camino individual era peligroso y de poca duración. Sólo había una forma para intentar sobrevivir. "El héroe verdadero de El Eternauta es un héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así, aunque sin intención previa, mi sentir íntimo: el único héroe válido es el héroe ‘en grupo’, nunca el héroe individual, el héroe solo”, resumió Héctor en la introducción de la edición completa de su clásico.
Sus historias y palabras no son casualidad. Héctor era un hombre que le interesaba la política en una época altamente politizada. Los sucesos de la década de 1960 no pasaron desapercibidos para él. Con el tiempo se fue comprometiendo políticamente y sus historias se metieron más en la temática, llegando a un punto alto con los guiones de las historietas sobre las vidas de Ernesto Che Guevara y Eva Perón.
Este camino no quedó sólo en sus historias. Con el tiempo, su interés por la política lo llevó a la militancia. En paralelo, sus hijas también hicieron su propio camino y, siendo muy jóvenes, se incorporaron a la política revolucionaria.
Dictadura, persecución y desaparición
Como tantas familias, la vida de los Oesterheld fue atravesada por la tragedia durante la última dictadura. Por su militancia política fueron perseguidos y secuestrados por grupos de tareas uno por uno. Sus cuerpos nunca aparecieron. Dos de las hijas de Héctor, Diana y Marina, estaban embarazadas. Elsa, la única sobreviviente de la familia, buscó a sus nietos hasta el último día de su vida, sin poder encontrarlos. La búsqueda la continúa hoy Abuelas de Plaza de Mayo.
La primera Oesterheld en ser raptada fue Beatriz, en junio de 1976, apenas tres meses después del Golpe de Estado. Tenía 20 años. Dos meses después, en agosto, secuestraron a Diana en Tucumán. Estaba embarazada y era madre de un niño de un año. A su compañero Carlos lo asesinaron en el mismo operativo. Diana tenía 22 años.
En el medio, los que quedaban vivían en la clandestinidad e intentaban mantener su militancia política y sobrevivir a la represión desatada. Pero no pudieron hacerlo por mucho tiempo. El 27 de abril de 1977 Héctor fue secuestrado en La Plata, la capital bonaerense. Pasó por diferentes centros clandestinos de detención como El Vesubio y Sheraton. Testimonios de sobrevivientes dicen que lo vieron en muy mal estado, producto de la tortura.
Sus otras dos hijas tampoco pudieron evitar la represión. El 1° de julio de 1977, Estela, la hija mayor de los Oesteheld, fue interceptada por un grupo de tareas e intentó resistir. Hubo un tiroteo y fue herida. Se supo que fue trasladada al hospital de Adrogué, pero luego se perdió el rastro. Todavía no se conoce su destino final.
Marina fue la última en ser secuestrada y desaparecida. En noviembre de 1977 fue raptada junto a su esposo, Alberto Seindlis, por grupos de tareas de la dictadura. Tenía 20 años y estaba embarazada de ocho meses. Tampoco se pudo encontrar sus restos ni saber el destino de su hijo o hija.
Elsa fue la única sobreviviente. El pesar la acompañó el resto de su vida, así como su deseo por encontrar a sus dos nietos o nietas secuestradas por la dictadura. La represión ilegal barrió con su familia sin piedad. No sólo su marido y sus hijas fueron desaparecidos. En total, perdió a diez familiares.
En el libro Los Oesterheld de las periodistas Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami, Elsa se presentó en palabras sencillas, claras y directas y resumió en buena medida la historia de su familia: “Mi nombre es Elsa Sánchez de Oesterheld y soy la mujer de Héctor Germán Oesterheld, famoso en el mundo por haber escrito la historieta El Eternauta. En la época trágica de este país desaparecieron a mis cuatro hijas, mi marido, mis dos yernos, otro yerno que no conocí, y dos nietitos que estaban en la panza. Diez personas desaparecidas en mi familia. Pero prefiero recordar los años en los que fui feliz”.
Hoy la historia de su familia vuelve de la mano de la serie El Eternauta y el terco retorno de Juan Salvo, el viajero del tiempo que no deja de buscar a su familia.