martes 19 de marzo de 2024
Editorial

Lecciones de una polémica

En temas tan delicados como el consumo de drogas la politización del debate solo puede aportar más confusión.

Una campaña que da consejos para el consumo responsable de drogas lanzada por la Municipalidad de Morón, en la provincia de Buenos Aires, terminó envuelta en una desmesurada polémica con connotaciones políticas. La mencionada campaña, que tiene origen en una ordenanza aprobada por unanimidad, se inscribe en lo que a nivel mundial se denomina políticas de reducción de daños y riesgos en materia de consumo de drogas.

La ordenanza propone “promover acciones orientadas a demorar todo lo posible el inicio del consumo de sustancias psicoactivas en edades tempranas, entre las que deberán ser comprendidas aquellas destinadas a la sensibilización y difusión amplia de la temática”, e insta a “diseñar e implementar dispositivos socio-sanitarios en espectáculos públicos, eventos masivos, locales bailables y en todo escenario potencial de consumo, para la prevención de riesgo y daños asociados al consumo de sustancias psicoactivas legales e ilegales”. La intención es loable y se adapta a los propósitos de iniciativas que se aplican en muchos países.

Pero lo que originó la polémica es la implementación en la práctica de la campaña, que, aunque dirigida a personas que ya están consumiendo, incurrió en errores en el planteo explícito del problema. “Con la cocaína y las pastillas andá de a poco y despacio. Tomá poquito para que ver cómo reacciona tu cuerpo”, dice uno de los mensajes de la campaña, distribuido en un festival organizado por el municipio. En rigor, más que explicar los daños que produce el consumo de este tipo de sustancias, se pudo interpretar que la recomendación era para continuar en el consumo, pero con prudencia.

Como sucede con todo tema controversial, aparece la grieta política. La oposición cuestionó la campaña, y el oficialismo la defendió, aunque aceptando algunos excesos. En casos como éste, en el que se abordad problemáticas muy sensibles, lo mejor es aportar una mirada equilibrada, aguda y crítica, pero políticamente desapasionada. Resulta inconveniente la postura que plantea que es mejor no hablar del tema droga desde la perspectiva del consumidor porque hacerlo sería avalar su consumo. Debe hablarse, aceptar que el consumo está instalado en vastos sectores sociales, en particular la adolescencia y la juventud, pero responsablemente, sin caer en improvisaciones como las que se observaron en la implementación de la polémica campaña.

Walter Martello, defensor Adjunto y titular del Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires, aportó una opinión que se puede encuadrar en el equilibrio pregonado: “El tema estuvo pésimamente orquestado porque no podés hacer una inducción al consumo, pero el debate tiene que ser más fructífero. La mayor parte de la cocaína que ingresa es para consumo territorial. Empecemos a ver después de tantos años de fracaso si no tenemos que hacer más trabajos sobre reducción de demanda”.

Las políticas de reducción de daños tienen más sentido y eficacia cuando el Estado ofrece a los adictos, como paso previo, políticas de contención que en la Argentina son por ahora insuficientes. Es debería ser la primera lección de esta polémica. La otra, no menos importante, es que en temas tan delicados la politización del debate solo puede aportar más confusión y enfrentamientos ajenos por completo al problema en sí.

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