domingo 13 de julio de 2025
EDITORIAL

El drama de la “aporofobia”

En el nivel académico internacional hay una expresión que ha empezado a generalizarse para dar cuenta ....

Por Redacción El Ancasti

En el nivel académico internacional hay una expresión que ha empezado a generalizarse para dar cuenta de un fenómeno global, que también tiene su correlato en la Argentina. Esa expresión es “aporofobia” y puede traducirse como “rechazo al pobre”. O, con mayor exactitud, “al rechazo, aversión, temor y desprecio hacia el pobre, hacia el desamparado que, al menos en apariencia, no puede devolver nada bueno a cambio”.

La ha concebido y popularizado Adela Cortina, catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia, España, colocándola en el título de su libro: “Aporofobia, el rechazo al pobre. Un desafío para la democracia”.

Cortina analiza que cuando se habla del crecimiento desmesurado de la xenofobia (rechazo al extranjero) en el mundo, en realidad lo que hay es un incremento de la aporofobia. La mayoría de los países no rechaza a los extranjeros con buen poder adquisitivo, sino a los inmigrantes. Acoge con gusto a los turistas e inversionistas extranjeros, pero rechaza a los refugiados.
“Trump ganó las elecciones con un discurso ‘aporófobo’ no xenófobo. No atacaba a los extranjeros en general sino a los mexicanos pobres”, ejemplifica la académica.

La reflexión bien vale también para nuestro país. Salvo grupos nacionalistas muy acotados y sectarios, en general no hay un rechazo al extranjero por su condición de tal, sino de aquellos que son percibidos como una amenaza. Y ellos son, por ejemplo, para amplios sectores de la sociedad con algún grado de intolerancia, los inmigrantes de países limítrofes, por lo general pobres que procuran encontrar en la Argentina trabajo y un horizonte de progreso social.

En los países latinoamericanos el término “aporofobia” tiene una extensión diferente a la europea, donde se aplica solo a los pobres extranjeros, tal vez porque la pobreza “local” en esos países es mucho más acotada que en los nuestros. 

Entre nosotros, la aversión a los pobres es también un fenómeno interno, patrimonio de ciertos sectores de la clase media y alta, que ven en las clases “bajas” de la sociedad, a las que estigmatiza de manera sistemática, una amenaza a su seguridad.

Naturalmente, si no hubiese inequidades tan pronunciadas entre sectores sociales y entre países, la fobia aquí mencionada tendería a ser mucho menor, pero pretender la existencia de sociedades igualitarias y un mundo caracterizado por la distribución equitativa de la riqueza entre los países para que la aporofobia desaparezca es una utopía.

A la par de la implementación de políticas de contención social de los sectores vulnerados, es preciso construir la tolerancia desde la educación.

Adela Cortina considera que en la actualidad se educa a los niños para que compitan y sean los primeros, lo cual implica “cultivar la ‘aporofobia’”.

La clave está en el sentido más profundo del propósito educativo. Por eso asegura que “hay que educar para la inclusión y la cooperación, no para el conflicto”.

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