viernes 13 de junio de 2025
|| CARA Y CRUZ ||

Falsedades oficiales

Por Redacción El Ancasti

El desalojo del vecindario del asentamiento Valle Hermoso, ubicado sobre un margen del Camino de la Virgen, ha desencadenado un conflicto impensado para el Gobierno. Tanto, que el sábado a medianoche, el secretario de la Vivienda, Fidel Sáenz, se presentó en el piquete que montaron los damnificados en la avenida Presidente Castillo, y les prometió buscar una solución habitacional y hasta hacer gestiones ante la Justicia para que dé marcha atrás. Lo curioso es que el desalojo fue pedido por el mismo Gobierno. Así lo había explicado a este diario el fiscal Javier Herrera, quien dijo que la medida se llevó a cabo a raíz de "denuncias efectuadas la semana pasada por el fiscal de Estado, con documentación y constataciones concretadas por ellos meses atrás, junto con personal de Catastro; a lo que se sumó una presentación por parte de la Secretaría de Seguridad". Para el primer organismo, el desalojo debía proceder debido a la necesidad de "preservar el patrimonio del Estado, o sea los terrenos", mientras que para Seguridad lo importante era "actuar cuanto antes por el riesgo de inundación en la zona". Pero al día siguiente de la desocupación de la zona, el Gobierno distribuyó un comunicado sobre la base de expresiones del subsecretario de Seguridad, Leonardo Berber –en ausencia del titular del organismo, Marcos Denett, quien se encontraría fuera del país-, con varios y gruesos yerros.

 

Para empezar, señala el comunicado que el procedimiento "avanzó con una serie de pedidos impulsados por los vecinos de Villa Parque Chacabuco, a partir del homicidio de Ramona Andrada”, la sexagenaria que habría sido asesinada por un hombre que vivía a 200 metros de su casa, en una zona ocupada ilegalmente. Y que "los vecinos insistieron en señalar un asentamiento como ‘foco de delincuencia’”. Lo grave es que Valle Hermoso no es el mismo asentamiento que los vecinos de "Ramonita” habían indicado como peligroso. Está cerca de allí, es cierto, pero no es donde vivía el presunto criminal. En segundo lugar, dice el parte oficial que tras la denuncia de usurpación, se les solicitó a los "usurpadores que demostraran su pertenencia al lugar, sin que presentaran ningún comprobante de tenencia, pago de impuestos o servicios”. Ninguno de los desalojados podía presentar una escritura, ni siquiera un boleto de compra venta, porque todos reconocían estar asentados en tierras fiscales y esperaban, según compromisos oficiales previos, que la Provincia regularizara su situación, como sucedió con otros tantos asentamientos. No obstante, al menos la mitad de la gente que fue echada a la calle sí podía acreditar el consumo de un servicio, porque de hecho contaban con tendido eléctrico y medidores de luz suministrados por la EC Sapem, además del servicio de agua potable. De 30 familias de Valle Hermoso, unas 15 vivían en casas de material y prefabricadas desde hace una década. Las otras efectivamente se habían asentado en ranchos y tolderías.

 

Además, el comunicado asegura que el desalojo "alcanzó a un total de 40 personas -no familias, como se informó erróneamente-, el 80 por ciento de las cuales eran jóvenes de entre 18 y 26 años, y solo había unos pocos adultos mayores y menores”. Otra falsedad: como lo muestran las imágenes y los testimonios, la mayor parte de los desalojados fueron mujeres y hombres adultos y menores de edad. Hay familias numerosas, gente con enfermedades y algunos con discapacidad. De hecho, cuando Berber dijo en el mismo lugar de los hechos que los desalojados eran jóvenes, muchos se le fueron encima y debió refugiarse en un móvil policial. El funcionario también afirmó en el parte oficial que "quienes se manifestaban contra el desalojo no habían sido desalojados ". Debería acercarse al piquete, como hizo Sáenz, para comprobar que cometió un grave error de apreciación. Pero hay algo más grave aún. El comunicado plantea que "los mismos actores que protestaban públicamente pidiendo el desalojo, con el argumento de que en el asentamiento se resguardaban delincuentes y se vendía droga, movilizan ahora a vecinos contra el desalojo que ellos mismos gestionaron”. Por un lado, los que protestan hoy es porque no tienen donde vivir, comen en la calle y duermen bajo un toldo. Y, por otro, el Gobierno no puede justificar su desalojo sobre la base de un reclamo popular impreciso sin tener ninguna certeza del prontuario de la gente despojada de sus viviendas. Lo único que sabían todos, desalojadores y desalojados, es que se trata de un asentamiento ilegal. Esa, y el hecho de que hubo un reconocimiento tácito de derechos con la conexión de los servicios, son las únicas evidencias. 

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