miércoles 27 de marzo de 2024

Apuestas: más perdedores que ganadores

El sueño de hacerse millonario en un casino es, por lo visto, privativo de los apostadores de Las Vegas, no de Argentina. Por el contrario, cada vez que alguien gana aquí una cifra importante, la explicación que suelen dar las casas de juego para no pagar es que hubo algún “error”, y así los desairados apostadores comienzan un largo camino que suele terminar en los tribunales. Éste podría ser el caso de la mujer que el lunes pasado se atrincheró más de 8 horas en el Bingo Lomas del Mirador, en Buenos Aires, en reclamo de un premio de más 35 millones de pesos que le había otorgado una máquina tragamonedas. La empresa concesionaria confirmó ayer que no está dispuesta a pagar una suma mayor a 35 mil pesos porque, según afirmó, “hubo un fallo en el display” de la máquina, la cual, además, tiene explicitado en su frente un premio máximo, que es bastante inferior al que le mostró a la apostadora. Pero en Catamarca también sucedió algo similar.



En efecto, en junio de 2001, el apostador Ramón Antonio Secaf reclamó el pago de 83 mil pesos que le había otorgado una máquina de video-ruleta del Casino provincial. Secaf había apostado en forma casi continua durante ocho horas, hasta que el artefacto se apagó. Al encenderse nuevamente, la cifra que le figuraba en el visor de los créditos era de 837 mil fichas, equivalentes al monto que exigía. Sin embargo, el entonces gerente del Casino, Eduardo Mazzeo, se negó a liquidar el premio con el pretexto de que la ruleta electrónica había sufrido un desperfecto y que se habían producido problemas energéticos. La empresa EDECAT, no obstante, posteriormente desmintió que hubieran existido inconvenientes en la zona del Casino esa noche. Luego, Secaf decidió denunciar el hecho ante la Administración provincial de Juegos y Seguros, el organismo encargado de controlar la concesión del Casino



Si bien los informes técnicos del organismo oficial determinaron que la ruleta en la que jugó Secaf había sufrido un salto en los contadores electrónicos y, en principio, no correspondía pagar los 83 mil pesos exigidos, el contador Héctor Castillo, por entonces segundo jefe de la ex CAPRESCA, consideró que el Casino podía ser objeto de una demanda civil debido a que no existía ninguna indicación de que la máquina estuviera rota. Y en ese sentido, planteó la duda acerca de cuál hubiera sido la actitud del Casino si, en vez de ser la parte perjudicada por el desperfecto de la video-ruleta, hubiera sido la beneficiada. En otras palabras, ¿qué pasa cuando en lugar de 35 millones de pesos del bingo Lomas del Mirador o los 83 mil del Casino local, la máquina marca “00”? ¿Quién responde por los miles o millones de apuestas que se hacen por día en todas las salas de juego del país y que no tienen ningún ganador? Porque, en realidad, el negocio de los casinos, bingos y máquinas tragamonedas está dado porque es siempre mucho más grande el número de personas que pagan y no ganan o ganan una miseria, que el de aquellas que se pueden declarar felices al final de una jornada de vicio.



Y porque con el mismo criterio que adoptan las empresas de juegos respecto a los premios elevados -que se rehúsan a pagar- en determinadas máquinas, los apostadores tienen todo el derecho a sospechar de los artefactos que no pagan premios o pagan casi nada. En cierto sentido, hasta habría que suponer que los miles de apostadores que nada ganan son los que en verdad están pagando, o deberían hacerlo, los jugosos premios que los concesionarios niegan. En definitiva, estos hechos refuerzan la convicción de que, en rigor, nadie gana en los casinos, o bien que los únicos que ganan son los empresarios del juego. Por lo pronto, en lo que respecta al caso Secaf en Catamarca, a fines del año pasado la Justicia local ordenó embargar en forma preventiva por casi 180 mil pesos a la concesionaria del Casino provincial, Hotel Casino Tandil SA, en el marco de la demanda trabada por el decepcionado apostador. El primer embargo fue por 89.752 pesos más acrecidas por 26.952 pesos, es decir, un total de 116.704 pesos a los que se le sumaron 60.538 pesos en una ampliatoria posterior.
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