En el relanzamiento de su campaña como candidato a intendente de San Fernando del Valle de Catamarca, Francisco Monti eligió, en la presentación de sus propuestas, aquellas que no se refieren a las competencias clásicas de los municipios, sino otras, incorporadas como funciones propias en las ciudades que ya tienen un desarrollo importante y una complejidad mayor que los centros urbanos pequeños. La estrategia es inteligente, pero revela la debilidad electoral de Juntos por el Cambio en el ámbito de la Capital.
Monti sostuvo que el trabajo de la intendencia no debe solo limitarse a la limpieza e iluminación de calles y espacios públicos, sino a trabajar junto al vecino en sus problemas sociales. Y añadió, ironizando con los eslóganes del oficialismo, que “nos puede gustar o encantar la ciudad, pero así como hay cosas que nos gustan, hay cosas que no”.
El mensaje lleva implícito un reconocimiento a la gestión municipal en materia de embellecimiento y mantenimiento de espacios públicos de la ciudad. Menciona, en cambio, otros problemas de índole social en los que los municipios tienen injerencia, por cierto, pero la responsabilidad primaria en materia preventiva y de combate de esos flagelos le corresponde a los otros niveles de gobierno: el nacional y el provincial. La responsabilidad municipal es subsidiaria.
En el relevamiento realizado por Juntos por el Cambio de las cuestiones a resolver por la gestión municipal que asuma en diciembre se mencionan, por ejemplo, la pobreza, la falta de seguridad y las adicciones. En las tres temáticas los municipios tienen competencia. En materia de pobreza, asistiendo a los sectores de mayor vulnerabilidad a través de programas transversales a las distintas áreas y promoviendo la puesta en marcha de pequeños emprendimientos que posibiliten nuevos ingresos a personas con problemas de empleo. En lo que respecta a la seguridad, articulando con el Ministerio de Seguridad y las distintas fuerzas provinciales y nacionales, sobre todo en lo que respecta a la faz preventiva. Finalmente, respecto de las adicciones, la tarea de los gobiernos locales, que es importante en la medida en que se trata de un nivel de gestión de llegada directa a la población local, es subalterna sin embargo a las políticas más generales que Nación y provincia aplican en el territorio.
Está claro que un municipio de una provincia como Catamarca puede incidir escasamente en la determinación de los niveles de pobreza. Éstos se configuran a partir de decisiones vinculadas a la política nacional. Las variaciones entre provincias y entre ciudades respecto del índice general son mínimas, y en todo caso vinculadas a factores de índole estructural más que a programas gestados e implementados por los gobiernos locales.
Razonamiento similar puede efectuarse en función de la problemática de la seguridad y las adicciones.
Debe reconocérsele a Monti, de todos modos, su contribución a instalar con énfasis estos temas en la agenda de debate de la ciudad. La salud, la educación, el desarrollo social y económico, la seguridad, son problemáticas en las que los funcionarios comunales tienen también su aporte para realizar.
Sería deseable que a medida que avance la campaña las propuestas puedan afinarse. Es decir, exponerse con mayor nivel de especificación y detalle. Los candidatos opositores tienen que explicar qué, cuándo y cómo harían lo que se debe hacer para solucionar los problemas que presuntamente los gobiernos de turno no pueden resolver. Los oficialismos corren en este caso con ventaja –o desventaja, según la eficacia de la gestión-: pueden exhibir al electorado lo que se vino haciendo, sin que ello implique desechar la presentación de nuevos proyectos para mejorar o enriquecer las políticas ejecutadas en el período todavía vigente.