viernes 29 de marzo de 2024
Cara y Cruz

Ganados por la desmesura

El gobernador de Jujuy, titular del Comité Nacional de la UCR y aspirante a la Presidencia, Gerardo Morales, rechazó ayer el pedido de pena de muerte para Cristina Kirchner del diputado nacional macrista, Francisco Sánchez y el eventual planteo de un juicio político contra el presidente Alberto Fernández por tratar de inmiscuirse en la Justicia y, sugirió “no sobreactuar” en el marco de la causa por corrupción en la obra pública que compromete a la Vicepresidenta.

“No agreguemos mayores situaciones de conflicto que compliquen todavía más la situación”, dijo a la salida de una reunión de la Mesa de Juntos por el Cambio, tras la cual se emitió un documento expresando “preocupación ante la embestida que funcionarios y militantes afines al Gobierno Nacional están llevando adelante para amedrentar a jueces y fiscales que realizan su trabajo”.

La convocatoria a la prudencia del jujeño sobresale en un contexto ganado por desmesuras que se exacerbaron con el alegato que Cristina desplegó después de que el fiscal Diego Luciani pidió que la condenen a 12 años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos por haber, a su criterio, liderado una asociación ilícita para robar.

En apretada síntesis, dedicó la filípica a exponer las relaciones su exsecretario de Obras Públicas, José López, con empresarios ligados a Mauricio Macri, para concluir que la Justicia ejerce sobre ella criterios selectivos con el propósito de destruir al peronismo.

Consiguió de este modo enfilar discursivamente a todo el peronismo en su hipótesis y generar una suerte de cápsula épica desde la cual sus pregoneros impulsan un 17 de octubre para rescatarla de la proscripción en ciernes.

No hace falta rascar demasiado para advertir la patraña. Para que una eventual condena quede firme, todavía falta que aleguen los abogados defensores y el tribunal dicte sentencia, la instancia de casación y por el último el recurso a la Suprema Corte de Justicia. El trámite de esta cadena recursiva demanda por lo general años, de manera que Cristina estará el año que viene en condiciones de ser candidata a lo que quiera.

No hay proscripción posible, de manera que no hace falta liberar al líder encarcelado como en el ’45. Bastaría con que Cristina se presente a elecciones y ratifique en las urnas su legitimidad, cosa que el expresidente brasileño Lula, con quien pretende ponerse en pardas, no pudo hacer contra Bolsonaro por estar preso, no acusado. Tampoco es indispensable que la Vice sea indultada antes de tiempo.

Los delirios cristinistas se retroalimentan con los de la contraparte macrista, como este de la pena de muerte o el juicio político a Fernández y, de deslices como el de Luciani, que cerró su alegato con la alternativa “Justicia o corrupción”, en una pretendida analogía con el “Nunca Más” con que Julio César Straserra concluyó el del Juicio a la Juntas genocidas.

La generalizada carencia del sentido de las proporciones arrastra a las clientelas de los respectivos caudillos a una escalada pirómana, cuando la profundidad de la crisis económica y social demanda templanza.

Después se afligen porque florecen los energúmenos antipolítica.

Catamarca tuvo su correspondiente acto de apoyo a la Vicepresidenta, realizado en el PJ. La presidente del partido, senadora nacional Lucía Corpacci, expresó su angustia y temor “por el nivel de injusticia que tiene el país”.

Casos como el del asesinato de Diego Pachao, que murió tras ser sometido a vejaciones en la Comisaría Séptima, no movilizan inquietudes similares. El expediente lleva diez años de deriva por los tribunales y embudaba hacia la impunidad. Recién ayer se pidió ampliar la acusación contra los policías de los “vejámenes” originales a “torturas seguidas de muerte”.

Como la Justicia, las angustias también pueden ser selectivas.

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