A fines de diciembre el intendente de la Capital, Gustavo Saadi, inauguró las remodelaciones de la plaza del barrio Los Ceibos (500 Viviendas). Fue un esfuerzo financiero extraordinario del municipio, que asumió el costo de la obra que la Nación había abandonado, como miles en todo el país, cuando Javier Milei llegó al gobierno en diciembre de 2023.
Apenas dos semanas después, vecinos que viven en las inmediaciones del paseo público denunciaron, en un escrito dirigido a El Ancasti, que son constantes los hechos de vandalismo contra la infraestructura y el equipamiento urbano. “Todos los vecinos luchamos y soñamos por esta plaza. Desde que dieron las casas que esta plaza fue motivo de olvido para todo político, empresario, etc. Fue tierra de nadie, hasta fue villa cariño de parejas ocasionales que pasaban por el lugar. Hoy, agradecidos los vecinos vimos cómo la plaza fue inaugurada y es centro de reuniones familiares. Lo vivimos con gran alegría, pero siempre hay algo que opaca las cosas buenas. Desde que fue inaugurada la plaza fue víctima de actos de vandalismo, de padres incomprensivos e irresponsables que permiten que sus hijos destruyan lo lindo de este lugar”, dice la nota enviada a este diario.
El vandalismo contra la infraestructura urbana no solamente es un problema de índole cultural, porque desprecia los bienes que son de uso público, perjudicando al resto de la comunidad, sino también es un grave problema económico, sobre todo en épocas como la actual, en la que los recursos presupuestarios son muy escasos y hay un recorte formidable al financiamiento de nuevas obras por parte de Nación.
En el año 2006, durante la gestión al frente del municipio de Ricardo Guzmán, el área de Obras Públicas elaboró un informe en el que cuantificó el costo económico que ocasionaban los diversos actos de vandalismo en la ciudad. Las reparaciones de juegos infantiles, farolas, luminarias de distintos modelos y alturas, bancos, canteros, daños causados en revoques y pinturas, reposiciones y arreglos de lámparas, luminarias, rotura de sistemas de puesta a tierra, daños sobre tapas de inspección de columnas y conductores de comandos, generaban una erogación de 14.500 pesos mensuales, lo que implicaba un gasto anual de 174 mil pesos.
En 2014, durante la gestión de Raúl Jalil, un informe similar determinó que el costo mensual para reparar los efectos del vandalismo alcanzaba los 200.000 pesos por mes.
A precios de hoy, los gastos por vandalismo de 2006 serían casi 12 millones de pesos al mes; y los de 2014 alrededor de 33 millones.
Resulta imposible para las autoridades municipales, o para las fuerzas de seguridad, realizar una vigilancia exhaustiva de todos los espacios públicos para evitar el vandalismo. La prevención se vincula más con la concientización ciudadana respecto de la necesidad de cuidarlos, porque es de propiedad comunitaria. Un tema que bien puede ser motivo de debate en escuelas, centros vecinales y otras organizaciones de la sociedad civil.