jueves 21 de marzo de 2024
Editorial

Cruces sobre una realidad innegable

Gobierno y oposición siguen discutiendo por la educación postergada en la pandemia. El desafío hoy es retomarla lo mejor posible.

Como si el país siguiera en modo electoral, el oficialismo y la oposición nacional se enfrascaron nuevamente en una discusión que no conduce a nada, simplemente por ese afán del debate permanente, la batalla por la opinión pública.

Esta vez el detonante fueron las declaraciones de la ministra de Educación de la CABA, Soledad Acuña, quien cuestionó al Gobierno nacional por la falta de datos sobre desvinculación escolar y denunció falta de políticas para contener a los chicos que no pudieron seguir las clases virtuales. Además dijo que “después de dos años, es muy tarde para salir a buscar a los chicos que abandonaron la escuela”.

En declaraciones radiales, la funcionaria porteña afirmó que los chicos que dejaron de ir a clases ahora estarían “perdidos en los pasillos de una villa, ya cayeron en la actividad del narcotráfico o tuvieron que ponerse a trabajar”, y por esa razón descartó la posibilidad de que puedan reinsertarse en el sistema educativo.

“Perdieron todas las posibilidades y su propia fe respecto a las oportunidades de estudiar, obviamente hay que intentarlo, pero es mucho más difícil que si se hubiera conocido y tomado decisiones hace dos años”, expresó Acuña.

Desde el oficialismo, las réplicas no se hicieron esperar. El ministro de Educación nacional, Jaime Perczyk, aseguró que “nunca es tarde para que todas las chicas y chicos de la Argentina estén en la escuela, porque es el lugar en el que tienen que estar”. Y agregó: “Todas las chicas y todos los chicos son hijos nuestros, siempre hay un lugar para ellas y ellos en la Argentina que queremos”.

El ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus, consideró que las palabras de Acuña “muestran su discriminación por los alumnos más humildes”, y también su “ignorancia” sobre la Constitución y la Ley de Educación porque, recordó, ambas normas “obligan al Estado a ir a buscar a quienes desertaron para garantizar el derecho a la educación”.

Gobierno y oposición siguen discutiendo por la educación postergada en la pandemia. El desafío hoy es retomarla lo mejor posible. Gobierno y oposición siguen discutiendo por la educación postergada en la pandemia. El desafío hoy es retomarla lo mejor posible.

También se plegó el senador nacional Mariano Recalde (FT), quien aseveró que, con sus dichos, “Soledad Acuña reconoce que no hará nada para combatir la deserción escolar” y que la ministra “nos tiene acostumbrados” a los comentarios “estigmatizantes”. Para el secretario general de Suteba, Roberto Baradel, las palabras de Acuña reflejan que el macrismo “desprecia a la educación pública y tiene una concepción clasista y discriminatoria”.

Como sucede a menudo con estas polémicas, cada uno tiene una parte de razón. Es verdad que el Gobierno nacional decretó un confinamiento prematuro de la población cuando los casos positivos eran aislados, lo que incluyó por supuesto el cierre de las escuelas. También es cierto que el sistema educativo no estaba preparado para las clases virtuales, ni tampoco vastos sectores sociales sin acceso a la conectividad. Y que el Gobierno no tuvo a la educación en ese tiempo como una prioridad.

Pero, en otro sentido, a esta altura al Estado nacional y a las provincias no les queda más alternativa que trabajar por la reinserción escolar de los chicos. De nada sirve seguir polemizando sobre las falencias pasadas, porque es algo inconducente e improductivo. Y, sobre todo, porque no ayuda en el esfuerzo que demanda la educación para reencaminar el proceso de formación de las nuevas generaciones.

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