En los albores democráticos de los años 80, cuando no existía el Instituto Nacional del Teatro, la ruta 38 ya era un camino de ida y vuelta para los teatristas de Catamarca y La Rioja, que ahora se pone en valor.
En la reciente 37ª Fiesta Nacional del Teatro, experiencia inédita en los veinticinco años de vida del Instituto Nacional del Teatro que la organiza todos los años y compartida entre Catamarca y La Rioja, las respectivas autoridades de cultura provinciales junto con el director ejecutivo del INT, Gustavo Uano, lanzaron el “Corredor Escénico Ruta 38”. En palabras de la secretaria de Culturas de La Rioja, Patricia Herrera: “La circulación de nuestras industrias culturales y ese crecimiento ya está en marcha. Ya lo hicieron años atrás algunos visionarios con su ‘Ruta 38’ y ahora nos toca a nosotros continuar y sostener eso”, en referencia a la obra homónima del dramaturgo y director Manuel Chiesa, nacido en Catamarca, cuyo teatro fue un parteaguas en el teatro riojano.
“Ruta 38” se estrenó en el año 2000 y como bien señala César Torres, quien fuera su socio teatral durante largo tiempo, “Manuel decía que las madres vendían a sus hijos para poder comer”. La obra recibió el Premio Nacional de Teatro de ese año y “muchos críticos se preguntaban sobre el éxito de una historia casi elemental de personas sobreviviendo con la venta de animales a la orilla del camino: era el subdesarrollo en forma y contenido en una puesta que mezclaba ramas de ancoche, piedras verdaderas y de cartapesta, comida y un bebé de verdad y una arrugada cortina celeste como único cielo”, en la provincia desde la que se prometían cohetes que viajarían en una hora a Japón. El original de la obra está perdido y sólo sobreviven algunas fotografías, las notas en los diarios y en la memoria de quienes tuvieron la fortuna de verla.
Manuel (11/07/1947- 28/10/2004), quien se fue a Córdoba para estudiar en la universidad, no regresó a su provincia sino que se afincó en La Rioja y desde su grupo independiente Arsénico primero y luego desde la Asociación Folklórica Riojana y la Comedia Municipal, reinventó el teatro, con elementos de su memoria de pequeño espectador de las compañías de radioteatro y los circos de primera y segunda parte que giraban por el norte argentino.
Una placa en el hall del Complejo Cultural Urbano Girardi lo recuerda porque, tal como contaba la recientemente desaparecida Blanca Gaete “Un día nos fuimos a La Rioja con Oscar Carrizo y un amigo de la infancia como era Jorge Paolantonio y ahí se produjo el encuentro mágico con Manuel Chiesa”, con quien hicieron una experiencia de investigación sobre la obra de Paolantonio y salieron propuestas como “La carta”, “Julia Brandán” o “Blanca Leche y los cinco petisitos”, que superó las 1.000 funciones, cifra impensable en estos tiempos.
En 1998, Chiesa estrenó la versión teatral de la novela “Reinas del Plata” de Paolantonio pero un año antes, desde Catamarca y con el Taller Municipal de Teatro, fundado por Héctor Pianetti, había estrenado “Los coroneles de Mitre”, con dramaturgia suya y de César Torres y con base en el libro homónimo del historiador riojano Ricardo Mercado Luna.
Con esa obra, contaba Blanca Gaete a esta revista en 2019, “nos fuimos al Teatro Nacional Cervantes y gané una beca para formarme en Cuba, en la escuela de teatro de la provincia de Escambray. Éramos tres becarios, un peruano, un ecuatoriano y yo. La beca era para solistas por lo que me pidieron que hiciera un sólo y saqué Luisa ya no es joven, con base en el personaje que hacía en Los Coroneles”.
La obra se presentó en el Cervantes porque era sede de la Fiesta Nacional en ese año signado por la crisis económica mundial de las hipotecas basura en Estados Unidos que iniciaron, también la debacle del gobierno de Raúl Alfonsín. Hubo compañías que cancelaron su participación y otras estuvieron en la cuerda floja durante varios días, pero Chiesa y el elenco no aflojaron.
La trajinada ruta 38, sigue siendo camino de ida y vuelta de teatristas de ambas provincias con obras dirigidas por Manuel Maccarini, Leandra Rodríguez, o los titiriteros riojanos de “El teatrino”. Pero este circuito teatral institucionalizado que acaba de presentarse significa algo más que el reconocimiento a las y los hacedores de la historia de ambas provincias. Es pensar nada más ni nada menos que políticas culturales públicas compartidas.
Texto y Fotos: Gabriela Borgna - Especial para Revista Express