viernes 22 de marzo de 2024
Ezequiel Soria

Semblanza

El 9 de julio venidero, la Comedia Municipal estrenará por primera vez en Catamarca “Justicia Criolla”, obra de Ezequiel Soria de cuya vida poco se conoce. Teatrista todo terreno, también fue cuentista, poeta y periodista.

La historiografía teatral es una disciplina poco transitada en la provincia. Hay que remitirse a la única investigación periodizada: Historia del teatro espectacular en Catamarca – Siglo XX (2006), realizado por las docentes universitarias Rosa Calás de Clark y Judith Fedelli de Moreno, bajo la dirección de Osvaldo Pellettieri para la serie Historia del teatro argentino en las provincias (2007).

Historia de las obras que se estrenaron o giraron durante un siglo, esta compilación es por ahora el único punto de partida posible para cualquier investigación posterior. Contempla a Julio Sánchez Gardel pero no a su primo Exequiel Soria. Ambos son autores que escribieron y estrenaron en Buenos Aires, pero sus obras respectivas remiten a la realidad catamarqueña de fines del siglo 19.

Ezequiel Soria y Medrano (Catamarca, 1873 – Buenos Aires, 1936) es hijo de una familia de la clase dominante local, hermano de Manuel, a quien se considera el primer historiador provincial no religioso, y de Fernando, dedicado a la política. Pero además de la veintena de obras estrenadas por las compañías teatrales más convocantes de su época, el catamarqueño será primero un hombre de la naciente Unión Cívica Radical y luego se correrá a la expresión de salón del incipiente socialismo, para diferenciarlo de las militancias obreras. En la lectura de parte de su obra, se reconocen entramados sociales y conflictos históricos catamarqueños.

Amigo y socio de otro notable autor del incipiente teatro nacional, Enrique García Velloso, en una gira europea de ambos, se encuentra con su prima segunda Mary Perkins Navarro, nieta del gobernador Octaviano Navarro, con quien se casa y a la que dedicara unos escasos versos fechado en Catamarca en 1890, bajo el nombre de “Rimas”: “Un beso y una lágrima / fue nuestra despedida / pasó un año y solo hubo una mirada, / un gesto de desdén y una sonrisa”. Hay otro, “Yo quisiera”, que marca la extrañeza del terruño: “Yo quisiera un vallecito / lejos de todo rumor / para esconder en sus sombras / el ángel de pasión./ Allí quisiera una fuente / que corra siempre veloz / y en la rana y en el nido / ecos para el corazón / que haya flores entreabiertas / al primer beso del sol / que adormezcan mis tristezas / con su aroma embriagador”.

Soria fue un dramaturgo pero, sobre todo, un hombre de acción cultural a quien hoy se reconocería como gestor: director de las compañías de Pepe, Jerónimo y Pablo Podestá, en 1901 con el actor español Mariano Galé fundan la primera Academia del Teatro Nacional, en la que los intérpretes que venían del circo se entrenan en oratoria, dicción, canto. Enrique Muiño lo reconoce en sus memorias como quien los “llevaba de la mano” en la construcción de sus personajes. Como afirma Ricardo Rojas “… la senda que ya recorrían Nemesio Trejo y Ezequiel Soria, en aquella conversión del género chico madrileño hacia el criollismo argentino, absorción que no gustó a los residentes españoles en un comienzo pero que al fin triunfó. Si esto no produjo ninguna obra maestra, en cambio contribuyó a formar un público y a suscitar intérpretes que el teatro nacional requería en esa hora de no igualados entusiasmos”.

El médico y periodista español Gregorio Marañón, de visita en Argentina,dirá de Soria en sus críticas teatrales: “Es el primero en perfilar una personalidad propia en el ambiente teatral, es el primero que ve el hado visible y la nota caricaturesca en aquel cura napolitano de “Amor y Lucha”, y es el dramaturgo de garra en “Cristián” o “Política Casera”(…) Pero los valoras literarios del Soria comediógrafo quedan eclipsados ante el Soria organizador de compañías; en efecto, él asumió la dirección de aquel conjunto capitaneado por José Podestá que interpretaba en el Apolo un repertorio cirquero, que fue desterrado poco tiempo después. Él disciplinó la compañía, enseñándolos a accionar, a decir y a actuar con desenvoltura en escena; él fue desterrando poco a poco el sacrosanto facón, para orientar el teatro en forma completamente distinta. A su llamado respondieron Pairó, Velloso, Coronado, Granada y otros muchos, que iniciaron definitivamente el desarrollo del arte escénico en la Argentina”.

La aparición de la Sociedad de Autores en 1910(actual ARGENTORES) lo ve entre sus fundadores. En 1919, apoya la huelga de los dramaturgos para alcanzar el tan ansiado diez por ciento del bordereaux, en reemplazo de la modalidad de que las obras se pagaran por folio y por escena. Renuncia a su cargo de vicepresidente tal como consta en su breve biografía escrita por Juan Oscar Ponferrada que reproduce la cartamanuscrita dirigida a García Velloso. Dice la carta fechada el 26 de mayo de ese mismo año: “Si las razones en que fundo mi dimisión no fueran suficientes, sabe usted que es convicción de mi espíritu el de la renovación en toda asociación de carácter democrático y yo soy el más viejo elemento pues desde la fundación de la sociedad figuro en su Comisión Directiva”.

Soria se vuelca al periodismo y crea un periódico cultural llamado “El Porteñito” que tiempo después pasaría a ser “El Porteño”, en el que publica pequeñas narraciones como la que sigue de 1904: “La distancia enorme que separa a Catamarca de los centros populosos de la república, débale antaño una autonomía real que no se hubiera logrado nunca por los recursos constitucionales de nuestro sistema de gobierno. Así Catamarca, encerrada entre sus cerros, que eran para el aislamiento más eficaces que las murallas chinas, arrastraba una existencia de dulce enervamiento. Pocos, muy pocos habían salido del terruño. ¡Era tan largo y difícil el viaje a Buenos Aires! Llegar a Córdoba solamente, era ya toda una aventura. La política con sus dos o tres caudillos que dirigían los movimientos cívicos; la sociabilidad, con sus salones coloniales, sus bailes genuinos de cuecas y chacareras, la educación monacal de las señoritas en el colegio del Huerto; los niños que se iban a estudiar y volvían al terruño de dolores; las costumbres… ¡todo era genuinamente local! ¡Y eran todos felices creyéndose ricos en su pobreza!”

Desde 1910, Ezequiel Soria escribirá para el incipiente cine nacional junto con José María Díaz, fundador y dueño de la productoraCine Patria,y José González Castillo. Breves historias, en su mayoría de inspiración patriótica, como “Güemes y los gauchos”, “El combate de San Lorenzo”, “La Vidalita”, “El tango”, “La pantera de Java”(donde también actúa) y “Desgracia de familia”. Mientras que los guiones fílmicos originales y parte de su obra dramática se encuentran resguardados en la biblioteca de ARGENTORES, otros textos, fotos, y programas de mano son patrimonio del Instituto Nacional de Estudios Teatrales (INET) del que Juan Oscar Ponferrada fuera director, que también preserva el fondo del crítico Jacobo De Diego consultado para esta nota.

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