Llegó a Casa Caravati con textiles, memoria y una urgencia por decir
El artista bonaerense Damián Masotta inauguró el pasado 9 de septiembre en el Museo Casa Caravati, la muestra que salió seleccionada en la Convocatoria Nacional de Proyectos Expositivos 2025, impulsada por la Dirección General de Cultura de la Municipalidad de la Capital. Se trata de una obra de resistencia que nació en uno de los momentos más tensos de la política argentina reciente.
Hay algo en los textiles que trasciende las épocas y los continentes. Damián Masotta lo sabe bien: después de haber recorrido Guatemala, Perú y Bolivia, después de viajar por Oriente y ver cómo "todos aquellos países que no son Europa o Estados Unidos" expresan su identidad a través de hilos y colores, decidió que era su turno de tejer. Pero no cualquier cosa. Tejió conjuros.
"La primera obra que comencé fue por los conjuros, que es una serie de tres textiles. Lo comencé en la campaña presidencial en las últimas elecciones", cuenta Masotta sin rodeos. La crudeza de sus palabras contrasta con la ternura de su proceso creativo, donde cada puntada lleva la marca del afecto familiar.
El legado de las manos femeninas
Masotta heredó de su madre mantelitos, servilletas y encajes que habían quedado guardados después de su muerte. Esos objetos, cargados de memoria doméstica, se convirtieron en el corazón de su propuesta. "Son las mujeres las que llevan adelante la identidad en el textil", reflexiona el artista, que comenzó a coser sobre urdimbres hechas con alambre de gallinero, mezclando ropas viejas con tesoros que amigos y familiares le fueron acercando.
La técnica es tan heterodoxa como emotiva: "La obra es una mezcla de todo, de tejido, de bordado y de costura, accesorios". En sus manos, la paleta colorida de los Andes que aún tenía fresca en la memoria se mezcla con la intimidad de los objetos heredados, creando una instalación que funciona como "atmósfera de resistencia poética frente a la crudeza del mundo actual".
Masotta y su encuentro con Casa Caravati
La llegada de Masotta a Catamarca no fue casualidad. Se enteró de la convocatoria a través de Jorgela Argañarás, la artista rionegrina que ejerce como curadora de la muestra y que había expuesto el año anterior en el Museo Casa Caravati. Para el artista, resulta destacable "la posibilidad de que se impulse desde una provincia del Norte del país una convocatoria nacional en un contexto de recorte presupuestario hacia la cultura. Esto representa una gran oportunidad", reflexiona.
"Cuando llegué a Catamarca visité la muestra, me encantó el lugar y de ahí surgió la necesidad de exponer aquí", recuerda. La conexión fue inmediata, y más aún cuando Masotta encontró en el espacio catamarqueño el lugar ideal para desplegar un proyecto "atravesado por este contexto socioeconómico de nuestro país". Porque "Conjuros contra la crueldad" no es sólo una muestra de arte: es una declaración de principios en tiempos complicados.
El arte como obligación ética
Para Masotta, hacer arte hoy no es una opción: es una responsabilidad. "Hoy, en un mundo en que la crueldad se ha extendido como sistema, el arte tiene la obligación ética de ser un grito a favor de la vida", dice con la convicción de quien ha encontrado en la creación una forma de habitar el mundo sin claudicar.
No se trata de ingenuidad romántica. El artista es consciente de los límites de su práctica: "Ninguna manifestación artística hará en sí misma la revolución, sin embargo, aquí estamos los que hacemos arte, nos sentamos a la mesa y decimos". Ese "decir" es precisamente lo que articula en cada textil, en cada bordado, en cada objeto que interviene.
La muestra incluye también el trabajo de la artista local Carolina Paradela, a quien Masotta invitó especialmente para generar un diálogo entre obras en la sala. "Gracias a Carolina Paradela por aceptar la invitación", menciona el artista, destacando la importancia de sumar voces catamarqueñas a una conversación que trasciende fronteras geográficas, pero se ancla en lo íntimo, en lo familiar.
Paradela, quien trabaja con una serie de tapices bordados a mano utilizando distintas técnicas de varios colores, encuentra puntos de encuentro con la propuesta de Masotta. "Coincidimos en el tema de la energía de los colores", explica la artista local. "Yo trabajo mi obra como amuletos de autoprotección y para eso elijo algunos colores y los combino de acuerdo a la energía de la cual uno se quiera proteger. Coincidimos en ese concepto y fue muy generoso porque me dio un gran espacio, se lo agradezco".
Un espacio para el encuentro
Previo a la inauguración, Masotta visitó el Instituto Superior de Arte y Comunicación (ISAC), donde conversó con estudiantes de tercer año de Artes Visuales sobre su proceso creativo. Estos encuentros son parte de lo que hace especial a las convocatorias que posee el Museo Casa Caravati: no sólo traen obras, sino que generan espacios de intercambio que nutren tanto la escena cultural local como el sistema educativo.
La muestra "Conjuros contra la crueldad" permanecerá abierta en Casa Caravati, ubicada en calle Rivadavia 1050, durante septiembre y octubre con entrada libre y gratuita, en los horarios de lunes a viernes de 8 a 13 y de 15 a 20 h, y los sábados, domingos y feriados en horario corrido de 10 a 20 h. Es una oportunidad única de ver de cerca cómo un artista logra transformar dolor en belleza, memoria familiar en resistencia política, y textiles domésticos en conjuros poderosos contra la crueldad de los tiempos que corren.
En un contexto donde las certezas se desvanecen, Masotta ofrece algo distinto: la posibilidad de conjurar, de invocar desde el arte una respuesta humana, colorida y tierna frente a la dureza del presente. Sus textiles no prometen revoluciones, pero sí algo quizás más potente: la persistencia de la esperanza tejida a mano.