lunes 2 de diciembre de 2024
100 años

Biblioteca Popular Unión y Progreso

En el corazón del barrio Villa Cubas, la biblioteca a través de sus directivos y socios, se adapta a los cambios sociales, culturales y tecnológicos.

Fundada el 1 de enero de 1923 y con un modesto edificio enclavado en el corazón del barrio Villa Cubas, la Biblioteca Popular Unión y Progreso cumplió 100 años sobreviviendo a los permanentes vaivenes económicos, adaptándose a los cambios sociales y culturales y tecnológicos.

Como todas las bibliotecas populares del país, la comisión directivatrabaja para la institución sin percibir ninguna retribución económica es decir, ad honorem.

La biblioteca atravesó un período de aproximadamente 20 años en el que por dificultades para conformar una comisión que la mantenga activa, permaneció cerrada al público en la década del ‘90 y hasta casi finales del 2010.

“En un momento estuvo cerrada, como abandonada, con una reliquia en libros muy importante, pero se abrió de nuevo. En la comisión directiva desde que se reactivó estuvo mi madre y se logró instalar rejas y avanzar en muchas cosas”, explicó la actual presidenta de la comisión, Lía Balverdi.

Recordó que al asumir, hace aproximadamente 12 años y en reemplazo de su madre, “reacomodamos toda la bibliografía, sacamos el material bibliográfico que estaba repetido y lo donamos a escuelasy bibliotecas del interior o de la Capital”.

Remarcó que la biblioteca siempre funcionó en el mismo lugar y que su reapertura “demandó mucho compromiso, trabajo y gestión porque es un voluntariado”.

Comentó que en aquel momento –en que renació la institución-, “estuve trabajando en la Sociedad de Fomento de Villa Cubas y surgió la posibilidad de regularizar la situación de la biblioteca. Entonces armamos una comisión directiva. Hablamos con gente de Personería Jurídica para regularizar la situación administrativa y nos pusimos a trabajar para recuperar la biblioteca que llevaba cerrada cerca de 20 años”.

Indicó que su madre, que había estado a cargo de la institución, “falleció y debió elegir una nueva comisión. Fue cuando me tocó a mí. Después vino la pandemia de COVID y se incorporó mucha gente joven del barrio, que realiza actividades en el barrio”, agregó.

Explicó que ante la cantidad de personas que querían acompañar en la gestión se crearon dos comisiones, una directiva y una trabajo, “y entre las dos se realizan las actividades de la biblioteca, en forma conjunta”|.

Dijo que afortunadamente se reactivó la incorporación de socios “y el cobro de una cuota -que es mínima pero ayuda a mantenernos, porque las bibliotecas populares no están cubiertas o solventadas con fondos del Estado. Están conformadas por una comisión directiva y subsisten con donaciones, gestión responsable, pedidos a otras instituciones y la cuota societaria. Muchas veces tenemos que poner dinero de nuestro bolsillo para solucionar problemas. Es una actividad apolítica con la que abrimos la puerta a todos”.

Libros y algo más

Tras admitir que no es bibliotecaria y que realizó numerosas capacitaciones, explicó que si bien la biblioteca sigue siendo un lugar al que permanentemente concurren alumnos y vecinos a buscar información bibliográfica, “también va a las escuelas, a la plaza y a otras instituciones, y brinda un servicio de apoyo escolar en distintas materias, en forma gratuita”.

Consideró que la biblioteca como institución –no como un lugar donde solamente hay libros-, brinda un servicio social que viene a complementar el rol que tradicionalmente cumple una biblioteca, con la colaboración de la Municipalidad de la Capital.

“La mayoría de las personas que estamos en las dos comisiones desarrollamos actividades ajenas a la biblioteca, pero a través de ella trabajamos con las escuelas Montessori, la escuela N°15 de jóvenes y adultos, la escuela N°271, y la educación de jóvenes adultos por la noche, siempre con actividades que tienen como objetivo acercar la biblioteca a la comunidad en general”, remarcó.

Informó además que a través de la Municipalidad “tuvimos la posibilidad de incorporar el CAE (enseñanza de educación no formal) y dar apoyo escolar en forma gratuita, a alumnos de la primaria y la secundaria, en uno de los dos salones”.

Sostuvo que por lo general quienes dan las clases de apoyo son estudiantes que cursan los últimos años de una carrera, que cobran una beca a cambio de colaborar en la educación de los alumnos en matemáticas y lengua, entre otras materias.

En este contexto, hizo hincapié en que en los últimos años “la principal demanda que tuvimos fueron las clases de apoyo, pero sobre todo más contención, porque hay muchísimos chicos con graves problemáticas (en sus casas), que llegan a la escuela” y salen a superficie cuando interactúan con sus compañeros y docentes.

Aseguró que a partir de los conflictos que se advierten al conversar con los chicos y los docentes de los distintos centros educativos, “nos encantaría contar con un gabinete psicopedagógico para poder acompañarlos, pero es difícil”. Por lo pronto, “hemos acondicionado un salón grande para tratar allí algunos de los temas que surgen en las escuelas y que nos piden que abordemos, como ser el bullying, para lo que ya hemos armado un equipo, y en breve vamos a comenzar con las capacitaciones”.

Recordó que en años anteriores se trabajó con grupos de adultos mayores, más que nada “desarrollando actividades en red con la participación de la Parroquia Sagrada Familia y el padre Oscar Tapia, que siempre está muy activa, y con centros vecinales y organizaciones”.

Como ejemplo de las actividades adelantó que recientemente se avanzó en la organización las autoridades del Hogar de Protección Warmi, “la realización de un café literario para abordar todo lo que tiene que ver con la violencia de género. Y paralelamente estamos tratando de activar las charlas sobre economía social y otras temáticas sociales”.

Para ampliar los contenidos “hemos estado en contacto con la Fundación Infancias Robadas, de la hermana Marta Pelloni, y nos han llegado muchos casos de abuso sexual de niños. Así que estamos viendo cómo hacer para contar con el apoyo de la psicóloga y la abogada, con quienes ya estamos articulando para trabajar. Desde la Fundación estuvieron viniendo a las instalaciones y queremos que vuelvan este año”.

Finalmente, pidió resaltar la labor de Vilma Cano, Beatriz Barrera, Sara Guevara, Ivana Cano, Vale Titos,Patricia Brizuela, Carolina Peloso, Leonardo Zeballos, la seño Marisol, y la profesora Silvia Lizárraga, y remarcó: “Queremos que los vecinos vayan a la biblioteca y la conozcan. Estamos necesitando sillas plásticas, artículos de limpieza, útiles para los chicos, herramientas de jardinería, libros, un armario, una alacena y otras cosas, pero lo más importante es que la gente vaya y nos conozca”.

Texto: Carlos Bulacio

Fotos: Ariel Pacheco

Contactos

Tel: 0383 460-2482

Correo: [email protected]

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Ubicación: General Roca esquina Conesa, de lunes a viernes de 9 a 12 hs.

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