jueves 14 de marzo de 2024
Tapicería Tillar

50 años en Catamarca

Un oficio que dio vida, formación y educación a dos generaciones y a sus hijos en forma continua. Un negocio familiar que se inició en Mendoza.

Hace poco más de 50 años la familia de Enrique Tillar y Estrella Leguizamón, oriunda de Mendoza, se radicó en Catamarca y fundó la Tapicería Tillar. Siendo niño, Enrique aprendió el oficio en el taller tapicero de sus tíos. Comenzó desde bien abajo, barriendo el taller, realizando tareas menores, combinándolas con las de la escuela y ayudando a su familia.

Todavía en Mendoza, una joven de apellido Leguizamón, hija de un empleado ferroviario, se cruzó en su camino. Poco después Enrique se casó con Estrella Leguizamón. Vinieron los hijos y todos se establecieron en Catamarca con su propio negocio.

Tuvieron dos hijas y dos hijos. Uno de ellos falleció en un accidente de circulación al poco tiempo de llegar, y parte del eterno vacío que dejó la tragedia fue compensado con el ingreso de un niño, hijo de una familia vecina, que pronto pasaría a ser como un hermano para los chicos Tillar.

“Vivíamos por la Ocampo. Mi hermano tenía siete años, murió en un accidente y quedé como el único hijo varón del matrimonio”, recordó Adrián Tillar, actual propietario de la tapicería que desde hace 46 años funciona en lo que quedó de la antigua escuela de Choya, en calle Adolfo Carranza 400, del barrio Villa Bosch.

“Éramos chicos aun cuando nació José Rodríguez, en una familia vecina. Mi madre lo trajo de bebé a mi casa y para ella siempre fue como un hijo. Es un hermano para mí, y mi ahijado. De chico estuvo con nosotros en la tapicería, tiene amplio conocimiento del oficio y siempre colabora conmigo”, agregó.

Indicó que su padre comenzó trabajando para Estilo Mueble, con local en Chacabuco y Rivadavia, y que fue el primero en fabricar sillones Berger, en la provincia. Entre sus principales obras destacó la creación e instalación del telón de pana, color bordó obispo, que estuvo en el Cine Teatro Catamarca y “era enorme y pesaba toneladas”, además de trabajos para la Catedral Basílica, el Obispado y el Seminario.

“También en la infancia comencé barriendo el taller, destapizando sillas y haciendo cosas pequeñas, como si fuesen travesuras, pero aprendiendo el oficio. Fui creciendo y no era trabajo esclavo porque entonces era normal que a los 16 o 17 años ya estemos formados en algo”, detalló.

“Terminé en la Escuela Industrial y ejercí la docencia durante tres o cuatro años. Como no me gustó la docencia, volví al taller y acá sigo”, remarcó.

Valores

“La tapicería me enseñó a valorar a las personas y que nada tiene valor si no has trabajado por ello. Los niños hoy piden la Play Station, zapatillas caras y las rompen ahí nomás. Nosotros venimos de una época en la que un par de zapatillas tenía que durarnos todo el año. Y jugábamos a la pelota en la esquina, calle de tierra y descalzos para no romperlas. Era así. Era aprender a valorar el trabajo y las cosas”, manifestó.

Consideró que si pudiera volver en el tiempo y debiera elegir una profesión “elegiría la de tapicero de nuevo”, y aseguró que “fue una elección correcta seguir con el taller de mi padre siendo aún muy joven”.

Sobre la continuidad del oficio en la familia, explicó que tiene un hijo que aún no se decide por una profesión, y que la posibilidad está vigente.

Por otra parte, y a pesar de los años trascurridos dijo que está convencido de que se trata de un trabajo que no cansa, no agobia, “porque cambia a cada rato, no es repetitivo. Un día hacemos tapicería, otro día fabricamos un sillón, restauramos un mueble, fabricamos una silla o restauramos muebles antiguos, completamente hasta dejarlos como eran originariamente”.

En cuanto a los materiales que utiliza en el taller informó que en su mayoría son importados y traídos de otras provincias, porque “debido a los cambios de gobierno y sus desafortunadas gestiones muchos fabricantes se fueron con sus fábricas a Brasil, a Chile. Y los pedidos de telas ahora entran a Argentina como importados y hay retrasos de 15 o 20 días en las entregas”.

“Tenemos muchos clientes que son parientes entre sí, porque uno que vino y pidió un trabajo nos recomendó luego a un familiar y ese a otro, y si bien eso nos favorece, también nos crea un compromiso con la calidad en lo que hacemos”, subrayó. En este sentido incluyó en el detalle de los grandes trabajos realizados, los efectuados en colectivos de la empresa GM, en el Círculo Odontológico y pedidos para importantes funcionarios públicos.

Tendencia

Comentó que los clientes por lo general buscan lo nuevo, “lo que sale de la moda europea y norteamericana, lo moderno, con patas niqueladas, más bien cuadrados. Mucha gente sigue buscando los sillones Chesterfield, que van todos con botones, en capitoné o los Berger. Y los fabricamos a medida y teniendo en cuenta la relación de las aberturas de edificio…”.

Y este fue un punto que resaltó especialmente: “Nos pasó una vez, que el cliente pidió un sillón, se lo fabricamos y cuando lo llevamos no había forma de entrarlo por las puertas. Y vivía en un tercer o cuarto piso en un edifico de Maipú y Mota Botello. Al final tuvimos que subirlo con sogas por la parte de afuera, y lo entramos por un balcón. Por eso tomamos siempre la previsión de verificar las aberturas y presencias de escaleras en casas de clientes”.

“Cambiaron los oficios por planes”

“Los gobiernos le quitaron a la gente los deseos de lograr lo que quieren a través del esfuerzo, del trabajo y vocación”, disparó Tillar.

“Si un chico que terminó la secundaria y no tiene ganas de leer ni trabajar con libros o no quiere ir a la universidad, pero tiene vocación por lo manual, hay que darle las posibilidades para que se perfeccione en eso y en dos o tres años sea un profesional preparado, que pueda trabajar y ser feliz con lo que hace”, subrayó.

“Soy feliz con lo que hago y como sugerencia a quienes comienzan a trabajar con un oficio, sea cual sea, seguro les va a costar en un principio. Pero no dejen de trabajar. No renuncien. Sean honestos y en tres o cuatro años van a tener estabilidad. Y siendo responsables, van a comprender que si no te levantás, abrís el negocio y laburás, nunca te va a ir bien”.

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