viernes 22 de marzo de 2024

Crónica de un viaje por Europa en tiempos de pandemia

Por Redacción El Ancasti

Vicente Rigalt integra la delegación de la UTN de Córdoba que hace un mes la emergencia epidemiológica que atraviesa el mundo dejó varada en una ciudad de Bélgica. Cierre de fronteras, cuarentena y un sinfín de muestras de solidaridad reflejan este relato de sesenta argentinos que se adaptan a esta inesperada coyuntura. 

Se estima que, en medio de la pandemia del COVID-19, miles de argentinos todavía se encuentran en el exterior sin poder regresar a nuestro país. 
Entre tantas historias de compatriotas que la cuarentena y el cierre de fronteras los sorprendieron en tierras lejanas, se encuentra la de Vicente Rigalt, español de nacimiento, pero “catamarqueño de corazón” ya que con su madre dirigen la famosa casa de té “Las Lilas”, ubicada en San Antonio, Fray Mamerto Esquiú.
Integrando una delegación de ingenieros de la Universidad Tecnológica Nacional de Córdoba, Vicente –que es Ingeniero Industrial– actualmente está en Bélgica; y en una charla con Revista Express contó los detalles de un viaje largamente anhelado por estudiantes y profesores, y que finalmente se vio afectado por la emergencia epidemiológica que azota a todo el planeta.

Punto de partida
Vicente cuenta que en la Universidad hay una asociación de estudiantes que todos los años venden rifas para solventar este esperado viaje, el cual se hace en sexto año, tiene una duración de cuatro meses y recorre diferentes países de Europa. Así, prácticamente como una tradición, esta iniciativa se lleva adelante desde hace 52 años y participan estudiantes y profes de la institución.
“Es un viaje técnico cultural ya que se visitan fábricas, universidades, una feria de ciencias muy grande en Alemania, y otros destinos de interés”, explica y añade que, en esta oportunidad, viajaron sesenta personas, de las cuales cincuenta y ocho son estudiantes y dos son profesores. 
En este sentido, explica que este viaje se organizó hace un año, con itinerario confirmado y hasta con un manual con todos los lugares adónde ir, dónde estacionar, visitas programadas y demás detalles. Además, al llegar a destino ya tenían previsto alquilar caravanas o motorhomes, distribuyendo seis pasajeros por cada motorhome, y así viajar por Europa. 
“Salimos de Córdoba y el miércoles 11 de marzo tuvimos el vuelo, cuando llegamos a Barcelona todavía estaba todo bien, pero ya había casos de coronavirus; alquilamos las motorhomes y a partir de ahí empezó a ponerse todo más complejo”, empieza relatando el inicio de un viaje que, en días, modificó todo lo planificado durante un año.

Cierre de fronteras
“El día que arrancamos nos dijeron: Es probable que cierren las fronteras de España. Así que al otro día fue salir temprano, compramos 60 bicicletas, una para cada uno, porque las motorhomes tienen para llevar bicis, entonces se llega a las ciudades grandes, se estaciona en un lugar que esté permitido y de ahí es hacer los recorridos, moverse y conocer en bici”.
Luego, relata que estuvieron en Francia dos o tres días: “Ahí Macron anunció que también iba a cerrar las fronteras, y todos los países estaban tomando este tipo de medidas: República Checa, Alemania; mientras tanto nos llegaban mails, cancelando visitas a las fábricas, a la Feria de Ciencias de Hannover en Alemania, y el itinerario ya empezaba a quedar obsoleto”.
El peregrinaje siguió por ciudades francesas como Perpiñán, Carcasona y Toulouse, y en esta última parada las noticias fueron cada vez más acuciantes: “Tenemos un grupo de Whatsapp y teníamos que ver qué hacíamos, unos chicos se habían ido por el norte de España, otros ya estaban más lejos, con la idea de cruzar y llegar a Reino Unido, que finalmente fueron los que pudieron pasar”. 
Con la noticia del inminente cierre de las fronteras de Francia, decidieron viajar a Calais, situada sobre el estrecho que separa el Canal de la Mancha del Mar del Norte, para tratar de cruzar a Inglaterra: “Manejamos desde Toulouse hasta Calais que eran 950 Km en una noche, en una motorhome que no podía más de 90 Km por hora, así que fuimos por las autopistas. Cuando llegamos, buscamos un ferri, pero los oficiales de la frontera no nos dejaron cruzar; les decíamos que ya habían pasado tres motorhomes, dos el día anterior y una esa mañana temprano, pero justo ese día Reino Unido decidió cerrar las fronteras”.
No obstante, Vicente recuerda que los oficiales de Reino Unido dejaban cruzar si tenías pasaporte español (como era su caso) pero no si eras argentino, así que resuelto a no separarse del grupo, finalmente decidieron juntar las siete motorhomes que restaban y evaluar qué hacer.
“Fue un día bastante frustrante porque habíamos pagado un ferri, pasamos una noche sin dormir, cambiando turnos para manejar, fue muy estresante –rememora sobre esos momentos decisivos y añade– Por suerte, un profesor acompañante tenía un conocido en Gante, una ciudad puerto que en su momento fue la segunda ciudad más grande de Europa después de París, y que en estos momentos en la tercera ciudad de Bélgica”.

Bienvenidos a Bélgica
Limitando con Francia, el Mar del Norte, Países Bajos, Alemania y al sur con el ducado de Luxemburgo, Bélgica tiene alrededor de 11 millones de habitantes, los cuales generalmente hablan tres o más idiomas, entre ellos holandés o flamenco, inglés, francés y alemán.
“Cuando llegamos a Gante paramos primero en un parque, después por orden de la policía nos movimos porque justo ese día cerraban las fronteras y toda la actividad comercial –comenta Vicente sobre los primeros días en la ciudad belga– A diferencia de otros países, en Bélgica se permite hacer actividad física, esto es, andar en bicicleta, caminar y correr, no así jugar al futbol, vóley y todo deporte en equipo porque hay riesgo de contagio. Por ejemplo, en Gante tenés bici sendas por todos lados porque la bicicleta es el principal medio de transporte, así que la policía permite ir de a dos, y si se juntan dos o tres personas, menos de un metro y medio no podés estar, es lo que llaman la distancia de seguridad”. 
En ese camping, cuenta, que estuvieron cinco días y que por suerte el clima acompañó porque en esa zona suele llover seguido: “Todos estaban admirados porque desde que llegamos ha habido 90% de días soleados así que decimos que trajimos el sol argentino”, bromea. 
En este sentido, señaló que la policía de la ciudad les dio una lista de hoteles y hostales para que se puedan trasladar a otro lugar, pero que la ayuda finalmente llegó a través de un grupo de Facebook que se llama “Argentinos en Gante”.
“Alguien se comunicó con el gobierno local y desde la oficina de turismo nos ayudaron a encontrar un lugar que es especial para motorhomes, gratuito, donde podés tirar las aguas grises y aguas negras, tenés acceso a agua potable, electricidad, así que ahí estamos estacionados desde hace más de dos semanas”, relata sobre el espacio que actualmente están ocupando. 
Vicente bromea que hasta son “famosos” ya que los medios de comunicación de la ciudad llegaron al lugar para hacerles notas: “Hemos salido en la tapa del diario de acá, en la radio y en la tele”.

Solidaridad
Sobre el recibimiento de los habitantes de la ciudad comenta que “nos han acogido de una forma increíble. Hay una señora que nos preparó un desayuno de Pascuas para todos, se llama Liv, tiene 60 años y viene en su bici eléctrica, nos ha llevado a pasear, es muy simpática y habla español así que puede comunicarse con los chicos de la delegación que no hablan inglés. También hay un argentino que se llama Marcos Ludueña, nos dio una mano enorme ya que nos prestó herramientas y nos ha hecho contactos, y gracias a eso conseguimos un lugar para ir al baño y ducharnos, y un espacio de co-working para usar internet, adonde vamos no más de diez personas en ciertos horarios”. 
Pero eso no fue todo, Vicente señala que incluso recibieron ayuda del dueño de una empresa que les ofreció una casa en Brujas –la famosa urbe queda a 50 Km aproximadamente de Gante– para los cuarenta argentinos varados, pero finalmente las autoridades no los dejaron viajar por la cuarentena que rige en todo el país. También comentó que hay personas que amablemente se ofrecieron a lavarles la ropa: “Todos los días, a las 19, se llevan dos bolsas grandes de ropa y al otro día nos las traen, así que de esa forma nos solucionan en gran parte el lavado de la ropa y el secado”; y agrega que el día que vino la prensa “cayeron con sopas, comida, cerveza y hasta con vinos argentinos. Hay mucho de eso, uno va por la calle, y si te paran, te preguntan de dónde sos y te dicen ¡Ay son los chicos de Argentina! Así que somos medios famosos acá, es muy gracioso la verdad”, dice Vicente mientras se ríe de la inédita situación que están viviendo.
 
Trabajo y voluntariados
Vicente comenta que la delegación de ingenieros argentinos está colaborando en distintos proyectos y voluntariados en la ciudad de Gante. “Personalmente estoy en un voluntariado que se llama Let’s Save Food que consiste en buscar comida en supermercados, cocida o que está por vencerse, o fruta que está bien, pero por alguna cuestión no se puede vender, que se tira. Entonces vamos en bicicletas con carros, se recupera esa comida y después se la distribuye gratuitamente en la ciudad para quien la necesite. Está buenísimo hacer eso y además me regalan comida para llevar”.
En tanto, otros integrantes de la delegación están haciendo voluntariados en huertas comunitarias o realizando tareas de refacciones. 
Además, en los últimos días, Vicente comentó que también están trabajando en un proyecto para desinfección de elementos de hospital “que son descartables ya que no hay suficiente cantidad, así que estamos ayudando para buscar soluciones viables”. 
Con respecto a los chicos de la delegación que cruzaron a Reino Unido, señala que están bien: “Algunos alquilaron un Airbnb para estar más cómodos en Cardiff, que es la capital de Gales; y después hay otros chicos que se fueron a una granja a hacer trabajo voluntario y el dueño les da comida y se pueden quedar ahí, similar a un intercambio como los Work & Holiday. Son 20 chicos allá y acá quedamos 38 – cinco mujeres y el resto varones- ya que se ha ido uno de los profesores y una de las chicas porque consiguieron un vuelo de repatriación para alemanes que salía de Frankfurt”.

Embajada de Argentina
Vicente cuenta que si bien la Embajada de Argentina en Bélgica les comunicó que están disponibles por si necesitan algo, la ayuda se materializó en autorizar la vuelta de los dos integrantes de la delegación vía Frankfurt.
“Justo había un vuelo de repatriación que salía de esa ciudad y se iba a buscar alemanes que estaban varados en Argentina. Como ese avión iba a ir vacío, se fijaron qué personas estaban en la zona y estuvieran en riesgo podían acceder al vuelo; en este caso fue uno de los profesores que tiene más de 60 años y problemas cardíacos, y una de las chicas que no le funcionaban las tarjetas de crédito. Ellos pudieron volverse en este vuelo de repatriación y ahora están haciendo la cuarentena en un hotel de Buenos Aires”.
Finalmente, analizando la realidad que les toca vivir, en plena pandemia, y en un lugar tan distante de sus familias y hogares, Vicente reconoce que “acá lo más peligroso es que, como somos muchos, si alguno se llega a agarrar el virus, lo más seguro es que todos caigamos enfermos; por eso tenemos reuniones cuando algo sucede. Hasta el momento gracias a Dios todos estamos muy bien de salud, cuidamos la higiene, la distancia entre nosotros y el resto de la gente, y nos saludamos con un choque de codos”. 
Sin embargo, confiesa que “se extraña muchísimo los abrazos, y ese tipo de muestras de afecto no se ven incluso entre nosotros mismos. Un poco por costumbre, no somos tan afectivos como somos allá en Argentina”.
Hace unos días se confirmó que Bélgica continuará con la cuarentena extendida hasta el próximo 3 de mayo. Mientras tanto, Vicente y sus 37 compañeros de este viaje que nunca olvidarán, seguirán en Gante, colaborando en diversos proyectos y voluntariados que los mantienen ocupados mientras dura la cuarentena, a casi 12 mil kilómetros de nuestro país.


Lidia Coria

 

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