jueves 28 de marzo de 2024

El cruce de la cordillera, en 1817

Hace tres años atrás se recordó el bicentenario de la mayor epopeya militar en suelo americano: el cruce de los Andes. La columna Norte del Ejército pasó por Catamarca.

Por Redacción El Ancasti

Todas las columnas que cruzaron para liberar a Chile primero y luego al Perú, regularon su marcha por etapas, estando determinadas fundamentalmente, por la existencia de agua, de leña y de pasto entre un punto y otro, para las necesidades de los expedicionarios y de sus animales. 

Las distancias a recorrer no siempre fueron uniformes, algunas más extensas que otras. Estas distancias también se relacionaban con lo escabroso del terreno, por lo que a veces una etapa era más corta, según las dificultades que encontraban. Como resultado de estas cuestiones las marchas culminaban en distintos horarios, a las 17; a las 20 o a las 23 horas y en algunas ocasiones más tarde aún. Pero las actividades se reiniciaban al alba.

Seis fueron las columnas que atravesaron la cordillera de Los Andes. Cada una con objetivos bien definidos, pero muy distintos. Sintéticamente, podemos dividir estas columnas en principales y secundarias. Las primeras fueron dos y constituyeron el eje que culminó con la victoria de Chacabuco. Las secundarias fueron cuatro y sus objetivos generales fueron ocupar extensos territorios y confundir a los realistas obligando a la dispersión de sus fuerzas. 

Para Catamarca, resulta interesante conocer el recorrido y algunos detalles de la Columna Norte que, saliendo de Tucumán, pasó por nuestra provincia en dirección a La Rioja, para luego cruzar la cordillera de los Andes. Esta columna es de la que menos comunicación se tuvo; mientras avanzaba por terreno argentino, estuvo bajo el mando del General Manuel Belgrano. Sus efectivos
pertenecían al Ejército Auxiliar del Alto Perú. El Coronel Francisco Zelada, un experimentado militar que había tomado parte en las campañas del Alto Perú, recibió alrededor de 50 soldados de línea y desde Tucumán, partió con dirección a La Rioja, siguiendo el itinerario de: La Cocha; Las Sierras del Alto en Catamarca; Cuesta del Totoral; Valle Central y Chumbicha; luego ingresar a La Rioja por Aimogasta; Camino del Inca; Cordón de Famatina para bajar por el valle de Vinchina hasta Guandacol. En Guandacol se acrecentó con importantes contingentes riojanos de la costa y de los llanos, a órdenes del capitán Nicolás Dávila y de Fulgencio Peñaloza, respectivamente.

Así, todos reunidos en Guandacol, el 24 de enero de 1817, unos 370 hombres partieron hacia Chile para cruzar por el Paso de Comecaballos (actual Pircas Negras) por la Cordillera de los Andes y lograr el control de la ciudad de Copiapó. 

Analizando la travesía por territorio catamarqueño, que transcurrió desde la vieja entrada de la Cuesta del Totoral hasta La Cébila, podríamos decir que en general siguieron por parte de la actual Ruta Nacional 38, y en parte por caminos secundarios de Valle Viejo y Capayán.

Del Totoral a la Cébila

Actualmente, las marchas en baja y media montaña, se realizan en jornadas diarias de entre 30 y 40 kilómetros. Hace 200 años no deberían haber sido más prolongadas, por la precariedad de los caminos y dependiendo, como se dijo al inicio, de la existencia de agua y leña; por lo que podríamos imaginar a esa tropa de Zelada que ya había recorrido alrededor de 230 km desde San Miguel de Tucumán, empleando unos siete a nueve días, aproximadamente, hasta el límite actual de Catamarca.

 Al ingresar desde La Cocha y el Totoral, habrían tenido unos 120 km. más, entre 4 y 6 días para cruzar nuestro Valle Central. Nos imaginamos también, que habrán descansado luego de la
sinuosa Cuesta del Totoral, y en cada arroyo y río tener que vadearlo como podían; parar al llegar al río Santa Cruz. Continuar en otras jornadas siguiendo por Valle Viejo, manteniéndose cerca del río del Valle, continuar hacia Miraflores, Huillapima, Capayán; pasar varios arroyos que en verano solían traer bastante agua, pasar por cerca de Chumbicha y cruzar por La Cébila rumbo a La Rioja.

El autor de este artículo no ha encontrado referencias del pasaje de esta expedición por Catamarca; no obstante recordemos que el Valle Central era muy fértil; existía una gran actividad agrícola (algodón, trigo, cebada, frutales de todo tipo, aguardiente, etcétera) y el de Capayán se destacaba además por la cría de ganado, en especial el mular; éste era “el tren de cargas” que se utilizaba para llevar abastecimientos hacia el Noroeste y hasta Potosí. Desde allí se traía el mineral del Cerro Rico.

Para resumir, estamos seguros de que los pobladores de Catamarca, los recibieron con entusiasmo y con gran espíritu de colaboración, que les habrán ofrecido todo lo que necesitaban: alimentos, forraje, animales de transporte y de carga, y por qué no algún confortable rancho, para que aquellos repusiesen sus fuerzas y levantaran su moral; porque sabían que iban a luchar y hasta dejar sus vidas por nuestra libertad nacional, ¡en otro país!

Por último, deseamos mencionar que, como rutas sanmartinianas, esos pasos podrían ser Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad, según una solicitud del Gobierno de la Argentina aceptada en el año 2019. La postulación ante la UNESCO para que esas rutas se sumen a los 1073 sitios de 167 estados que hoy son reconocidos como lugares de la Tierra con un "valor universal excepcional" fue inscripta en una lista preliminar de esa organización.

Las provincias de Mendoza y San Juan, junto con las Universidades Nacionales respectivas, entre otros organismos, se han adherido a esa postulación. 

Por su alto interés histórico, cultural y turístico, sería interesante que los organismos pertinentes, provinciales y municipales de Catamarca, consideren su adhesión. Asimismo realizar acciones de difusión, poniendo en valor este tramo que le correspondió a Catamarca, denominándolo por ejemplo ”Paso de la columna Norte del Ejército de los Andes en 1817 por Catamarca”; colocando referencias y siluetas en varios lugares a lo largo del trayecto mencionado, para que los turistas las reconozcan visualmente. Y para que los catamarqueños nos sintamos parte de nuestra rica historia provincial. 

Texto: Colaboración del Cnel. Héctor Evaristo Sánchez
Fotos: Pinacoteca Sanmartiniana de Fidel Roig Matóns- 2011
 

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