martes 19 de marzo de 2024
Análisis

La agricultura y su revolución digital

Por Rodolfo Schweizer- Especial para El Ancasti- Marzo 2021

Por Redacción El Ancasti

Si algo faltaba para llevar la agricultura al pico de su desarrollo actual, ese momento le ha llegado con la digitalización en estos últimos años. Ella llegó en momentos en que el planeta va siendo cada vez más pequeño para satisfacer la creciente demanda de alimentos por parte de una población en constante crecimiento, mientras reclama a gritos detener su degradación ecológica causada por agroquímicos, pesticidas y basura de todo tipo.

Lo productivo tiene que ver con la necesidad de prever cómo se alimentará a 2.000 millones de personas más en el año 2050. Hoy la población mundial es de 7.700 millones de personas. En el 2050 serán 9.700 millones. Habida cuenta de que el planeta no tiene dimensiones infinitas como para seguir incrementando indefinidamente las áreas sembradas, la única respuesta para aumentar la disponibilidad de alimentos es aumentando la eficiencia del proceso de producción de ellos. Obviamente, la agricultura está en la primera línea de esta necesidad a cubrir. Por lo tanto, la digitalización le llegó justo a tiempo para poder responder a esa demanda de la humanidad. Como se distribuye todo este avance a toda ella, es parte de otra historia que tocamos al final.

Otro horizonte litífero
  • Nueva agenda verde
  • Lo ecológico, en cambio, se relaciona con la necesidad de reducir los efectos negativos de la explotación agraria sobre el medio ambiente. Según la FAO, la agencia de las Naciones Unidas encargada de monitorear el desarrollo de la producción de alimentos y la agricultura a nivel mundial, la tarea agrícola ocupa el 50% de la tierra habitable del planeta ygenera el 22% de los gases causantes del calentamiento global. Los efectos de este último proceso ya lo están experimentando los pueblos en todo el planeta, con inundaciones y sequías catastróficas. En estos días se anunció que para 2100 el verano puede durar unos 6 meses, lo cual preocupa (https://www.livescience.com/six-month-long-summers-2100.html). Sin ir muy lejos, los 80 milímetros caídos en un par de horas hace unas semanas, que se llevó autos, contenedores de basura y hasta el pavimento en algunas avenidas de nuestra ciudad, es una muestra de la rutina que nos espera con el cambio climático. 

    Pero, la agricultura tiene otros problemas asociados: consume el 70% del agua dulce del planeta y produce el 78% de lo que los científicos llaman la eufratización de los océanos, diques, lagunas,etc., que no es otra cosa que el nombre científico de la contaminación de los mismos, causado por los nutrientes originados en los agroquímicos, los fertilizantes (fósforo y nitrógeno) y la descomposición del desecho animal y humano, arrastrados por el agua superficial que escurre después de las lluvias a través de arroyos, ríos, cloacas, para terminar en esos reservorios.

    Esa agua contaminada que,en nuestro caso, llega a los diques es la que alimenta el desarrollo de las algas, que al descomponerse absorben el oxígeno del agua, causando la mortandad de peces y otras especies acuáticas. Un artículo en El Ancasti, hace pocos días, contando de la mortandad de peces en el dique de Sumampa, es el ejemplo más cercano de este problema. Imaginemos el perjuicio en los océanos.

    Los daños colaterales de la agricultura son muchos más que los mencionados, pero se cree que la llegada de la digitalización a ella permitirá reducir significativamente estos efectos nocivos a la naturaleza. De eso se trata este artículo, basado en parte en datos técnicos de la BBC de Londres.

    Evolución

    En los últimos 25 años la agricultura ha pasado por tres etapas: la “agricultura de precisión”, la “agricultura inteligente” y ahora la “agricultura digitalizada”. 

    En el primer caso se buscó la optimización. Para ello se aplicó tecnología para manejar los cultivos observando, midiendo y analizando la necesidad de ellos individualmente. Eso comenzó hace unos 25 años, cuando John Deere adicionó el GPS a la maquinaria agrícola, para poder manejarla con precisión en cualquier estado del tiempo. Este avance ayudó, por ejemplo, a aplicar una cantidad de fertilizantes basado en el estudio de las necesidades reales de cada porción de terreno, lo que evitó fertilizar áreas que no lo necesitaban. Por lo tanto, se optimizó su uso, ahorrando costos y reduciendo el impacto ambiental.

    Con el tiempo, a la agricultura de precisión se le incorporaron nuevos desarrollos tecnológicos, con lo que llegó a la etapa de la “agricultura inteligente”, también llamada “Agricultura 4.0”. Ahora el campo dejó de ser tratado como un desafío meramente técnico de parte del cultivo, para ser considerado como una unidad económica agraria compuesta de varias partes que se debían coordinar entre ellas. Esto demandó la necesidad de conectar esas partes, lo cual obligó a acceder a datos que estaban más allá del campo de cultivo. Con ello, la hora de ser parte de una red le había llegado, lo cual se concretó con el acceso a la internet vía satélite, la llamada “Internet de todas las cosas” (IoT en inglés).Ahora el campo se administraría desde una Tablet o un celular.
    Con esa infraestructura comunicativa, el agricultor no solamente podía coordinar la maquinaria agrícola, los suministros, la mano de obra, sino también acceder a otra información esencial, como la condición de los suelos en función del cultivo, plagas regionales, estado y pronóstico del tiempo, costos, etc., todo lo cual complementaba la experiencia que ya habían heredado de la “agricultura de precisión”. El riesgo de las evaluaciones intuitivas pasó a ser cosa del pasado.

    Finalmente, en la tercera etapa, la de la “digitalización”, el objetivo fue poner en valor lo producido, para presentarlo y ofrecerlo al mercado a través del acceso a las grandes plataformas internacionales de información agrícola, a las cuales tiene acceso todo el mundo. 
    Se asegura que toda esta evolución tecnológica aumentará la eficiencia agrícola al usarse menos agroquímicos, menos maquinaria agrícola, menos agua, menos terreno y menos tiempo que el que se usaba hasta ahora.La aplicación de la Inteligencia Artificial, en la que está basado todo este proceso, aconseja o decide qué hacerse diariamente con un cultivo, con sus problemas, con sus necesidades y brinda, basado en datos locales y mundiales al instante, un diagnóstico y una estimación de lo que se puede esperar del mismo. 

    Los medios

    Según informa la BBC, tres son los elementos que impulsan la revolución digital en la agricultura: 1) El desarrollo y aplicación de sensores extraordinariamente pequeños y baratos para relevar datos sobre el mismo terreno. 2) El desarrollo de tecnología de comunicación para transferir datos entre el lugar donde está instalado el sensor con la “nube” computacional donde se almacenan los datos recogidos sobre el terreno. 3) El desarrollo de tecnología para procesar una cantidad impresionante de datos a través del uso de inteligencia artificial y aprendizaje automático. Esta última propiedad se refiere a la habilidad de las computadoras para detectar patrones de comportamiento y construir algoritmos (ecuaciones de programación propias) que le permiten operar de forma independiente en base a esos datos, sin ayuda de un programador. Como dice aquel medio, la “Internet de todas las cosas” es ahora la “Internet de las cosas vivientes”. 

    Los sensores

    Según Susan McCouch, Directora del Instituto de Agricultura Digital de Cornell University, hoy se pueden diseñar sensores que mediante sus propias mediciones sobre el terreno y su programación pueden, por ejemplo, decidir regar un campo de cultivos, siempre y cuando la información satelital no le indique que se espera una lluvia inminente, en cuyo caso suspende el riego. 
    Las aplicaciones de esta tecnología cubren una infinidad de tareas, como ser la detección de malezas; la evaluación del crecimiento de las plantas y su follaje, la evaluación del suelo, la conveniencia o no de sembrar cierto grano en un lugar o de usar un determinado spray o no en función del pronóstico del tiempo. 

    Otros desarrollos han llevado a extender esta aplicación al control de la salud de los animales. Se cita como ejemplo el control del estado de las vacas de los tambos mediante el control del digerimiento de sus alimentos, usando sensores colocados en sus panzas. Como se sabe, una vaca rumia a veces el alimento, o sea que lo come, lo devuelve a la boca, lo vuelve a masticar y lo traga de vuelta o lo expulsa. El proceso indica un problema estomacal en el animal. El nuevo sensor instalado en su panza detecta el problema e informa a tiempo del mismo, antes de que tenga otras consecuencias. 

    Los satélites y la robótica

    En el tema del uso de imágenes satelitales como ayuda al monitoreo de los cultivos se menciona como ejemplo a Planet (https://www.planet.com/), una compañía dedicada a tomar imágenes del planetay a hacer visible los cambios que se producen diariamente en el terreno, en un cultivo o en una planta,con el fin de actuar sobre ellos. Justamente, para atraer interés en la precisión de sus servicios, esta compañía muestra en su presentación como se deforesta la Amazonia en Brasil y en Bolivia. Las fotos muestran imágenes satelitales día a día, hora a hora de estos avances irresponsablessobre la naturaleza. ¡Al satélite no se le escapa nada!

    Según su sitio web, la investigación geoespacial sobre el terreno se hacecon la ayuda de unos 200 mini satélites del tamaño de una caja de zapatos, los cuales orbitan el planeta cada 90 minutos, generando 3 millones de fotografías por día de toda su geografía y con una resolución de 3 a 5 metros. Esto permite detectar al detalle síntomas tempranos de enfermedades y analizar cambios y datos de vitalidad en las plantas, monitorear áreas de interés, revalidar o no información sobre el terreno y descubrir tendencias relevantes para la organización agrícola. 

    Mas cerca de la tierra, otra compañía, X-TheMoonshot Factory (https://x.company/) aplica su experiencia en el manejo de datos usando la robótica para tomar imágenes tridimensionales de las plantas y combinarlas con los datos de los sensores, con el fin de predecir cómo interactuarán con su medio ambiente o para determinar el mejor tratamiento a implementar en caso de ser atacada por alguna plaga. Quizás no sea una exageración cuando hoy se dice que se puede “leer” una planta desde el espacio, como se lee un libro en la tierra.

    Un par de ejemplos:

    Polinización

    Una de las nuevas aplicaciones de esta tecnología es en el campo de la polinización. La investigadora irlandesa Fiona Murphy se ha estado dedicando desde 2003 a rescatar la industria apícola de los daños que, por entonces, diezmaron los panales de abejas por efecto de los pesticidas. Para ello, a través de su proyecto Apis Protec (https://apisprotect.com/), ha creado sensores inalámbricos del tamaño de un celular que, una vez instalados en el panal,monitorean el comportamiento de las abejas las 24 horas del día. 

    Ellos registran la temperatura, humedad, sonido y movimiento de las abejas, información que luego es procesada en computadoras para advertir al productor de cualquier anormalidad dentro del panal. Obviamente, el hecho de que haya un sensor cuidando internamente al mismo, evita, según ella, el tener que molestar a las abejas sanas con controles molestos. En este momento, su grupo está monitoreando el comportamiento de unos 20 millones de abejas en Europa y EE.UU.

    Los tomates de Holanda

    En este paísel cultivo de tomate en racimos se hace en locales cubiertos, lo cual permite controlar el ambiente en que la planta se desarrolla. Hasta hace poco, el rendimiento del cultivo se estimaba a ojo, lo que introducía un amplio margen de error, aun con el técnico más experimentado en la metodología de medir.

    Ahora, esa estimación la hace un robot identificado como El Plantalyzer, el cual se mueve a lo largo de un riel, cuenta los tomates en la rama, los clasifica y, a través de su software, estima la producción de la planta con una precisión entre 85 y 95% de exactitud. El dispositivo controla 5.000 plantas por noche. 
    Pero, ahí no termina la ayuda del mismo. Su información le permite al productor negociar un mejor precio con anticipación, planificar el transporte de la producción y evitar cualquier desperdicio. A nadie extraña, por lo tanto, que Holanda, uno de los países más pequeños del planeta, sea hoy en día el que mayor rendimiento de tomates tenga por superficie: 50.965 ton/km2

    La nueva realidad

    Los pocos ejemplos citados demuestran que la tecnología de última generación aplicada a la agricultura ha alterado totalmente las reglas de juego en que hasta ahora se desarrolló la misma.De ser un estilo de vida personal y comunitario, ha pasado a ser, guste o no, una mera generadora de calorías para consumo humano. 

    El avance tecnológico ha mejorado, sin duda, la relación entre esa actividad y la preservación del medio ambiente, un tema crucial en la preservación del planeta y el control del calentamiento global. El haber reducido el uso de pesticidas, fertilizantes, agua de regadíos, cantidad de terreno usado, etc., no es poca cosa.

    Más aún, el desarrollo de la tecnología y la Inteligencia Artificial han ayudado a controlar la complejidad de un sistema productivo como el agrícola, donde la multiplicidad de variables a considerar supera la capacidad humana de análisis; desde el momento en que se decide roturar la tierra para desarrollar un cultivo, hasta el final en que el producto llega a los estantes de un supermercado en cualquier lugar del mundo. Sin la ayuda de la tecnología, esto habría sido imposible. 

    Pero, como con toda nueva aplicación tecnológica, su implementación sobre el terreno también ha implicado pérdidas importantes. En primer lugar, pone en apuros al pequeño productor que no puede acceder a esta nueva tecnología. En segundo lugar, ha implicado la pérdida de puestos de trabajo para grandes sectores de la población, especialmente el habitante rural con solamente educación básica, que ha dedicado su vida, por generaciones, a trabajar la tierra.La pregunta que todavía espera una respuesta es cómo combinar el progreso tecnológico sin generar estos desplazamientos de población, que no son gratuitos en sus costos para ningún estado. 

    En nuestro país, el descuido a esta situación ha causado tremendos problemas sociales en estos últimos 50 años, los cuales han tenido su impacto político. Si bien no se pueden negar los beneficios de la tecnología en la agricultura y de ésta en la economía, que ha llevado a nuestro país a estar entre los mayores productores de granos en el mundo, también es cierto que su tecnificación alimentó el desplazamiento de millones de personas del campo a la ciudad. Las barriadas marginales en las grandes urbes con todos sus problemas colaterales, ante los cuales el estado no tiene medios ni recursos suficientes para atender ni controlar,están habitadas en gran parte por esas multitudes desplazadas del campo. Ellas son la prueba de que algo anduvo mal en todo este proceso de modernización.

    Ahora bien, estas fallas colectivas no pueden constituirse en impedimentos para adaptarnos a los cambios tecnológicos, porque de ellos depende la competividad económica de los países y sus sistemas productivos. El proceso de la globalización de la economía, ese cepo del cual ningún país que pretenda sobrevivir puede hoy escapar aparentemente, cabalga en el avance de la tecnología, que alimenta esa competencia. La digitalización de la agricultura ha llegado simplemente para llenar ese nuevo espacio. Los demás problemas colaterales que ello pueda suscitar son problemas nuestros, como sociedad o individuos.
     

    Seguí leyendo
    LO QUE SE LEE AHORA
    Arcadium Lithium opera el proyecto Fénix.

    Te Puede Interesar