viernes 15 de marzo de 2024
Análisis

Pensando la salida II

Por Marcelo Altamirano (*) - Especial para El Ancasti

Por Redacción El Ancasti

En la primera parte de esta pequeña saga hice referencia a la acción del gobierno refiriéndome al estímulo a la demanda agregada a partir del aumento del gasto público. Quedó muy claro, al menos para el escriba, que no había juicio de valor respecto del aumento sin límites del gasto público; lo que decimos es que el gasto es solo una de las herramientas de política económica que tiene el gobierno, no la única y no debe usarla indiscriminadamente.

Debería quedar claro también que cuando el gobierno gasta estimulando la demanda y con ello pretende incidir en la distribución del ingreso, debería saber que eso no es tan sencillo de lograr. Hay en economía un concepto que se llama elasticidad, que mide la reacción de las cantidades ofrecidas y demandadas ante los cambios en algunas variables que las determinan, cuando más elasticidad tienen más se aprovechan los subsidios y mejor se transfiere el pago de impuestos. Aclaro por las dudas, si el gobierno cobra un impuesto a un bien cualquiera y en ese mercado la oferta es más elástica que la demanda, entonces la mayor cantidad de impuesto la va a pagar el consumidor, o lo que es lo mismo si se otorga un subsidio la oferta se llevará un mayor porcentaje.
Vamos entonces con la segunda parte de la saga. No se preocupen, no tiene tantos episodios esta historia, aunque haya mucha tela para cortar.

Pensando la salida

Hay abundante evidencia empírica respecto de que las personas de bajos ingresos no solo consumen prácticamente todo su ingreso, sino que también tienen una demanda bastante más inelástica que las personas de mayores ingresos y estas últimas destinan buena parte de sus ingresos a la demanda especulativa de dinero y al ahorro. Es decir que es muy probable que un muy alto porcentaje del estímulo monetario a la demanda, por lo que digo más arriba, por estructura previa del mercado y por limitaciones sanitarias, termine en manos de los productores de alimentos y de la especulación financiera. Aquí no hay lugar para distinguir si el dinero proviene de una AUH, o de un sueldo en blanco, por si hay algún desprevenido, todo va a parar al mismo lugar. 

Les paso un par de datos de contexto: alrededor de unas veinte empresas elaboran el 80% de los alimentos y bebidas que se venden en el mercado interno y unas cinco cadenas de ventas manejan el 65% de la comercialización de esos bienes. El sistema productivo industrial tenía a la entrada del virus casi el 50% de capacidad instalada ociosa. Por otra parte, en nuestro país no hay un sistema eficiente de cálculo oficial del costo de producción industrial, como para permitir un control efectivo de precios y es una de las razones por la que resulta muy complejo administrar sistemas de precios máximos. Por otra parte, el vicepresidente del BCRA indicó que, al contrario de lo que se piensa, la base monetaria disminuyó en términos reales ya que al 23 de abril creció el 8,3% en lo que va de 2020 y 40% en un año calendario. Las ventas minoristas se desplomaron, cayó la recaudación y por ende la coparticipación de impuestos.

Entonces, emitir en contextos de pandemia o de recesión no es causal de inflación per se, pero tampoco es garantía de reactivación de mediano plazo.

Para poder salir airosos de este histórico desafío deberíamos hacernos más preguntas ¿Es posible pensar en una política económica de emisión monetaria controlada, en un contexto altamente especulativo sin regular a las empresas formadoras de precios que no pueden argüir presión de costos pues tienen tarifas congeladas y salarios a la baja (acuerdo UIA-CGT de reducción salarial)? ¿Es posible avanzar en el equilibrio fiscal, sin una reforma impositiva definitiva y no regresiva? ¿Es posible avanzar en la recuperación económica cuando los gobernadores de los estados provinciales, ante la disminución del goteo nacional, se sientan tentados de emitir cuasimonedas pateando su responsabilidad social y productiva para adelante? ¿Es posible avanzar sin una reforma financiera y que la banca no mire para otro lado cuando se habla de Leliqs, dólar mep, contado con liqui? ¿Es posible recrear un mercado de capitales en pesos sin un BCRA comprometido con la política económica?
¿El gobierno tiene alternativas?, en términos teóricos la repuesta es SI. Ahora bien ¿La sociedad está dispuesta a abandonar las discusiones secundarias, que alimentan la grieta y asumirse como la única capaz de controlar los desvíos de mercados y gobiernos? ¡¡¡Esto es más difícil de responder!!!


(*) Licenciado en Economía. Docente investigador de la UNCA.

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