En los últimos años, los casos de violencia escolar y bullying ocuparon un espacio central en la agenda pública. Sin embargo, no toda situación de conflicto entre chicos requiere la intervención judicial.
Los chicos deben aprender a manejar la frustración y las familias involucradas deben comprometerse.
En los últimos años, los casos de violencia escolar y bullying ocuparon un espacio central en la agenda pública. Sin embargo, no toda situación de conflicto entre chicos requiere la intervención judicial.
Así lo explicó la asesora de Menores N° 1, Daniela Faerman Cano, y el defensor Penal Juvenil, Sergio Daniel Véliz, en diálogo con Mañana Central, de Radio Ancasti.
Sobre los alcances y los límites de la judicialización de estos casos, Cano explicó que el bullying es una forma de violencia entre pares, entre chicos en edad escolar, que no se limita al ámbito de la escuela y que puede darse en un club, una iglesia o cualquier espacio donde haya convivencia.
“Es un acoso sistemático y continuo, que tiene una finalidad clara: humillar, avergonzar, aislar o excluir, y que se genera en una relación donde hay una jerarquía de poder, donde uno de los chicos con quienes comparte los espacios se pone en una jerarquía superior a los otros”, señaló y advirtió: “No todo lo que sucede es bullying”.
Consideró además, que es normal que suceda que un niño no invite a otro a su cumpleaños o que tenga afinidad con otros: “Los chicos tienen que aprender a manejar la frustración de que no todos van a ser mis amigos o me van a aceptar y querer. El bullying tiene sus características específicas”.
Lo judicial
Cano remarcó también que “el límite entre el juego y el maltrato es el dolor del otro”, y que “el bullying no es cualquier conflicto entre chicos”.
Por su parte, Véliz dijo que la violencia escolar “no es un hecho aislado, sino un reflejo de lo que ocurre en la sociedad y en las familias”.
“Un niño que en su casa está acostumbrado a ver gritos, golpes o maltratos, lamentablemente va a replicar esa conducta. Pero es importante entender que no todo lo que pasa en la escuela constituye un delito ni requiere intervención judicial”, agregó.
Explicó además que la Justicia interviene únicamente cuando hay hechos que encuadran en un tipo penal, como lesiones, amenazas o delitos más graves: “En el fuero Penal Juvenil actuamos en una determinada edad, pero fundamentalmente debe haber un delito. Por ejemplo, una amenaza que anuncia un hecho dañoso y que cause en la otra persona un temor fundado. No cualquier cosa es un delito de amenaza".
Fotos íntimas
"Existen casos mucho más graves de abuso y casos que son muy comunes hoy en día y que tienen que ver con la difusión no consentida de fotos íntimas. Está muy naturalizado entre los chicos compartir entre novios una foto íntima y luego esa imagen, ya sea porque se la sustraen del dispositivo o porque el chico o la chica la viralizan sin consentimiento del otro, sí constituye un delito. Pero hay que dejar en claro que no cualquier conflicto o amenaza verbal es un caso judicial", aseguró.
Faerman Cano coincidió en que el bullying es un problema social “que no tiene un solo responsable ni va a ser resuelto por un solo organismo”.
La escuela
Agregó que la escuela tiene un papel clave y una responsabilidad legal. “Tiene la obligación de intervenir inmediatamente en el momento en que se advierte la posibilidad de un hecho de bullying. El rol preventivo es mucho más importante que pretender solucionar cuando el problema ya está instalado y probablemente otro niño haya sufrido mucho daño.”
Apuntó a la Ley 5402, que asigna un rol específico y activo a cada escuela, el de generar consejos dentro de cada institución que tomen conocimiento de las situaciones de violencia y adopten resoluciones sobre cómo ir resolviéndolas.
Pero la primera intervención, apenas se toma conocimiento, es fundamental porque dentro de este circuito de violencia están involucrados otros niños que participan aplaudiendo o tolerando.
“Que uno de esos niños intervenga y rompa el silencio y le diga a la maestra exige una respuesta, porque no habrá una segunda vez en que se rompa el silencio.”
El abordaje, añadió, debe ser interdisciplinario y tiene involucrados fundamentales, que son los padres.
Los dos profesionales coincidieron además en que la Justicia no es el ámbito adecuado para resolver la mayoría de los conflictos escolares.
“El padre que va a hacer una denuncia cree que ya agotó sus recursos y que ahí va a encontrar una solución. Pero no siempre es así. La vía judicial puede generar frustración, porque la solución está en el trabajo conjunto de la escuela y la familia”, explicó Faerman Cano.
Véliz agregó que, en el fuero Penal Juvenil, se busca una mirada restaurativa más que punitiva, en el caso de chicos de entre 16 y 18 años.
“No se trata solo de castigar, sino de que el joven asuma la responsabilidad, pida disculpas y repare el daño. Lo importante es recuperar la paz social y evitar la reincidencia”, apuntó.
Dijo que la idea es “tratar de que el joven se responsabilice por lo que hizo, y que de esa manera busque pedir disculpas y reparar el daño, buscar la pacificación de un conflicto que rompió la paz social”.
La familia
“Si un joven crece en un ámbito donde permanentemente le bajan la autoestima, lo maltratan o lo golpean, ese joven va a repetir eso que recibe”, dijo Véliz.
A su vez, Faerman Cano remarcó: “Nunca escuché a un padre que diga: ‘Estoy preocupado porque me dicen que mi hijo ejerce bullying’, o ‘Estoy pensando qué voy a hacer a partir de que mi hijo hace estas cosas’. Normalmente esto se minimiza, pero el límite entre el juego y el maltrato es el dolor del otro. Cuando el otro sufre, ya no es un juego, y es muy difícil que las familias asuman el compromiso.”
“Si desde mi casa no genero el cambio, no me pregunto qué estoy haciendo para que mi hijo se comporte de esa manera, no va a cambiar nada.”
Para el defensor Véliz, los primeros que deben acompañar y educar son los padres, seguidos por la escuela:
“La escuela debe actuar no solo ante el hecho, sino de manera preventiva, con talleres y espacios de diálogo. Los chicos tienen mucho para decir y es importante escucharlos”.
Para finalizar, Faerman Cano enfatizó: "Los chicos no necesitan sermones ni películas. Necesitan espacios abiertos donde puedan expresarse, discutir y resolver los conflictos de manera comunitaria".n