jueves 28 de marzo de 2024
Desde 2011 se entregaron 20.000

Se controlan 9900 botones antipánico, solamente en CABA

Por Redacción El Ancasti

Mariana Urtasún está a cargo del Centro de Monitoreo de Alarmas y Móviles de la Policía de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Actualmente, esta jurisdicción, la más poblada del país, registra 9.900 botones antipánico en pleno funcionamiento. La referente manifestó que gracias a estos dispositivos, en el 2017 se detuvo a 95 personas. A la vez, remarcó que ninguna mujer que los haya tenido fue asesinada en el ámbito porteño. 

Mariana Urtasún (56) comenzó estudiando Fonología y luego la vida la llevó por diferentes caminos. En 2014, luego de pasar por una situación familiar muy dolorosa, decidió dedicarse a lo social y desarrolló un proyecto que tenía que ver con la trata en los talleres clandestinos. Fue a partir de esa iniciativa que le ofrecieron hacerse cargo del botón de pánico solidario. Hizo varias capacitaciones en violencia de género y hoy es la responsable del Centro de Monitoreo de Alarmas y Móviles de la Policía de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la encargada del controlar los 9900 dispositivos activos. Cada uno de ellos es una víctima que se monitorea las 24 horas del día, los siete días de la semana. Desde el 2011, cuando se pusieron en práctica, ya fueron entregados unos 20.000.

El dispositivo de seguridad tiene tres aplicaciones: SOS, chat, y la posibilidad de comunicarse con un operador para situaciones que no sean de emergencia (por mal funcionamiento del aparato, búsqueda de una comisaría u hospital o si la persona está extraviada). En el caso de que la persona se encuentre en riesgo y no pueda hablar con el operador por encontrase cerca de su agresor u otra situación que lo amerite, existe la posibilidad de comunicarse a través de un chat, por medio del que se pueden enviar fotos y videos, un sistema similar a los utilizados en las redes sociales. En los casos del botón antipánico judicializado, el protocolo indica que una vez que el juzgado hace entrega del artefacto la víctima, esta se compromete a tener el aparato las 24 horas encendido, con carga, y debe ser utilizado solo para la causa por la que hizo la denuncia.

El trayecto que Urtasún atravesó hasta llegar a encabezar el Centro de Monitoreo “fue largo”, asegura. “Armé un proyecto, que no tenía relación con los botones antipánico, pero sí con la problemática de la mujer, que era la trata dentro de los talleres clandestinos. Eso no prosperó y me ofrecieron tomar este cargo”, contó.

Cuando asumió, fue un shock muy grande, confesó. “No podía creer la cantidad de víctimas que había sólo en la ciudad de Buenos Aires. La verdad es que a medida que fui entendiendo la problemática, tanto de la mujer como la que se genera en la propia central de alarmas, fui empatizando bastante con la parte policial. Me hice más fuerte y vi que los casos que llegan son muy complicados. Aprendí mucho...”, comentó.

En este sentido, aprendió a entender que esos comentarios como ‘ella le abrió la puerta’ o ‘ella lo aceptó’ no sirven para nada. “La verdad es que la víctima está tan enferma como el agresor. Siempre repito que el botón sólo no es todo. El botón es un medio electrónico, digamos, de vigilancia. Lo que sirve es el trabajo en equipo, donde participen varias áreas: la Justicia, la parte social, y nosotros en un rol más policial. Nosotros tenemos varios casos donde la misma mujer tiene diferentes agresores. O sea, se le dio el botón porque recibió violencia de alguien, después lo devolvió o la medida judicial se cerró y, al tiempo, tiene otra pareja que también la agrede. Es una clara demostración de que si no se trabaja interdisciplinariamente con la víctima, el botón por sí mismo tampoco sirve”, advirtió.

Urtasún remarcó una víctima de violencia de género está dentro de un círculo del que es muy complicado salir. “A veces da impotencia cuando uno le entrega el dispositivo y a la semana viene, todavía con la cara golpeada, a devolverlo, diciendo que ya no tiene problemas con el agresor. Nosotros tenemos psicólogas, tratamos de que ellas entiendan que es una medida de protección, que la tienen que llevar más allá de que hoy estén bien con el agresor. Y de repente dicen ‘no, no, no, y no’. Es el círculo de violencia, donde el agresor la golpea, le pide disculpas, vuelven a estar juntos, le vuelve a pegar, le vuelve a pedir disculpas, le compra un ramo de flores, la lleva de viaje, le dice que es la mejor, y después regresa el insulto, el ‘sos la peor’. Muchas veces la víctima no decide, o no puede, no busca ayuda. Es muy complejo”, comentó.

Sobre el funcionamiento de estos dispositivos, la referente indicó que durante 2017, gracias a los botones, hubo 95 detenidos. No obstante, consideró que lo más importante es que las víctimas saben que hay alguien que la está protegiendo y que desde el Estado, en este caso del Gobierno de CABA, “le están dando la posibilidad de que se sienta segura, que alguien la escucha y la está mirando, y que va a acudir ante una necesidad”. Después, como todo, reconoció que hay situaciones difíciles, a las que no se pudo llegar. “Son dolorosas porque a veces la víctima no toma conciencia de que tiene que tener el botón encendido”, expresó.

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