jueves 21 de marzo de 2024
cara y cruz

El Poncho en pantalla

Por Redacción El Ancasti

Seguramente la gran mayoría de los que solían concurrir a la Fiesta del Poncho habrán extrañado las noches interminables del festival, los ranchos, artesanías, degustaciones de regionales y los recorridos multitudinarios por el Predio Ferial. Actividades y modalidades que desaparecieron por culpa de la pandemia, como tantas otras que de a poco empiezan a retomarse en forma paulatina pero no total. Los recaudos sanitarios parecen, al menos hasta ahora, haber venido para quedarse.  
El año pasado, las autoridades decidieron suspender el Poncho en modalidad presencial por el riesgo que suponía reunir una multitud en el inicio de la primera ola de Covid-19. En Catamarca ya se habían registrado decenas de casos y no había vacunas, solo medidas restrictivas. Y además la virtualidad recién estaba dando sus primeros pasos en reuniones de trabajo, clases y algunos pocos eventos. La ingeniería para montar un espectáculo de estas características estaba aún en estado embrionario. 
Por eso la edición 2021 de la 50ª Fiesta del Poncho tiene un valor adicional: haber organizado un evento de gran categoría en forma 100% virtual, una experiencia nueva y desafiante. Los organizadores convocaron a media docena de pequeñas empresas locales dedicadas al mundillo tecnológico. Desde los que trabajan con pantallas led, sonido e iluminación, hasta los que incursionan en el streaming, es decir, el sistema que permite acceder a contenidos audiovisuales por internet y sin necesidad de descarga. Ayer todos esos emprendedores y técnicos fueron destacados por su trabajo en el cierre de la fiesta. 
Multimedios Ancasti se sumó a la propuesta y transmitió en vivo las ocho jornadas de la Fiesta del Poncho a través de todas sus plataformas, desde la radio, la web y las redes sociales, con móviles en directo y entrevistas con los protagonistas. También esta fue una experiencia tan novedosa como gratificante por la repercusión que tuvo entre sus seguidores. 

Pero hubo algo muy importante en esta edición. Por primera vez, la cartelera de artistas fue 100% catamarqueña. Músicos y bailarines de toda la provincia estuvieron presentes para mostrar lo suyo, incluso algunos “históricos” que hace tiempo no subían a un escenario. Esta vez los locales no fueron los teloneros de las grandes figuras nacionales, sino ellos mismos. Tuvieron el protagonismo que tanto esperaban. Las tardes-noches de festival comenzaron y terminaron con ellos en primer plano. 
Era posible, entonces, hacer una fiesta totalmente catamarqueña. Lo que antes algunos localistas postulaban como un deseo y una ilusión, no sin riesgo de reducir la convocatoria de los “consagrados”, el virus lo hizo realidad. Nadie duda de la calidad de los artistas nacionales ni del imán que tienen para las multitudes, pero también es bueno valorar más lo propio. 
Por otra parte, es cierto que mucha gente que solía esperar todo el año por esta fiesta esta vez no pudo trabajar. Artesanos del interior y de Capital, teleras y “tejedores” del mimbre, dulceros y pequeños productores quedaron afuera. Tampoco tuvieron su ocasión los ranchos y los puestos de comida, incluidos choripaneros. 
Lo puramente “físico” quedó reducido en esta ocasión a la modesta feria de diseño y artesanía que se llevó a cabo en la Casa de la Puna, con algo de gastronomía como para no desairar a los visitantes. Ayer sumó un atractivo extra: la tradicional corpachada que se realiza cada 1º de agosto por el Día de la Pachamama.
Y sumamente emotivo fue lo que pocos esperaban y ocurrió: gente en la plaza 25 de Mayo bailando al ritmo de la música en vivo de los conjuntos que armaron su escenario frente a la Catedral. Pocos turistas –como era de prever en esta temporada- y más catamarqueños que aprovecharon las tardes agradables de la semana. 
Quizás pronto la Fiesta Nacional e Internacional del Poncho vuelva a estar, desde el punto de vista presencial, en el calendario de los grandes festivales argentinos. Y la gente pueda disfrutarlo como antes. Por lo pronto, esta experiencia 100% virtual y catamarqueña sirvió para mantener viva la llama de la cultura y la tradición.

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