miércoles 30 de julio de 2025

Nueva vandalización al patrimonio arqueológico en Catamarca

Por Redacción El Ancasti

Fuerte Quemado es el nombre con que se conoce actualmente a una bella localidad vallista en el departamento Santa María. Ese nombre, puesto por los invasores españoles, viene de la época de las Guerras Calchaquíes o Gran Alzamiento Calchaquí (desde mediados de 1500 a mediados de 1600) dado que en el lugar estaba asentada la antigua misión jesuita Santa María de los Ángeles. Fue destruida varias veces por nuestros antepasados y de allí viene su nombre. Habría que ver cuál es el verdadero, el original.
Esta localidad transcurre de S a N, larga y angosta entre el pedemonte de las sierras del Cajón/Quilmes y el lecho del río Santa María, casi en el límite con la provincia de Tucumán, en pleno corazón del valle del Yokavil. La emblemática RN 40 la cruza de punta a punta. Se encuentra a 13 km al N de la ciudad de Santa María (cabecera departamental), cruzando el río. Unos 16 km al S se encuentra la legendaria ciudad y fortaleza de los Quilmes.
Actualmente tiene unos 500 habitantes estables que se dedican al empleo público, agricultura, ganadería, artesanías (textil, cerámica, etc.) y confituras regionales.
Las antiguas y tradicionales casonas que bordean la RN 40 aún conservan la gloria y el esplendor de viejas épocas.


Antecedentes

Sabido es el proceso de transculturación sufrido en América Latina por efecto de la conquista y colonización española, del que no fue ajeno el NOA. Es como un punto de partida que arrancó en esa época y subsiste en la actualidad.
Eliminación, prohibición, desvalorización y negación de nuestros antiguos dioses, lenguas originarias, organización política, social, productiva, armonización con la pacha (tierra) son acciones fuertemente llevadas a cabo para denostar nuestra cosmovisión. La cosmovisión expresa la relación de los hombres con los dioses, establece el orden jerárquico del cosmos, la concepción del cuerpo humano, estructura la vida comunitaria y agrupa el conjunto de los mitos que explican el origen del mundo.
En el sistema educativo subsisten resabios de esa denigración hacia todo lo que sea prehispánico. Muchos aún para ofender o denostar a otro le gritan “indio”. Lo indígena parece ser pasado que no debe enorgullecernos. Ese posicionamiento fue escalando y  hoy está instalado en varios personajes de la clase dirigente. Un claro ejemplo de ello: Catamarca es considerada como una de las provincias con mayor valor arqueológico del país; sin embargo, poco y nada se hace -a pesar de la buena voluntad del personal del organismo de aplicación- para preservar, cuidar y revalorizar los cientos de yacimientos arqueológicos diseminados por todo el interior. Son depredados, pasados por encima, mancillados, huaqueados.


El Valle del Yokavil, un museo a cielo abierto

El valle del Yokavil, Yocavil o Yocahuil (actualmente conocido como Santa María) es un feraz valle longitudinal con una dirección general S-N de unos 14 km de ancho por unos 40 km de largo aproximadamente (más ancho al N y menos ancho al S). Se encuentra bordeado al E por las sierras de Aconquija, por el O por las del Cajón y Quilmes y en el fondo corre de S a N el bravío río Santa María. Este río, en realidad, es la continuidad del río del Cajón que nace en la ladera S del cerro El Chuscha, corre de N a S por el angosto Alto Valle Sagrado del Cajón hasta el Pie del Médano, donde da un giro de 180° y sigue al N.
Este valle en tiempos prehispánicos estaba densamente poblado por conglomerados humanos locales con un alto desarrollo. Tanto es así que a mediados del siglo XIV fue virtualmente tomado por los Incas y 200 años después, en el siglo XVI, por los españoles.
El alto desarrollo de las comunidades locales, más el aporte incaico, está demostrado en la gran cantidad de sitios y yacimientos arqueológicos en todo el valle, sindicados por los científicos como los más importantes del país: el observatorio astronómico de Rincón Chico, Lampacito, Medanitos, Punta de Balasto, Bicho Muerto, Cerro Mendocino, Ampajango, Andalhuala, Loma Rica de Shiquimil, Quebrada de Jujuil, Cerro Pintado Las Mojarras, Fuerte Quemado, La Ventanita, entre los más importantes.


Un pueblo arqueológico
    
Fuerte Quemado, junto a Quilmes y otros grandes asentamientos prehispánicos del valle del Yokavil dieron feroz pelea a los invasores españoles, defendiendo su tierra, su historia, costumbres y tradiciones, en una de las guerras más largas de la historia: más de 100 años de guerra de guerrillas desde Jujuy a La Rioja. Es decir, nuestro origen, nuestros antepasados están allá, mucho antes de la llegada del español en el siglo XVI.


El proyecto

Por estos días, en la Municipalidad de Santa María y en la Delegación Municipal de Fuerte Quemado se está trabajando en una gigantesca obra: construir un monumental Cristo crucificado de 17 m de altura sobre una base de 8 m de diámetro. Hasta allí no sería más que otro avance y demostración de poder de la Iglesia católica en contraposición a la tendencia laicista de los pueblos-con plata de los contribuyentes-.
La cuestión de fondo es la siguiente:
Al O de la localidad, en el pedemonte del cordón del Cajón/Quilmes, existen importantes yacimientos arqueológicos, entre los que se destacan La Ventanita al S y 3 km al N El Calvario, entre otros.
El sitio arqueológico El Calvario es conocido en la actualidad con ese nombre debido a que a principios del siglo XX se hizo un precario camino –calvario- que culmina en una estratégica plataforma de unos 25 m de diámetro, donde instalaron una cruz. Ya en la década del 60 del siglo pasado se formalizó ese calvario con una importante caminería de ascenso y en la plataforma, un oratorio.


El problema

“El Calvario de Fuerte Quemado” (que no es lo mismo que La Ventanita) es uno los sitios arqueológicos más importantes del Valle del Yokavil. Se encuentra a la entrada S de la localidad y es un gran poblado tipo pukara construido originalmente en el año 1000 por pueblos de la gran nación diaguita calchaquí y luego intervenido por los incas hasta el 1500. Su ubicación entre las laderas orientales y el río Santa María es estratégica, pues el lugar fue cuidadosamente elegido en un sector donde la morfología de cerros, laderas, morros, lomas y quebradas le otorga importancia militar, ceremonial y religiosa. Fue estudiado primeramente por Adolf Methfessel, Herman Ten Kate, Lafone Quevedo y Adán Quiroga hacia fines del siglo XIX. Luego anduvieron destacados arqueólogos y antropólogos como Myriam Tarrago y Néstor Kriscautzky, entre otros, hasta el más reciente: Proyecto Arqueológico Yocavil encabezado por la Lic. Alejandra Reynoso, quien junto a un numeroso grupo de profesionales, durante muchos años, pudo hacer un completo relevamiento y estudio del sitio.
Se trata de un conglomerado de unas 500 construcciones entre casas, kanchas, depósitos, corrales, plazas, aterrazamiento de laderas, enterratorios ceremoniales, etc., destacándose un ushnu -como una pirámide escalonada- al E del asentamiento, en el nacimiento del cerro, una plaza o plataforma principal en tamaño y altura que sería el núcleo del asentamiento, considerada como la más importante de Argentina y en una ladera tres torres circulares de piedra de importantes dimensiones, de características únicas (parecidas a la de barro de Watungasta). Aparentemente, a muy poca gente le interesa nuestro glorioso pasado indígena y mucho menos a las autoridades municipales y provinciales. 
    
Ejemplos al paso:
El cementerio de la localidad se hizo sobre construcciones arqueológicas del sitio, lo mismo que la expansión de potreros.
Tuvieron que “cortar” una parte del ushnu para que pase la RN 40 y perforaron una plataforma para instalar postes de alumbrado público.
La caminería del calvario construido en la década del 60 se hizo destrozando las pircas, construcciones, andenería, sitios ceremoniales y defensivos. Las piedras arrancadas las usaron para la nueva obra religiosa.
En la cumbre del cerro principal se construyó una plaza (un sitio ritual), aterrazando el terreno, sostenida por una gran pirca perimetral. Era un lugar de ceremonias. Tiene grandes rocas a modo de mochadero o huaca y existían tres construcciones utilizadas como observatorio y para ceremonias religiosas de nuestros antepasados. Fueron destruidas y con esas piedras, construida la base de una cruz.
Muy poco les importaron que se tratara de un lugar ceremonial y construyeron en su lugar un oratorio.
Los tres torreones circulares de piedra fueron destruidos y sus piedras reutilizadas.
Y no olvidemos que hace unos años, en una plataforma del sitio arqueológico Cerro Pintado Las Mojarras (un poco más al S), construyeron una urna con una virgen.
Pues bien, esa obra (con un erróneo criterio de que será una atracción turística) es un gigantesco Cristo crucificado de 17 m de altura, será construido en la plaza ceremonial arqueológica. Un monumento de una desproporción tremenda con el paisaje cultural y arqueológico anexo, al que modificaría y dañaría irremediablemente. Un ejemplo: seguramente requerirá una baranda de seguridad, cuyas bases destruirán el pircado perimetral.
Es increíble que las autoridades municipales de Santa María se atrevan a semejante atrocidad. ¿Cuál es el fin, el objetivo? No me imagino caravanas de turistas llegando a Fuerte Quemado a ver una cruz.
Desde la década del 60 del siglo pasado, cuando se construyó el calvario de manera formal, hasta la fecha nadie –por lo menos que se sepa- hizo nada para frenar la depredación que se estaba llevando a cabo. Nadie pensó en la preservación del paisaje cultural distintivo del valle.
Esa monumental escultura debería relocalizarse en otro sitio que no dañe ni afecte el patrimonio arqueológico.
Peor aún: ¿Qué intervención tuvo o tiene la Dirección de Antropología? ¿Y la preservación, protección y gestión del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico? ¿Y el estudio de impacto ambiental en un lugar tan sensible? ¿Y la opinión de las comunidades y pueblos originarios? ¿Y las leyes provinciales N° 4218, 4238, 4452, 4831, 5443 y sus respectivos decretos reglamentarios? ¿Y la ley nacional N° 25743 y su decreto reglamentario? ¿Y las cartas y tratados internacionales?
Por más que integrantes de la comunidad, el cura del pueblo o las autoridades municipales quieran hacerlo, no pueden pues estarían violando leyes preestablecidas.
Es preciso que las autoridades provinciales tomen intervención urgente en el tema, que la comunidad científica de Catamarca y la Escuela de Arqueología de la UNCA se movilicen, que las autoridades municipales de Santa María reflexionen ante esta atrocidad que están a punto de cometer.
Llama la atención que desde siempre hasta nuestros días las autoridades municipales y provinciales no hayan reparado en la importancia del valor arqueológico de Santa María. Nadie tuvo la altura para tener una mirada macro y abarcativa que permita preservar, proteger y revalorizar en su totalidad al valle. Y pensar en el desarrollo productivo sentado en dos bases principales: la producción regional y el turismo, básicamente arqueológico.
No debemos olvidar que mediante la ley N° 5195 de noviembre de 2006, el Gobierno provincial declaró “Sitio Histórico Provincial” a la localidad de Fuerte Quemado, Santa María.


J. EDUARDO AROCA
Catamarcano 
Guía y Experto en Turismo, docente y escritor

(Los gráficos e imágenes pertenecen al Proyecto Arqueológico Yocavil)

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