Una de las características de la campaña electoral con vistas a las PASO del próximo domingo es, como suele suceder, la falta de propuestas, de proyectos para debatir en los ámbitos legislativos municipales, provinciales y nacionales.
Si bien algunos candidatos o fuerzas políticas puntuales han diseñado una especie de listado de iniciativas o ideas fuerza, el grueso de la campaña giró en torno a la mera enunciación de consignas, slogan, títulos, y particularmente al agravio o la denostación hacia el adversario.
Un fenómeno particular se dio entre los, a priori, principales candidatos del distrito más poblado de la Argentina, la provincia de Buenos Aires, que concentra casi el tercio de los electores del país. La envergadura de este distrito electoral la ha convertido en “la madre de todas las batallas” de estos comicios legislativos.
En esa jurisdicción es candidata a senadora por Unidad Ciudadana la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien ha evitado, como es su costumbre desde que era primera mandataria, el contacto con los periodistas, salvo con aquellos con los cuales tiene asegurada una entrevista complaciente.
Es que algunas preguntas podrían ser incómodas, en particular aquellas que se refieren a causas de corrupción que la tienen a ella o ex colaboradores suyos como imputados o procesados.
De modo que ha optado, asesorada por los estrategas de su campaña, por moverse en terreno seguro, en recorridas por algunas localidades de la provincia, en reuniones acotadas o pequeños actos, lejos de las concentraciones multitudinarias como la que encabezó en la cancha de Arsenal en junio.
Por el lado del candidato oficialista, Esteban Bullrich, la suma de tremendos errores discursivos cometidos durante la campaña obligaron a sacarlo de foco y a sumar a la gobernadora María Eugenia Vidal como eje principal de las actividades proselitistas.
Pero también los candidatos de Cambiemos optaron por caminar sobre tierra firme, es decir, en los medios afines al oficialismo y en territorio amigo, lejos en lo posible de las barriadas pobres del conurbano donde la imagen del Gobierno nacional ha descendido notablemente en lo que va de la gestión.
En Catamarca, la orfandad de propuestas es también muy evidente. Y los discursos son previsibles y basados sobre todo en enunciaciones generales que poco aportan al debate político constructivo.
Es cierto, se trata de las PASO y no de los comicios legislativos de octubre, en los que el ciudadano debe votar efectivamente para decidir quiénes ocuparán escaños en el Congreso de la Nación, la Legislatura provincial y los Concejos Deliberantes.
De modo que es de esperar que en la recta final de este año electoral, las fuerzas políticas y sus candidatos se esfuercen por mejorar la calidad de su prédica proselitista, explicando en profundidad los proyectos que piensan impulsar para mejorar la calidad de vida de los habitantes del país, la provincia y los municipios.