Los
resultados de los comicios dejaron un sabor agridulce en Catamarca. El Frente
para la Victoria pasó de la algarabía por el triunfo provincial a la
preocupación por los números nacionales. El Frente Cívico y Social, expresión
local del Frente Cambiemos, hizo el recorrido inverso: de la frustración
provincial a la alegría por la buena elección de Mauricio Macri.
La
posibilidad cierta de que el gobierno nacional cambie de manos a partir del 10
de diciembre tiene en vilo al gobierno provincial. Sabe que, en caso de que
Cambiemos gane el balotaje, deberá administrar la provincia cuatro años con un
gobierno nacional de signo contrario.
Las
gestiones para obtener ayuda nacional, que ahora encuentran por lo general las
puertas abiertas de los despachos de la Casa Rosada, deberán transitar por
caminos muchos más escabrosos, y el pronóstico más previsible es que finalicen
abruptamente con una negativa.
El
Frente para la Victoria perdería también en la provincia la conducción de los
organismos nacionales –ANSES, PAMI, delegaciones de ministerios y secretarías
nacionales, por citar sólo algunas de las decenas de oficinas de este tipo que
operan en Catamarca- y las enormes cajas que ellas representan y que las erigen
como una suerte de gobierno entre las sombras por el poder que ostentan.
La
oposición provincial, mientras tanto, apenas tuvo tiempo de lamentar la derrota
local. El lunes a la madrugada, cuando se constató con los primeros cómputos
del escrutinio provisorio la excelente performance macrista, los dirigentes del
Frente Cívico cayeron en la cuenta que una porción del poder que perdían por
los votos provinciales lo recuperaban a través de los sufragios nacionales.
Parece
apresurado anticipar, sin margen de error, un resultado para la segunda vuelta
presidencial del 22 de Noviembre. Pero si la tendencia evidenciada el domingo
pasado se mantiene, el nuevo esquema nacional transformará también el margen de
maniobra provincial. Tanto del gobierno como de la oposición.