8 de septiembre de 2006 - 00:00
Más de un futurólogo anunció que el primer mundo desarrollado -desarrollado, debe advertirse, en gran medida gracias a la explotación de los otros mundos achatados del planeta- tendrá que afrontar alguna vez la venganza de los pueblos que oprimieron. Los menos fantasiosos imaginaron que esa venganza llegaría cuando la desesperación de sus víctimas se convierta en incontenible amenaza contra su seguridad. Cuando ya no les sea posible disfrutar de un botín amasado durante siglos.