jueves 28 de marzo de 2024
Cambio climático

Las temperaturas a futuro: impacto en plantas y agricultura

Por Rodolfo Schweizer - Febrero 2019- Especial para El Ancasti

Por Redacción El Ancasti

Para quienes tratamos de entender qué está pasando con el clima, la siguiente información va a preocupar. Según un modelo matemático sobre el clima a nivel mundial del Instituto Goddard para Estudios Espaciales de la NASA, no solamente la temperatura media del planeta va a seguir subiendo en el cercano y lejano futuro, sino que el número de días con temperaturas por encima de los 32°C también va a aumentar de manera peligrosa. Por lo tanto, el peligro es doble.

El programa, que da la probabilidad de alcanzar ese umbral desde ahora al 2090, anticipa que Catamarca capital debe esperar tener entre 25 y 35 días al menos a 32°C o más para el año 2020, con una probabilidad de que al menos en 32 días se supere esa marca.
Para 2030 el modelo anticipa entre 28 y 42 días por encima de los 32°C, con la probabilidad de que 35 días así lo verifiquen.
Para 2040, el rango en días estará entre 35 y 49 días, de los cuales 44 días tienen la mayor probabilidad de pasarlo.

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  • En 2050, entre 43 y 57 días tienen la probabilidad de estar por encima de los 32°C, con 50 días casi con seguridad por encima. 
    Finalmente, para 2090, entre 48 y 81 días verán el termómetro por encima de los 32°C, de los cuales 60 días probablemente lo superarán. Por lo tanto, con respecto a 1960, la cantidad de días infernales hacia fines de siglo serán más del doble con relación al periodo 1960-1995.

    Mal que nos pese, culpables en parte o no del calentamiento global, es la herencia climática que nuestra generación le dejará a nuestros descendientes.

    El modelo matemático usado para hacer las predicciones climáticas es creación del Laboratorio de Impacto Climático (Climate Impact Laboratory) (http://www.impactlab.org/), dependiente de la NASA, el cual nuclea a un grupo de científicos especialistas en clima, economistas y analistas de datos pertenecientes al Rhodium Group, la Universidad de Chicago, Rutgers University y la Universidad de California-Berkeley. Puede ser accedido libremente en:

    https://www.nytimes.com/interactive/2018/08/30/climate/how-much-hotter-is-your-hometown.html 

    Los cálculos tienen una probabilidad del 66%. 
    Se advierte que la información no incluye las influencias posibles de la humedad ambiente que, como se sabe, agrava la sensación de calor, y asume, además, que el país ha respetado el Acuerdo de París, de limitación en la producción de gases de invernadero. De no haber cumplido con tal promesa, el programa previene que la cantidad de días con calor por encima de los 32°C se deberán aumentar, agravando la situación.

    Anticipos para Catamarca y el NOA

    La siguiente tabla da, para las localidades mencionadas, una estimación de lo que les depara el cambio climático en los próximos 80 años, según el modelo aquí presentado. 
    En la tabla:
    La columna “1960” incluye la cantidad de días a 32°C o más en ese año. Según el programa, Catamarca tuvo 25 días a esa temperatura o más en 1960 (en negrita)
    N/D No disponible.
    RANGO: Mínima y máxima cantidad de días con la probabilidad de estar a 32°C o más. Así, por ejemplo, en 2020 la ciudad de Catamarca tendrá entre 25 y 35 días con la probabilidad de tener 32°C o más (en negrita)
    TOTAL: Probable cantidad total de días por año en que la temperatura estará por encima de los 32°C o más. Para la ciudad de Catamarca, en 2020, son 32 días (en negrita)


    Respecto a provincias vecinas del NOA, el programa informa lo siguiente:


    Implicancias generales

    Según Cynthia Resenzweig, Directora del Grupo de Impacto Climático del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA, “el aumento de los días con calor intenso impactará en la gente y en los sistemas de los cuales dependen. Los alimentos, el agua, la energía, el transporte y los ecosistemas serán afectados tanto en las ciudades como en el campo”. Aquí comentamos solamente el impacto en las plantas. 

    El cambio en la duración de las estaciones crea un riesgo para los cultivos que requieren temperaturas particulares para sobrevivir, producir y reproducirse. El aumento de la temperatura y la extensión de la cantidad de días de calor, tal como lo mostramos en la tabla arriba significa, por lo tanto, un acortamiento de los días de frío y un aumento de los de calor, lo cual afecta la viabilidad de algunos cultivos. Esta combinación de olas de calor, más el cambio de la duración de las estaciones climáticas, más la errática distribución de las tormentas (265mm en La Banda en un día), llevará a quienes invierten o viven de la agricultura a un terreno desconocido que compromete sus respectivos futuros

    Ahora bien, el efecto de las sequías, el calor y las tormentas, todos erráticos, es variado y tiene diferentes efectos en la población urbana y rural. El cambio del régimen de tormentas o lluvias es particularmente impactante para el agricultor, ya que altera la rutina de siembra y cosecha, de lo cual depende para producir o vivir.

    En efecto, las tormentas, al ser erráticas en su dimensión, pueden implicar un aumento o un descenso de la cantidad de lluvia. Si es poca o se cae en una sequía, el resultado es la disminución del agua de irrigación superficial en el campo, del abastecimiento de agua potable a la población y el aumento de las posibilidades de incendio. La sequía es un desastre en cámara lenta, ya que no es un evento de un día, sino que se va desarrollando de a poco a medida que las lluvias disminuyen y el calor aumenta. 

    Por lo contrario, si son copiosas, sus daños pueden ser importante en un tiempo muy corto. En el plano urbano es la inundación de barrios más la destrucción de infraestructura, calles y rutas; en lo agrario es la erosión y la destrucción del suelo vegetal y superficial, básico para la siembra. De ambos fenómenos ya hemos tenido en nuestro país sobrados ejemplos estos últimos tiempos. 

    El siguiente ejemplo expone la variabilidad de efectos que tiene el calentamiento global en nuestro planeta. Si bien esta muestra se basa en lo que pasa en otro país, Alemania, esto también vale para nosotros, por ser el cambio climático un fenómeno planetario. 

    En efecto, tal como lo publica el New York Times el pasado 20 de enero, el año pasado Alemania tuvo la primavera y el verano más secos y con mayor temperatura de la historia, lo cual no solamente confirmó la tendencia irreversible del clima estos últimos años, sino que fue una bendición para los viñateros y una maldición para los sembradores de granos, el transporte por río y los bosques. No sin razón los bodegueros dicen que ellos fueron los mayores beneficiarios del cambio climático. El artículo está disponible en: https://www.nytimes.com/2019/01/19/world/europe/germany-wine-climate-change.html

    Según la publicación, el cambio climático que vive Alemania, un productor secundario de vinos comparado con Italia, España o Francia, hizo posible que la plantación de viñedos se extendiera a zonas antes frías y ahora templadas. En los lugares tradicionales, en cambio, se vieron forzados a adelantar el corte de los rácimos, al madurar la uva más rápidamente y ser más dulce, con el fin de controlar el grado alcohólico del vino. Ahora, no solamente es posible producir vino blanco, sino que a la variedad tradicional de vino Pinot-Noir ahora se le pudo agregar la producción del Cabernet Sauvignon y el Syrah. Con mucha razón, los investigadores del Instituto Potsdam de Impacto Climático (Potsdam Institute of Climate Impact) pudieron afirmar que, para el 2040, todo el territorio alemán será propicio para producir vino. Por lo pronto, en 2018 la producción de vino ya aumentó un 33% en este país. 

    Nos preguntamos qué reacción inspirará esta noticia en los viñateros del NOA, especialmente aquellos del oeste catamarqueño. Como lo mostramos en la tabla, salvo Belén o Santa María, las demás ciudades de la región tendrán a partir de 2020, si no lo tienen ya, la gran probabilidad de tener más de tres meses con temperaturas por arriba de los 32°C.

    Sin embargo, el cambio climático que tanto favoreció a los viñateros alemanes, también tuvo su lado negativo, tal como lo demostró el Río Rin luego de la ola de calor en Europa de 2017 y 2018, que entre octubre y noviembre pasado, causó que su nivel normal de 5 metros bajara apenas a 25 centímetros. En efecto, la falta de lluvias, la poca acumulación de nieve en los Alpes y el derretimiento de los glaciares por el aumento de la temperatura global, han reducido su caudal e impedido su uso como vía navegable de transporte, causando miles de millones de euros en pérdidas. 

    Esto obligó a transferir el 80% de los 23 millones de toneladas que se mueven por ríos en Alemania a trenes o a camiones y que las estaciones de servicio de pueblos y ciudades, que normalmente se abastecían por barco desde Bélgica y Holanda, se quedaran sin combustible. Hoy el Rin se ha recuperado un poco y llega a los 2 metros. o sea 3 metros menos de lo normal. Más información en:

    https://www.nytimes.com/2018/11/04/world/europe/rhine-drought-water-level.html

    Demás está señalar que esta situación también es posible en nuestra región. Que en los Andes o el Ambato se acumule una cantidad insignificante de nieve que comprometa los caudales de los ríos que alimentan el oeste o el valle central es una posibilidad real. Esto le pasó a los Andes norteamericanos, que allí se llaman Montañas Rocallosas, lo cual comprometió el abastecimiento de agua a Nevada y California, estado este último que hace poco salió de una sequía de tres años. 

    El caso alemán expone algunas de las consecuencias variadas del cambio climático y valen, a otra escala, para nuestro país y región. El ejemplo de los viñedos en particular, que se puede extrapolar a nuestro país, demuestra que el cambio de temperatura de una zona alterará las cualidades climáticas de la misma, dotándola en algunos casos de ventajas para nuevos cultivos y en otras actuará al revés, privándola de los méritos que hasta hoy tenía para desarrollar un tipo de cultivo o plantación. 

    No creemos necesario advertir los riesgos y peligros que esta nueva situación puede crear para la economía de un país como el nuestro, dependiente de la agricultura y en particular de un cultivo, la soja, que hoy ocupa el 50% de la tierra arable. Tal como dice el estudio que usamos como referencia más abajo, la soja es probablemente uno de esos cultivos que pagará caro la evolución futura del clima. Y lo peor: no creemos que nuestro país esté haciendo lo posible para estudiar cómo enfrentar este problema a futuro. Tampoco las provincias.

    Efectos del calentamiento global en la agricultura

    Para ilustrarnos y comprender qué pasa con los cultivos ante el aumento de temperatura como parte del cambio climático, recurrimos aquí a los medios, en este caso el artículo Plant developmental responses to climate change (Respuestas de las Plantas al Cambio Climático) que se puede consultar en detalle en: 

    https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0012160616302640. 

    Conceptualizar el calentamiento global requiere comprender que el fenómeno no es ni será parejo e igual en todas partes. Si bien el extra calentamiento de la atmósfera por el efecto invernadero puede ser uniforme en el planeta, la del suelo depende del tipo de terreno, o sea su textura, orientación, altura, tipo de suelo, de si es compactado o no, de los minerales que contiene, de si hay viento, etc. 

    El rendimiento de las plantas o cultivo dependerá, por lo tanto, de cómo afecte la combinación de esos dos factores, que son regionales, no universales. Esto obliga a pensar que solo un estudio local podrá determinar cómo se verá afectada una zona a futuro. 
    Por lo pronto, en los lugares donde hay una correlación negativa entre productividad y temperatura, se ha estimado que la caída en la producción en soja y maíz será del 17% por cada grado centígrado de aumento de la temperatura. Como es de imaginar, en el caso de nuestro país, esto compromete los ingresos del campo por las exportaciones, base principal de nuestra economía. 

    Alteración del desarrollo de raíces 

    Según nuestro estudio de referencia, el desarrollo de la raíz de una planta puede ser afectado directamente por el aumento de la temperatura del suelo o indirectamente a través de cambios en su fisiología, desarrollo y adquisición de recursos desde el suelo, en su respuesta al aumento de la temperatura del aire, o de la combinación de aire y suelo. 

    El aumento de la temperatura del suelo afecta la capacidad de respiración de una planta, especialmente en el periodo reproductivo, al poner más recursos en el desarrollo de sus raíces, para compensar el problema. Esa compensación la realiza extendiendo las raíces superficialmente o lateralmente, no tanto en profundidad, lo cual baja su productividad. 

    Ahora bien, el efecto dañino de la alta temperatura alta puede exacerbarse por el déficit o el exceso de agua de riego. Esto obliga a investigar esa relación sobre el terreno, dada la inmensa variabilidad en los tipos de terreno.
    Alteración de la fotosíntesis

    La fotosíntesis es el proceso químico a través del cual una planta genera su propio alimento y energía para desarrollarse y producir su fruto. Cada especie tiene su temperatura óptima en la cual ese proceso se desarrolla. Las legumbres, el arroz, la cebada, la soja, etc., la tiene a unos 25°C; la caña de azúcar y el maíz a unos 35°C. Va de suyo que el aumento de la temperatura ambiente y del suelo alterará la distribución regional de esos cultivos, llevando al sur cultivos de nuestra zona y haciendo retroceder aquellos que imprudentemente desafiaron nuestras altas temperaturas. Que los productores de soja del este provincial tomen nota. 

    Alteración del desarrollo de las hojas

    El desarrollo de las hojas también es fuertemente regulado por la temperatura. El paso al cual se adicionan nuevas hojas en una planta aumenta con el aumento de la temperatura, hasta el punto ideal que cada especie tiene. En el trigo es 26°C y en el algodón 37°C. Pasado ese punto, la expansión de hojas se detiene. 

    Alteración del desarrollo reproductivo

    Las elevadas temperaturas pueden impactar en el desarrollo reproductivo alterando el tiempo en que se produce ese evento o causando daño a las estructuras reproductivas. Esos eventos tienden a adelantarse en el tiempo cuando las plantas crecen a elevadas temperaturas, como por ejemplo el florecimiento. Esto no es gratuito, sin embargo, porque ello reduce la habilidad de la planta para producir y acumular recursos que le permitan reproducirse. 

    En lo que puede ser interesante a tener en cuenta en regiones como la de Los Angeles, en el Ambato, las temperaturas en aumento también pueden alterar el momento y éxito del desarrollo reproductivo de algunas especies, alterando las condiciones de frío del invierno. Se citan como ejemplo las frutas y nueces, que tienen umbrales de frío que deben respetarse para sincronizar el florecimiento y la generación del fruto. 

    Pero, el problema no termina en el aumento moderado de temperatura, sino en las exposiciones transitorias a olas de calor. Una investigación reveló que la constante exposición a elevadas temperaturas de 3,5°C por encima de la ambiental generó una tendencia a reducir el rendimiento de la semilla de soja, por ejemplo. 

    Otra encontró que el efecto de las olas de calor en el rendimiento de la semilla dependía del estado de desarrollo en que la planta de soja se encontraba en ese momento. Si la ola golpeaba tempranamente al brote, la semilla reducía su rendimiento entre 10 y 17%, no así si el golpe de calor ocurría más tarde. 

    En definitiva, los datos de la publicación citada revelan la importancia de considerar el efecto del incremento de las ocurrencias de eventos extremos como las olas de calor, como parte del cambio climático, dada la disparidad de efectos que pueden tener los mismo en diferentes estados de desarrollo de las plantas. 

    Conclusión

    Las conclusiones de este estudio son terminantes: “El cambio climático va a alterar el desarrollo de las plantas en formas que van a tener un impacto significante en plantaciones de cultivo y plantas en general que son parte de cualquier ecosistema. Las condiciones futuras de crecimiento implicarán mayores temperaturas, mayor frecuencia de eventos extremos como olas de calor y sequías, más cambios en la composición de la atmósfera. El desarrollo de una mayor plasticidad en la planta como respuesta al cambio climático será crítico para mantener la función del ecosistema y la productividad de la agricultura en el futuro”. 

    También se advierte que “el cambio de los factores climáticos no va a impactar en las plantas de forma aislada. El aumento de gases de invernadero en la atmósfera va a coincidir con el aumento de la temperatura, lo cual cambiará el régimen de lluvia y el tipo de tormentas, aumentando los eventos climáticos extremos. Por lo tanto, es una necesidad imperiosa tratar de mejorar nuestra comprensión de las respuestas que desarrollan las plantas ante los múltiples factores que interactúan en el cambio climático, con el fin de anticipar los impactos en la agricultura y la naturaleza”. 

    Qué hacer

    La pregunta es qué hacer en el campo de la agricultura ante esta perspectiva. El informe lo sugiere: estudiar las zonas productivas, los suelos y su textura, los sistemas de irrigación, los drenajes naturales, en fin, todas las variables que intervienen en la salud del cultivo o la plantación local, para luego analizar su comportamiento posible de frente a una emergencia climática. De todo ello se supone que saldrán ideas, sugerencias, acciones concretas que ayudarán a reducir los riesgos de un desastre total. 

    Demás está decir que, como la cantidad de variables a estudiar en relación al calentamiento global y sus consecuencias en múltiples áreas lo sugieren, un profesional solo, experto en una sola disciplina como puede ser la agrícola, no alcanza para elaborar un plan integral, porque el problema es multidisciplinario. Es más, también alcanza a disciplinas que, si bien son colaterales, también son afectadas por el clima errante que tenemos,  como pueden ser el energético y el de transporte. 

    Lo que se impone, entonces, es la formación de equipos multidisciplinarios dentro del estado y las entidades educativas superiores para evaluar el impacto climático a futuro y proponer acciones acordes a la necesidad de cada zona. Esto requiere profesionales conocedores de la realidad provincial, no meros políticos u oportunistas que pretendan sacar ventajas de la situación. Ese equipo debe proponer medidas concretas a los poderes públicos e instruir a la población sobre las medidas a tomar en caso de desastres naturales ligados al cambio climático.

    No menos importante es la participación del habitante común del campo, de los pueblos y comarcas aisladas, que vive de la agricultura a baja escala, digamos familiar. Ellos, acostumbrados a sortear cada año las vicisitudes del clima, saben mejor que nadie las virtudes y debilidades climáticas de la zona en que viven, los recursos de agua de que disponen, las particularidades del terreno que no figuran en los mapas, las plagas, el comportamiento de los cultivos y las plantas frutales, sus ventajas y debilidades. ¿Por qué no incorporarlos, entonces, en la discusión de cómo salvar su estilo de vida y su cultivo, sin duda vital para la economía de su zona de vida? 

    Finalmente, está la comunidad, que debe asumir que el estado no tiene todos los recursos que se cree para solucionarle los problemas a cada barrio, o de cada persona. Nadie mejor que los propios vecinos para constatar el estado de su entorno y, por qué no, para trabajar juntos y hacer tareas voluntarias que aseguren, por ejemplo, la limpieza de un cauce, plantar árboles, arreglar el jardín de una plaza o cuidar el parque Adán Quiroga. Esto, en los países desarrollados, es una rutina que bien valdría la pena imitar. Usted, amigo lector, tiene la palabra.

    Si queremos conquistar el miedo al cambio climático, empecemos ya. Mañana será tarde. 
     

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