La pandemia, la crisis económica, el ritmo infernal de la vida moderna… Son muchos los factores que tienen gravitación –negativa en este caso- en la salud mental de los argentinos. La afección no sabe de clases sociales, aunque hay algunos sectores que padecen los problemas de un modo más intenso, y además no disponen de los recursos ni las herramientas para afrontarlos con éxito. También hay eventos colectivos que tienen, en cambio, incidencia positiva. El triunfo de la Selección argentina de fútbol en el Mundial de Qatar fue, por ejemplo, un oasis de alegría, pasión y entusiasmo que atenuó los efectos de algunas patologías mentales no tan graves.
Lo que se advierte con solo fijar la atención someramente en el contexto en el que se desarrollan las relaciones sociales, se puede también cuantificar, es decir, poner en números, a partir de una investigación realizada por el Observatorio de Psicología Social de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Se trata del sexto estudio sobre Salud Mental, que arroja resultados más que preocupantes.
El estudio consigna que más de la mitad de las personas encuestadas “cree estar atravesando una crisis, más del 50% de quienes no realizan tratamiento psicológico reconocen necesitarlo y el 75% presenta algún tipo de alteración del sueño”. El grupo etario más afectado es el de los jóvenes, sobre todo de los que “se autoperciben de sectores socioeconómicos bajos e informan menor nivel educativo”. Este grupo presenta más riesgo de caer en la depresión y de presentar tendencias suicidas, según las conclusiones del informe.
Un dato significativo es que más de la mitad de los entrevistados que no se encuentran bajo tratamiento psicológico admitió necesitarlo. Y, de ese porcentaje, el 34 por ciento dijo que la restricción para el acceso a un tratamiento era de índole económica. Esto es, que no podían pagarlo.
La incidencia de la pandemia es fácilmente identificable. El número de personas con problemas de salud mental es superior al de comienzos de 2020, cuando se desató la crisis mundial por la proliferación de casos de Covid-19. Y aunque la etapa de aislamiento social haya sido superada, persisten secuelas, y por supuesto el dolor, que también incide en la salud mental, por las miles de muertes inesperadas que produjo la enfermedad.
Párrafo aparte para un riesgo asociado a la problemática: la automedicación. Tomar medicamentos antidepresivos, para la ansiedad o para poder dormir, sin el control médico, produce trastornos adicionales para la salud.
El estudio no se queda solo en el diagnóstico. Propone, en función de los problemas detectados, “políticas de promoción de la salud que alienten conductas saludables, desalienten conductas problemáticas, e incrementen el acceso de la población a tratamientos psicológicos”. Pero más allá de estas políticas hay otros factores, relacionados con el contexto social, que deberían corregirse para que haya una reducción del porcentaje de personas con alguna patología mental en la Argentina.