"El héroe olvidado de nuestra independencia", de Juan Carlos Ponce
Mgter. Víctor Russo
Los tiempos anárquicos, subsiguientes a la Revolución de Mayo de 1810, se expandieron por varias décadas tanto a lo largo como a lo ancho del país, generando cruentas revueltas que -en parte- fueron amainando luego de 1853, cuando se dictó la primera Constitución Nacional. Entre ambas fechas fundacionales, la Historia, esa maravillosa “testigo de los tiempos”, nos enseñó que había que atravesar duros caminos, dadas las todavía vivas apetencias foráneas y desestabilizadoras luchas internas que apuntaban a derribar el nuevo orden constituido. En ese largo y sinuoso período surgieron diferencias irreconciliables (resabios de las cuales aún perduran) como la de unitarios contra federales: los primeros sostenían el criterio férreo del centralismo porteño; los segundos pretendían el reconocimiento e instalación de territorios con gobiernos provinciales de la mano de bravíos caudillos locales que, a punta de lanza y fuego, defendían los intereses genuinos de sus lugares en el mundo.
Hubo muchos patriotas muy poco reconocidos por la historia oficial que entregaron su esfuerzo, patrimonio personal y sus vidas en aras de la lucha en la causa por la Independencia. Hubo muchos patriotas muy poco reconocidos por la historia oficial que entregaron su esfuerzo, patrimonio personal y sus vidas en aras de la lucha en la causa por la Independencia.
Esta situación -si se permite una digresión- hoy resuelta solo en los papeles y no en los hechos concretos, sigue siendo reflejo del “adentro y el afuera” donde las provincias ya constituidas siguen presas del escarnio de sus recursos, que alimentan y sostienen al gobierno nacional; el cual, luego de recaudar, reparte lo que sobra en las famélicas arcas provinciales. Volviendo al tema central que nos ocupa vemos que -de ese contexto de enfrentamientos fratricidas- emergen los nombres de los que, por su accionar valiente y desinteresado, merecen llamarse “Padres de la Patria”: de San Martín, Manuel Belgrano, Moreno, Juan José Castelli, Bernardino Rivadavia y muchos otros que, por sus merecimientos, pasaron a integrar, con justicia, los Anales de la Historia Nacional.
Pero, junto a ellos, hubo muchos otros patriotas -muy poco reconocidos por la historia oficial- que entregaron su esfuerzo, patrimonio personal y sus vidas en aras de la lucha en la causa por la Independencia. Tal es el caso de Bernabé Aráoz a quien el Prof. Juan Carlos Ponce llama -en este valioso trabajo de investigación- “El héroe olvidado de nuestra Independencia”. Su decir revela que solo algunos historiadores (a los que valora) se ocuparon al menos de mencionarlo en sus obras y es por ello que aporta nuevos datos que algunos no conocían u olvidaron mencionar. Aráoz había nacido en Trancas, provincia de Tucumán, en 1776 y tuvo un importantísimo rol al servicio de la Patria, al batallar incesantemente contra los realistas que atacaban desde el Norte. Entre otras cosas, Ponce destaca que Aráoz fue hombre de consulta del General Belgrano, quien había recibido instrucciones de Buenos Aires de retroceder hasta Córdoba, sin presentar batalla; lo cual obedeció dada la reconocida superioridad bélica del enemigo. Ello provocó el histórico Éxodo Jujeño que implicaba ordenar a los pobladores de la región a quemar todas sus pertenencias para desabastecer el avance realista.
Esa retirada se cumplía a regañadientes, lo cual era observado por Aráoz quien intuía que esa situación se podía complicar y convertirse en un “boomerang” contra Belgrano. Fue entonces que le advirtió el peligro y ofreció su apoyo incondicional, el de todos sus hombres y la totalidad de la población que también le respondía y quería dar batalla. A ello sumaría su caballería gaucha llamados “Los decididos” que, a su entender, ofrendarían sus vidas para defender la causa nacional. Fue entonces cuando el General recapacitó y aceptó el convite. Ponce acota que Aráoz y sus lanceros causaron estragos en las filas realistas y la artillería Belgraniana ultimó al enemigo en lo que se llamó la Batalla de Tucumán. A decir de Vicente Fidel López “la más criolla de todas las batallas que se dieron en territorio argentino”.
Además, el Prof. Juan Carlos Ponce destaca la influencia que Aráoz tuvo en la convocatoria del Congreso de Tucumán de 1816 y en la Declaración de la Independencia. Su permanente entrega y hombría de bien, fueron considerados valores, para que lo designaran Gobernador de Tucumán y declarado Héroe Nacional por el Honorable Senado de la Nación; distinciones que fueron reconocidas por muchos; no así por otros que no comulgaban con algunos de sus principios. Las intrigas -siempre a la orden del día- fueron la causa que llevó al sargento mayor y escribano Juan Antonio Yolis para acusarlo, injustamente y sin pruebas, de intentar sobornar a sus escoltas. Motivo por el cual lo hizo fusilar, sin juicio previo, en la ciudad de Trancas, en 1824.
Vale decir que ya se cumplen 200 años de su paso a la inmortalidad. Para concluir, este memorable trabajo de investigación, el Prof. Juan Carlos Ponce rescata del olvido a tan noble y digna figura: el Primer Gobernador Gaucho y Federal de la Provincia de Tucumán, el mártir Bernabé Aráoz. Este auténtico testimonio histórico da cuenta de que, tal como el caso de Aráoz, hay también muchos otros héroes que el Revisionismo Histórico se está ocupando de develar para demostrar que la “Historia además de ser vida de la memoria es también luz de la verdad”. Agrego que parte de la elocuente palabra de nuestro Beato Fray Mamerto Esquiú -testigo de esos tiempos turbulentos y actor fundamental con su notable oratoria- ello sirve para apuntalar lo que venimos diciendo de este valioso aporte intelectual, que abre el debate y acepta el disenso.
En su célebre Sermón del 9 de Julio de 1853, Esquiú expresó: “Renunciamos con justicia a nuestra primera metrópoli; descabezamos después la República y todos los pueblos se precipitan a apoderarse de la presa; conquistamos la soberanía nacional, después la soberanía provincial, destruimos la monarquía, fuimos republicanos, ora unitarios, ora federales; reacción, anarquía, gobierno de un año, de dos años, triunviratos, dictaduras, oligarquías... ¡Válgame Dios!” (Fragmento extraído de mi libro” Fray Mamerto Esquiú A Corazón Abierto” 2da. Edición. Edit. Científica Universitaria. 2021)
La vigencia de esa autorizada y visionaria palabra nos invita a reflexionar: es mucho más lo que ignoramos que lo que sabemos del pasado y, sin esas herramientas, muy pocas chances tendremos para continuar la tarea de grandeza que forjaron nuestros próceres y que, lamentablemente, siempre se vio postergada. En este aspecto, la educación tiene una deuda enorme. Quiera Dios que el ejemplo dado en vida y obra por el mártir Bernabé Aráoz (como la de otros patriotas que fueron decapitados o fusilados por pensar distinto) nos ilumine a repensar qué hacer con el porvenir. Gracias a ellos -que ofrendaron sus vidas por el bien de todos- hoy tenemos una República y nuestro deber primordial será sostenerla, honrarla y defenderla, cumpliendo y haciendo cumplir la Ley. El hombre es libre cuando es responsable y es responsable cuando es libre.