En el vertiginoso mundo de los negocios, donde los datos y las cifras a menudo dominan la conversación, es fácil olvidar el valor intrínseco de las conexiones humanas. Sin embargo, detrás de cada gráfico, informe o presentación, hay personas con emociones, aspiraciones y preocupaciones.
Cuando te dirijas a tu equipo, a tus clientes o a cualquier grupo, es esencial recordar esto. Muestra vulnerabilidad, comparte tus propias experiencias y escucha activamente las de los demás. Al hacerlo, no solo estás transmitiendo información, sino que estás construyendo puentes de confianza y entendimiento.
Esta autenticidad y humanidad en tu comunicación fortalece las relaciones, fomenta la lealtad y crea un ambiente donde las personas se sienten valoradas y entendidas. Además de la conexión humana, la claridad en el mensaje es fundamental en el mundo empresarial, donde cada minuto cuenta. Tu comunicación debe ser clara y directa, pero no simplificada en exceso ni carente de profundidad. Significa estructurar tus ideas de manera lógica, evitar jergas innecesarias y ser preciso en tu elección de palabras.
Asegúrate de que tu mensaje sea conciso, pero también completo. Proporciona contexto cuando sea necesario y utiliza ejemplos que ilustren tus puntos. Al hacerlo, garantizas que tu audiencia no solo comprenda tu mensaje, sino que también lo retenga y actúe en consecuencia.
Por último, hay que tener en cuenta que cada palabra que pronunciamos, cada mensaje que enviamos, tiene el potencial de influir en quienes nos rodean. Esta influencia puede ser positiva, inspirando y motivando a otros, o puede ser negativa, desalentando y creando barreras. Por eso tenemos que elegir las palabras con intención y propósito. Reflexionemos sobre el impacto que deseamos tener y que nuestra comunicación refleje eso.
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