miércoles 27 de marzo de 2024
Cultura

Vinciguerra publicó obra de Hilda García

Es un poemario que integra una colección de reconocidos autores argentinos.

Por Redacción El Ancasti

Recientemente apareció el libro “Los trenes y los sueños”, poemario de Hilda Angélica García, editado por Vinciguerra en su colección Textos Elegidos. A esta serie editorial pertenecen obras de reconocidos escritores del país como Santiago Kovadloff, Fernando Sánchez Sorondo, Jorge Boccanera, María del Mar Estrella, Alfonso Nassif, Cristina Piña y Darío Lobato, entre otros.
Este es el décimo quinto libro que publica García, quien anteriormente ha dado a luz a las siguientes obras: “Después, volver”, “Los días del amor”, “Memoria de la luz”, “Además, el viento”, “Agua de sed”, “Antología poética”, “Moradores del sueño”, “Aire de invocaciones” y “Poesías”. También ha publicado narrativa y ensayo. Y su obra figura en numerosas antologías.
El libro tiene un epígrafe general del poeta uruguayo Hugo Emilio Pedemonte: “El recuerdo comienza con un nombre, / con una lluvia larga como un canto / de amor”. Se divide en cuatro partes: “La casa”, con epígrafe de Jorge Paolantonio; “Mariposa en el espejo”, epígrafe de Luis Cernuda; “Río de la memoria”, epígrafe de Luis Franco y “Los trenes y los sueños”, epígrafe de Manuel J. Castilla. Se agrega una nota de María Rosa Calás de Clark “Acerca de la poesía de Hilda Angélica García”.
 “Los trenes y los sueños” será presentado en nuestra ciudad cuando la situación sanitaria lo permita, pero ya circula en Buenos Aires en las cadenas de librerías “Yenny”, “Antígona”, “Norte” y “Hernández”. Para los ansiosos, la obra puede ser leída en los portales digitales www.bajalibros.com y en www.leamos.com A partir de esta semana podrá adquirirse la obra de papel –con impecable presentación- en librerías de Catamarca.

 
Los trenes que se van

Los trenes que se van y que no han vuelto
se han llevado los días y las lluvias
que mojaban los sueños. Son cenizas
de ardores desolados,
ascuas de sed temblando en los inviernos.
Van pasando los trenes.
En el adobe
mueren las hormigas y el viento.
Volvemos a mirar su paso
entre ilusiones
de llegar como llegan los barcos a los puertos,
pero arriban a la estación y parten
como si al borde del terraplén
se posara el descanso de un vuelo.
 

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