Bandera argentina de las Islas Georgias: un símbolo patrio recuperado en Londres
La histórica bandera que flameó en las Islas Georgias del Sur, cuyo izamiento dio origen al incidente diplomático que aceleró el conflicto bélico del Atlántico Sur en 1982, fue repatriada por un coleccionista argentino.
El 2 de abril de 1982 soldados argentinos recuperaron la soberanía sobre las Islas Malvinas y, horas después y, al día siguiente, hicieron lo mismo en las tierras de las Islas Georgias del Sur distantes a 1300 kilómetros hacia el Este del archipiélago y en las Sandwich del Sur. La premier británica Margaret Thatcher, siguiendo el espíritu colonizador de sus ancestros, envió a su armada naval con más de cien buques a “recuperarlas” (para nosotros los argentinos, a invadirlas). Tres semanas después los británicos desembarcaron en las Georgias del Sur, con algunas bajas y un helicóptero derribado. Al llegar, un royal marine mira la bandera argentina, la baja cortándole los cabos, se la guarda y dice ‘Trofeo de guerra para mí’. Se llevó ‘la niña bonita’ y nadie le dijo nada.
Pero esa ‘niña bonita’ tiene su historia, pues flameaba desde antes del desembarco a Puerto Argentino, hecho que se recuerda popularmente como el inicio de la guerra. “El conflicto no empezó el 2 de abril sino el 19 de marzo de 1982, cuando se suscribe un contrato entre el gobierno británico de las Islas y una empresa argentina para desarmar unas instalaciones balleneras que estaban en las Georgias del Sur. Ese día van los argentinos civiles y algunos militares vestidos de civiles. Ellos izaron la bandera argentina, esta bandera”, relata Jorge Triaca, mayor retirado de una fuerza de élite del Ejército Argentino.
“Ahí (en las Georgias) había algunos científicos británicos que le dijeron a los argentinos que no podían izarla porque ‘es territorio soberano británico de la Reina’. Y fueron en queja al entonces gobernador de las Falklands (para los argentinos, Malvinas), Rex Hunt. Éste informó a Londres y empezó el conflicto diplomático que aceleró el 2 de abril. Es decir que la bandera argentina de las Georgias ya flameaba desde unos días antes. Es la primera que flameó allí”, agrega.
A repatriarla
A Triaca, poseedor de una amplia colección de objetos de guerra y estudioso de la historia de este conflicto, le avisaron hace tres años que “la bandera de las Islas Georgias” entraba en subasta. Fue entonces que viajó con el dinero necesario para repatriarla. Y lo consiguió. “Era la única bandera argentina (tomada como “trofeo de guerra”) que quedaba en manos privadas, porque el resto, o sea las otras tres, está en museos. Ésta era la cuarta bandera, y no se sabía públicamente de su existencia. Viajé a Londres y fui a la subasta. Hubo un gran interés por parte de los británicos de quedarse con ella. Pero hay ciertas cosas que las ves una sola vez en la vida. Yo no podía dejar que esta bandera argentina quedara en manos británicas. Para mí tener esa bandera es una gran carga emotiva. Es tener un pedazo de historia y siento que me pesa tener esa historia. A mí se me caían las lágrimas cuando la compré”, relata el ex comando argentino que ha llevado esta simbólica bandera a distintos homenajes de veteranos del conflicto del Atlántico Sur desde que la tiene en su poder y la ha exhibido en museos e instituciones.
Si bien Triaca prefiere guardar para sí mismo el importe que debió pagar por el símbolo nacional, el sacrificio económico tiene un lógico correlato en el sentimiento. “No sé si había otro argentino ahí. Oferté todo lo que pude ofertar, pero llega un momento en que uno dice ‘ya no puedo gastar tanto’ aunque nunca digo el precio”.
El mismo logro del objetivo de repatriar la bandera, tuvo otro escollo: “No la pude traer en ese momento, porque cuando viajás solo te dejan llevar cierta cantidad. Pude pagar la comisión y los impuestos, que es casi un 15% más pero no te dejan pagar el saldo. Entonces como estaba volviendo, tuve que hacer una transferencia y pude girar el dinero. Esa bandera la hice mandar a Alemania, donde tengo un amigo, y después me la envió a Argentina. Esa es la historia”, sintetiza.
Si bien no participó en el conflicto, el mayor Triaca ha investigado muchísimo sobre la Guerra del Atlántico Sur desde la óptica del enemigo, y es uno de las personas que más conoce en nuestro país sobre “el punto de vista inglés”, al punto que ha dado charlas y conferencias al respecto. Su hobby es el coleccionismo de guerra, y en particular de la Guerra de Malvinas.
Entre otros objetos de valor, en su vasta colección tiene elementos simbólicos como medallas honoríficas, insignias, fotos, mapas, diarios de época, unas lonas ornamentales que pertenecieron a los puentes de los destructores Coventry y Sheffield (ambos hundidos en el Atlántico Sur) y una carta “a un soldado argentino” escrita por Elena Sofía Fissel que el gobernador de Malvinas, Menéndez, entregó en la rendición.
Preciada insignia
“Lo más preciado que yo tengo de mi colección es la bandera argentina. Hace a nuestra esencia. Es la única bandera argentina recuperada, una bandera histórica. No hay más. Esa bandera, si uno la ve, es bastante grande y está muy deteriorada. La llevé a San Andrés de Giles, donde se hace una gran vigilia el 2 de abril, y lo que hicimos fue izarla. Así como fue arriada por los británicos, tuve la oportunidad de izarla junto con otra gente. Cuando la expuse, el 2 de abril, muchas mamás de los soldados caídos casi lloraban sobre la bandera por la gran emotividad que tiene, entonces a partir de ese momento no dejo que se toque. La he llevado a varias exposiciones, el 19 de noviembre del año pasado, día de la soberanía, la llevé a Salta, y me la vinieron a ver investigadores, historiadores, museólogos, curadores de tela, que la vieron y me recomendaron preservarla”, apunta el coleccionista.
“En todo conflicto militar, la bandera es la niña bonita, el trofeo que todos quieren tener. Es lo que no se entrega porque es como entregar el honor. Entonces varias banderas argentinas fueron quemadas o enterradas o cortadas y despiezadas para traerlas al continente, por los propios argentinos, y varias quedaron allá. Son los argentinos que no quisieron entregar el honor. Las que no rompieron son las tres banderas que tienen los ingleses allá y que tienen guardadas en sus museos. Una de ellas, firmada por paracaidistas, está en Duxford.
Por cuestiones laborales, el mayor Triaca viaja cada vez más seguido a nuestra provincia, donde nunca fue exhibida públicamente la insignia. “Mi anhelo es que la honremos y la disfrutemos en la hermosa Catamarca, donde ahora estoy radicado”. Sería una particular manera de rendir homenajes a los héroes con el único emblema original disponible. Aquel paño sagrado que tiñó de azul celeste y blanco las retinas de los soldados argentinos en los aciagos días de 1982.
Textos: Carlos Gallo
Fotos: Jorge Triaca
Intento británico
La Voz del Interior da cuenta de un extraño coleccionista que, en la década de los ’90, intentó comprar la bandera británica tomada en 1982 por los comandos del Hércules TC68 luego del primer desembarco en Puerto Argentino, que se exhibe desplegada y enmarcada como trofeo de guerra en la Escuela de Aviación de Córdoba. “La primera vez ofreció 5 mil dólares, la segunda 50 mil dólares y en ambos casos se dijo que no, pero su interés llamó la atención. La tercera vez propuso dos millones de libras esterlinas. Ahí se sobreentendió que venía de Inglaterra. Se lo llamó y se le dijo que no queríamos su dinero. ‘Mire señor, usted quiere la bandera, no hay ningún problema. Nosotros la bajamos, la doblamos y se la damos, pero dígales a los ingleses que solamente queremos nuestras tierras’. El hombre se dio cuenta de que su maniobra había quedado al descubierto.
Ese paño es uno de los tres pabellones de esa nacionalidad que hay en el país, pues los otros dos corresponden a trofeos de guerra tomados en las invasiones inglesas de 1806 y 1807.