Con padre folclorista, abuelo director de banda militar y miembro de la orquesta sinfónica de Mar del Plata, y tío “rockero de alma”, Fernando estuvo inmerso en diferentes ambientes musicales desde muy chico.
Actualmente toca folclore con su padre Luis Bazán en “Los Cabales”, y también conforma “Imploide”, una banda de rock alternativo, junto a su amigo y bajista Cristian Barros.
Sin embargo, su pasión por las películas ambientadas en el Medioevo lo llevaron a interesarse en la gaita. Así es que, luego del flechazo, empezó la búsqueda del preciado, pero poco conocido instrumento. “Era muy difícil encontrar una, pero en las oportunidades que viajé a Buenos Aires hice contacto con comunidades españolas que se podían encontrar más que las escocesas, hasta que tuve la suerte de encontrar a mis 24 años el primer instrumento: una gaita gallega de estudio”.
Con su primera gaita –cuenta– se instaló en Mendoza para estudiar música y allí conoció al que sería su primer maestro. “Tuve la suerte de entrar a “Ruxideru”, una banda de gaitas asturianas. La zona de España que tiene gaita son Asturias y Galicia, y son medio como catamarqueños y riojanos, compiten por quien tiene la mejor, y yo tenía una gaita gallega que tiene una digitación distinta a la asturiana, entonces fue como comenzar de cero con el instrumento, aunque el entrenamiento físico un poco ya lo tenía, y toqué con ellos un año”. Así fue que conoció a Gabriel Quinteros, director de la banda de gaitas, quien le enseñó a dominar el instrumento. “Es muy buen gaitero, y con él avancé mucho más rápido con la gaita asturiana que con la gallega porque no tenía maestro. Además, en un curso que hicimos en Santa Fe aprendí mucho del maestro español Flavio Benito”.
Por otro lado, si bien señala que en gaita escocesa no tuvo maestro, reconoce que lo ayudó mucho Iván Thaerigen, lutier –de descendencia escocesa– radicado en Buenos Aires que le fabricó su gaita escocesa.
El resto –confiesa– fue ver tutoriales en YouTube y poner en acción su costado autodidacta: “prueba, error y palo, y seguir probando”, acota.
De gaitas, hallazgos y ensayos
“La gaita es un instrumento que suena muy fuerte ya que tiene un nivel de densidad sonora bastante interesante y difícil de disimular. Vas a poner colchones en puertas y ventanas e igual los vecinos te van a odiar”, comenta entre risas, y añade, “así que eso es otra limitación. Como todo, en nuestros inicios no somos nada buenos, pero tenemos que estar en un lugar donde no molestemos mucho”.
Frente a esta realidad, Fernando recuerda que fue un alivio enterarse de los prototipos de gaitas electrónicas que se estaban diseñando en España. Así, su primera gaita electrónica la pudo conseguir cuando tenía 26 años: “Para mí la bendición fue poder bajarle el volumen, ensayar con auriculares y poder practicar con el instrumento sin que me odie todo el mundo”.
En tanto, la gaita escocesa (la más difundida por la cultura popular y de dimensiones más grandes que la electrónica) se hizo esperar un poco más. “Rastreando encontré a Iván Thaerigen, un fabricante de gaitas escocesas perdido en Buena Vista, Buenos Aires. Junté la plata que no tenía y le pedí que me fabrique una. El proceso de fabricación es largo, tarda por lo menos un año, pero mientras tanto con la gaita electrónica iba practicando la digitación escocesa porque esa es una de las maravillas que tiene la electrónica, podés practicar para los diferentes tipos de gaita”.
En materia de precios, el músico reconoce que adquirir hoy una gaita electrónica “es medio imposible a no ser que sea alguien pudiente”. Cuenta que están valuadas en euros y en nuestro país rondarían los 80 mil pesos. En tanto, la gaita escocesa “está un poco más accesible gracias a que el fabricante está en el país. Se cotiza a precio del exterior porque los materiales con las que las fabrica son de afuera, pero calculo que hoy cuestan de 20 mil pesos para arriba”.
Anatomía de la gaita
“Hay muchos tipos de gaitas –explica Fernando– pero en general tienen un fuelle, que es el receptáculo de aire, donde uno con un soplete lo infla, hay una válvula que hace que el aire no se salga, y con la presión del brazo y las costillas se aprisiona ese fuelle. Esa presión de aire va hacia una cápsula, donde hay una doble lengüeta y así se produce el sonido. Es un sistema de doble lengüeta encapsulado que lo he visto solo en gaitas, no lo he visto en otros instrumentos”, destaca sobre la particularidad musical que tiene.
En cuanto a los materiales con las que está construida, cuenta que “el fuelle se hacía de cuero de cabra. Por eso las conocemos como ‘gaita’ que significa ‘cabra’ en un dialecto español, pero luego se inventó una fibra para campera de montaña que se llama GORE-TEX, que es una tela mágica que deja pasar humedad pero no deja pasar el aire, y los gaiteros dijeron ‘venga pa’ acá’ y empezaron a fabricar todos los fuelles de GORE-TEX, mientras, los gaiteros fabricantes de gaitas y las cabras, agradecidos”, bromea. En tanto, señala que el resto de los componentes pueden ser de caña, madera y hasta de plástico.
En este sentido, confiesa que para dominar la gaita se requiere una “coordinación interesante ya que, como un baterista, hay que disociar la mente en varias líneas rítmicas al mismo tiempo. Hay que relajar la espalda, aprender el sistema de respirar y dosificar el aire con el brazo”, y agrega que “el primer ejercicio es hacer sonar el instrumento que es lo más difícil, la prueba de fuego”.
Y a diferencia de otros instrumentos musicales, comenta que para salir al escenario con la gaita “antes necesito afinarla, probar la caña, humedecerla un rato, y además suena muy fuerte”.
Las galas de Nicolás Romero
Fernando relata que cuando regresó a Catamarca volvió a hacer folclore con su padre ya que la movida de música celta y de fiestas irlandesas que eran su fuerte en Mendoza, en nuestra ciudad todavía no se da. En esa etapa, hizo algunos “experimentos” con la gaita en temas lentos, y la gente lo empezó a conocer y aceptar.
No obstante, su gran oportunidad para demostrar su talento con el instrumento llegó de la mano del tenor catamarqueño Nicolás Romero, quien lo invitó a formar parte de sus galas líricas en el Cine Teatro Catamarca.
“Yo ya tenía trato con Nicolás, y una vez me dijo: ¿Te animás a tocar en algún concierto? Probemos. Y yo le decía: Mirá que es un instrumento complicado, suena muy fuerte. El círculo alrededor de la gaita, sobre todo de la escocesa, tiene que ser en función de ir a un lugar donde se pueda ensayar, pero por suerte Nico siempre tuvo acceso a los mejores lugares. Los ensayos los hacíamos en el Ezequiel Soria así que no había ningún drama. Eso fue muy importante para que pudiéramos acoplarnos bien con la banda. Matías Shapiro (el director) me propuso un par de temas y yo también propuse otros. Elegimos y me permitieron hacer unos temas solos que me sirvió mucho como artista”, recuerda.
De esta manera, entre 2017 y este año, Fernando ya participó en tres galas con el tenor, incluyendo el concierto especial que brindaron en las Ruinas del Shincal, en mayo pasado.
Entre las consecuencias de haber participado en las galas, Fernando reconoce que le aportó difusión a su trabajo como gaitero, sobre todo en las redes sociales.
Sin embargo, el efecto más destacado fue subirse por primera vez al escenario principal de la Fiesta Nacional e Internacional del Poncho con su gaita. Esto es porque en la noche del sábado 14 de julio integró nuevamente el espectáculo lírico de Nicolás Romero, quien junto a destacados artistas del Teatro Colón, cerraron la segunda luna del Poncho.
Proyección
Fernando comenta que le gusta componer y que no se restringe a la hora de lo que quiere hacer musicalmente: “Escucho desde heavy metal hasta música sacra, pasando por latinos, folclore, música electrónica… me gusta experimentar, mezclando estilos. Cuando conseguí la gaita, empecé a meterla donde pude y a hacer experimentos con el rock, el reggae y el folclore”.
Y si bien, reconoce su pluralidad de gustos musicales, confiesa que su primer trabajo discográfico propio sería uno de rock: “Tengo temas de rock así que lo más probable es que termine haciendo un disco de eso. Cierro con 12 o 13 temas y lo publico”.
Consultado por si cree que en la ciudad se puede generar una movida de música celta o afín a las celebraciones irlandesas y escocesas, considera que “en Catamarca llega más la onda medieval, se organizaron ese tipo de eventos, donde participé, y hubo una buena aceptación del público. Por otro lado, también están las cervecerías locales, donde se podría hacer música para las fiestas irlandesas”.
Lo cierto es que ver una gaita por estas tierras es algo inédito, y más todavía que un músico catamarqueño se haya especializado en este instrumento de viento que viene del viejo continente y de las lejanas Highlands de Escocia. Tal es la reacción del público local, que Fernando lo resume en una pregunta que se repite al finalizar sus presentaciones: “Lo primero que te dicen es… ¿Por qué no uso pollera? –se ríe–, haciendo referencia al tradicional kilt que usan los gaiteros escoceses.
Sobre Fernando Bazán
Nació el 29 de mayo de 1984, en Catamarca, Capital. Terminó sus estudios obligatorios y siguió el Profesorado de Música, recibiéndose de profesor y trabajando un par de años hasta que se mudó a Mendoza. Allí realizó dos especializaciones en el Instituto Mendocino de Audio y Sonido, una en Audio y Sonido, y otra en Ingeniería de Grabación, mientras paralelamente estudió Producción Musical en la Universidad Nacional de Cuyo.
Las bandas con las que realizó sus presentaciones más importantes fueron:
- Imploide (banda de rock alternativo), con la que representaron a Catamarca en “La Canción Argentina 2016” con el videoclip “Espejismo”; y en el 2017 con “10 horas”.
- El Ruxideru (banda de gaitas asturianas de Mendoza). Con ellos tuvo la posibilidad de hacer cursos y presentaciones en muchos eventos mendocinos como el carrusel de la Fiesta de la Vendimia, las Fiestas de la Hispanidad en la Plaza España, entre otras.
- Ghrian (banda de música celta de Mendoza). Con ellos tocó en la Fiesta de la Cerveza de Godoy Cruz, y en varios festivales mendocinos de música celta, en pubs, eventos privados, etc.
Como Fernando Bazán, sus presentaciones más importantes, además de las galas líricas de Nicolás Romero, fueron el año pasado en la Plaza del Aborigen: en el certamen “Expresarte”, en el cual salió tercero; y en la Elección de la Reina de Valle Viejo, allí tocó en la obertura el tema “Viva la vida” de Coldplay, en versión cantada y tocada en gaita escocesa.
También tuvo muchas presentaciones con su padre Luis Bazán y sus hermanos en Los Cabales (grupo de folklore argentino). Con ellos tiene un disco grabado, varios escenarios en la Fiesta del Poncho y en muchos festivales de la provincia.
Actualmente está iniciando una nueva banda que bautizó como “No es lo que parece”, donde hace música experimental.
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Lidia Coria