martes 10 de septiembre de 2024
Mons. Urbanc en el Tedeum

“Honremos el deber de cuidar la vida de todos”

A 202 años de la Declaración de la Independencia Argentina

Por Redacción El Ancasti

Esta mañana el Obispo Diocesano de Catamarca, Mons. Luis Urbanc, presidió el Solemne Tedeum por los 202 años de la Declaración de la Independencia Argentina. La ceremonia fue en el templo parroquial del Inmaculado Corazón de María, y fue concelebrada por el Vicario General de la Diócesis, Pbro. Julio Quiroga del Pino; el párroco anfitrión, Pbro. Edelmiro Herlein; y el Capellán Mayor de la Catedral Basílica y Santuario de Nuestra Señora del Valle, Pbro. Lucas Segura.

Participaron autoridades provinciales y municipales, encabezadas por la Gobernadora, Lucía Corpacci, y el Intendente de Capital, Raúl Jalil; legislativas y de las Fuerzas de Seguridad; directivos y abanderados y escoltas de establecimientos educativos del medio, destacándose la presencia de los chicos de la escuela especial N° 31 Luisa María Sesín quienes participaron de la ceremonia a través del lenguaje de señas.

En el inicio de su mensaje, Mons. Urbanc explicó el significado de la antigua “expresión latina ‘Te Deum laudamus’, las tres primeras palabras de una larga oración que data del año 252 y la atribuyen a San Cipriano de Cartago. “‘Te Deum’ es un himno de alabanza cargado de significado en nuestra historia patria. En Tucumán fue entonado solemnemente al inicio de las sesiones del Congreso, el 25-3-1816, en la Iglesia de San Francisco, luego de los juramentos de práctica efectuados el día anterior”. También es “un himno de fe que se hace canto de amor y gratitud. Por eso estimula la respuesta de fe y de amor que la patria necesita de sus ciudadanos y, en especial, de sus dirigentes y constructores de la sociedad”, dijo. 

Tras rescatar los conceptos del presidente Nicolás Avellaneda, cuando afirma que “el Congreso de Tucumán ‘se halla definido por dos rasgos fundamentales: patriota y religioso, en el sentido más riguroso de la palabra”, se centró en la verdad. Para ello citó al Papa Francisco cuando en su primera encíclica “Lumen Fidei” afirma que “en la cultura contemporánea se tiende a menudo a aceptar como verdad sólo la verdad tecnológica: es verdad aquello que el hombre consigue construir y medir con su ciencia; es verdad porque funciona y así hace más cómoda y fácil la vida. Hoy parece que ésta es la única verdad cierta, la única que se puede compartir con otros, la única sobre la que es posible debatir y comprometerse juntos”. En este punto acotó que “no todo lo que es técnicamente posible, es moralmente válido, y por ende realizable. También recordemos el deplorable y tan naturalmente utilizado axioma de Maquiavelo: ‘el fin justifica los medios’”. 

Durante su mensaje, también recordó que los representantes catamarqueños en el Congreso de Tucumán fueron “Manuel Antonio Acevedo, sacerdote y abogado, párroco en Belén, nacido en Salta, en 1770, donde fundó la Escuela de Filosofía, de la que fue rector y catedrático” y “José Eusebio Colombres, sacerdote, doctor en leyes y político, párroco en Piedra Blanca, nacido en Tucumán, en 1778. Gran impulsor de la industria azucarera”, explicó.

Siguiendo con su predicación, expresó que “en este día nos corresponde reflexionar, traer luz y orar por lo que está ocupando el debate no sólo en el Congreso de la Nación sino en nuestra sociedad, pues, gracias a Dios, muchos se han expresado acerca de la defensa que tenemos que hacer de la vida humana en gestación, ya que el primer deber del Estado es cuidar la vida de sus habitantes, especialmente de los más pobres y débiles”. 

En este sentido volvió a traer conceptos del Papa Francisco en su exhortación apostólica Gaudete et Exultate, donde dice que “'La defensa del inocente que no ha nacido debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo'.

Al concluir su mensaje invitó a que “hagamos presente a un gran catamarqueño, el Venerable obispo Mamerto Esquiú, a quien su madre, que tuvo muchas dificultades para gestarlo y mantenerlo con vida, lo confió a Dios, con la promesa de que vestiría el hábito de san Francisco, para que nos ayude con su ejemplo de vida cristiana y ciudadana a saber encarar las cuestiones de afligen a la sociedad con la seriedad que ameritan, a fin de que nuestras leyes respondan a los principios básicos de las Constituciones Nacional y Provincial, de las que él fue un gran impulsor, cumplidor y difusor”.

Durante la celebración se rezó la Oración por la Patria y la Oración por la Vida, de San Juan Pablo II.
Luego de la bendición final, Mons. Urbanc saludó a las autoridades presentes, concluyendo de esta manera el Solemne Te Deum.
 

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