Se escuchó un fuerte suspiro, entre una grata sorpresa y la alegría, en la Cámara Penal de Tercera Nominación. Los jueces Patricia Olmi, Jorge Palacios y Marcelo Soria absolvieron por unanimidad a Hugo Orlando Tula (36), quien había llegado imputado por el delito de “homicidio agravado por el vínculo”. En noviembre del año pasado, había matado a su padre, Nicolás Valentín Tula (67), en el paraje El Sauce, localidad de Ipizca.
En la segunda y última audiencia de debate, declaró Felipa Arias (49), madre de Orlando. Su testimonio fue breve pero conciso. Contó que tuvo a su hijo a los 13 años y que a los 14 decidió abandonar la casa que compartía con Valentín Tula, su ex pareja, porque era un hombre muy violento. Recordó que en los pocos meses que vivió con él, en más de una ocasión la mandó a dormir en el medio del campo. Dejó a Valentín, a su hijo y la casa, con solo 14 años. Con el paso del tiempo, pudo retomar el contacto con Orlando.
Rubén Carrizo, representante del Ministerio Público Fiscal, bajó la calificación de la imputación. De “homicidio agravado por el vínculo” –que tiene un castigo de prisión perpetua- pasó a “homicidio simple”, que tiene una escala de ocho a 25 años de cárcel y pidió una pena de nueve años.
El fiscal consideró que las agresiones e insultos, por parte del padre, conformaron una especie de “simbiosis” y un círculo vicioso. Según los testigos, la relación padre e hijo era buena hasta que don Valentín tomaba “medio vasito” de alcohol y “se ponía agresivo con el hijo”.
"El imputado sufrió una agresión ilegítima. Él expresó que si no lo hubiera atacado, nada hubiera pasado".
Pablo Rivera
Abogado defensor de Tula (h)
A su turno, el defensor de Tula (h), Pablo Rivera, señaló que la víctima había iniciado el ataque. “El imputado sufrió una agresión ilegítima. Él expresó que si no lo hubiera atacado, nada hubiera pasado. Siempre buscó irse. Quería evitar la pelea”, dijo.
“Tiré el cuchillo afuera porque tenía miedo”, fue una de las frases del imputado que destacó Rivera. “Le tenía miedo al padre y a los cuchillos. No lo denunciaba para no perjudicarlo. Tenía un respeto atroz por su padre. Más que respeto era miedo”, fundamentó.
Para Rivera, Tula (h) tenía miedo ante la reacción de su padre y ante su ataque se defendió. A su criterio, por tratarse de una legítima defensa, solicitó la absolución o, en su defecto, la mínima prevista (de ocho años) en la escala penal.
Luego, ante los camaristas, Orlando Tula, con una voz que apenas podía escucharse pidió perdón. Por unanimidad, los jueces lo absolvieron y ordenaron su inmediata libertad. Sus hermanas, Gloria y Érica, lo esperaban, emocionadas, en la vereda del tribunal.
“La defensa está conforme. Desde la investigación penal preparatoria venimos sosteniendo lo mismo. El tribunal, con buen tino, se hizo eco y dictó una sentencia de absolución. Había elementos de sobra para sostener la legítima defensa, con la que actuó mi defendido. Esto hace que para el tribunal sea más simple a la hora de decidir”, expresó Rivera, el defensor.
Antecedente
En junio de este año, la Cámara Penal de Primera Nominación condenó a Luis Eduardo Vitale (26) a la pena de ocho años de prisión. El joven había llegado a banquillo de los acusados por haber matado a Armando Eduardo “El Gringo” Vitale (52), su padre, de dos puñaladas. El crimen se produjo en julio del año pasado, en Chumbicha. Vitale (h) tenía una imputación por “homicidio agravado por el vínculo”, delito que tiene una pena de prisión perpetua. El fiscal Ezequiel Walther bajó la calificación a homicidio simple y pidió la mínima, ocho años.
Para los camaristas Fernando Esteban, Carlos Roselló y Fabricio Geshani Quesada, en esta tragedia no hubo emoción violenta pero Vitale (h) había reproducido la violencia aprendida por su padre. Durante el juicio, los testigos y el imputado declararon que en la familia Vitale, “El Gringo” ejercía violencia sobre su familia. Había golpeado a sus tres hijos, a su mujer y a su suegra.