El 20 de noviembre del año pasado, cerca de las 19, Valentín Nicolás Tula y Hugo Orlando Tula, padre e hijo, y dos conocidos más se habían ido a comprar mercadería en Anquincila, Ancasti. Entre otros productos, el padre compró un licor de menta y los cuatro se pusieron a tomar. Volvieron a El Sauce, el paraje donde vivían y los Tula se quedaron en su casa y comieron una picada. Comenzó una discusión y el padre habría “pinchado” en la mano y en el estómago a su hijo. “Vi que mi padre tenía un palo como un cabo de hacha de mano y un cuchillo”, había contado. Los dos forcejearon; “le pego con el palo en la cara y le pego como cuatro palazos. Él se va a su habitación; yo me quedé curando la mano”, había dicho. Al día siguiente, cuando el hijo se levantó pensó que padre dormía. Luego de más de dos días, se constató que Tula (p) estaba muerto.