jueves 28 de marzo de 2024
LO DIJO LA EX HIJA DE UN REPRESOR

"Rezábamos para pedir que se muriera"

Mariana Dopazo, ex hija de Miguel Etchecolatz, contó cómo fue vivir con uno de los genocidas de la última dictadura militar.

Por Redacción El Ancasti

Mariana Dopazo, quien renunció a su condición de hija del represor Miguel Etchecolatz, confesó hoy que junto a su hermano rezaban para que el ex jefe de la Dirección de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires "pedir que se muriera en el viaje" de regreso a su casa.

"Crear una vida propia, a las sombras de mi progenitor, uno de los genocidas más siniestros de nuestra historia, fue muy difícil. Siempre rodeados de armas, acompañados de custodia policial y metidos en una burbuja. Mi vieja hacía lo que podía, amenazada recurrentemente por él: ´Si te vas, te pego un tiro a vos y a los chicos´", relató la mujer.

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  • Le otorgan la prisión domiciliara a Etchecolatz
  • A través de un artículo publicado en la revista La Garganta Poderosa, Dopazo señaló que el "recuerdo más crudo de la infancia da cuenta del sufrimiento permanente": "Cada vez que él volvía de la Jefatura de Policía de La Plata, nos encerrábamos a rezar en el armario con mi hermano Juan, para pedir que se muriera en el viaje. Sí, eso sentíamos, todos los días de nuestras vidas".

    A la vez, manifestó que "vivir con Etchecolatz significaba no tener paz, hacer lo que decía y acostumbrarse al miedo de abrir la boca, porque podría venirse la respuesta más terrible".

    En ese sentido, la exhija, ya que renunció al vínculo familiar con el represor, se definió como "bastante rebelde" y recordó que como "lo desobedecía tanto como era posible, se repetían sus golpes".

    "Era cruel, castigaba muy fuerte y después se preocupaba: ´Mirá lo que me hacés hacerte´, decía. Cuando oía sus pasos, sentía el perfume del terror. Y sí, haber convivido con un genocida me permitió conocer su esencia, su faz más verdadera", añadió.

    Dopazo cuestionó el "doble silencio" del represor, quien "no habló con su familia ni frente a la Justicia" respecto de los crímenes de lesa humanidad que cometió, y consideró que con esa actitud "corporizó lo más terrible en todo momento, sin importarle jamás el otro y convirtiéndose en el símbolo más cruento del aparato represivo".

    Respecto al beneficio de la prisión domiciliaria que obtuvo recientemente Etchecolatz, la mujer expresó: "Días atrás, mientras visitaba a mi familia me enteré que ahora tendrá el privilegio de irse a su casa. ´Es imposible que le den la domiciliaria´, me aseguraba mi mamá, para tranquilizarme. Hasta que nos llamaron para avisarnos. Todo se convirtió en silencio.

    No pude pensar, ni hablar más. Así estuve la noche entera, tratando de salir de la oscuridad".

    "Ante semejante noticia, no puedo imaginarme lo que sentirán quienes lo sufrieron y menos todavía quienes deberán convivir con él, en el mismo barrio marplatense. Sólo dos tipos de personas conocen verdaderamente a un sujeto como él: sus víctimas y sus hijos. Por eso, a mí que no me lo vengan a contar", agregó.

    Finalmente, Dopazo concluyó: "Nadie puede venderme el discurso de la reconciliación, ni el cuento del viejito enfermo que merece irse a su casa. Quienes conocemos su mirada, sabemos de qué se trata. Hay centenares de genocidas con prisión domiciliaria, pero él nos hierve la sangre porque representa lo peor de esa época, tras haber sido la cabeza de 21 centros clandestinos y no haberse arrepentido ni un centímetro de sus acciones, fiel e incondicional a las mentes que planificaron ideológicamente la masacre".

    "Justo y reparador sería que Miguel Osvaldo Etchecolatz estuviera para siempre en una cárcel común, hasta el final de sus días. Como sociedad, debemos luchar para que vuelvan atrás con esta decisión inadmisible", cerró la mujer.

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