Cambio climático: se nos acaba el tiempo
En efecto, la demanda real de la industria requiere de gente que esté al día con los nuevos avances tecnológicos. Naturalmente, si bien 5 o 6 años proveen una educación importante como para ser parte de una elite, la demanda actual es por el técnico que puede diseñar, operar y mantener nuevas tecnologías recién salidas al mercado.
Como veremos más abajo, esto se está logrando ya con las micro-credenciales, que no son otra cosa que un reconocimiento formal por parte de la industria de la habilidad de una persona en la aplicación de una tecnología puntual. Para lograr esto, dos años alcanzan y sobran, y las universidades deberían ser los líderes naturales de este proceso.
Aclaremos que esto no quiere decir que aquellos que ya ostentan antigüedad en los cargos deban tentarse con la idea de que la antigüedad da derechos. El avance de las tecnologías reclama que ellos también se actualicen so pena de quedar marginados por el proceso. Como no podría ser de otra manera, esto también alcanzará a las instituciones educativas del nivel medio hasta el terciario, que no se adapten a los nuevos tiempos de la Cuarta Revolución Industrial.
Lo dicho pone sobre el tapete la relación de las instituciones terciarias con la sociedad, especialmente con el sistema productivo, o sea con los usuarios de las tecnologías de punta. Creemos no equivocarnos si sostenemos que, en nuestro país, esa relación y combinación no es parte de una cultura de colaboración entre los sectores industriales y las universidades.
Lo único que existe es la colaboración del estado, generalmente un aporte magro y simbólico que no alcanza para acometer grandes desarrollos. Se podrá objetar que éste no tiene fondos para atender todas las necesidades del país, lo cual se comprende, pero entonces ¿por qué no concentrar los esfuerzos en proporcionar a los jóvenes las habilidades tecnológicas de punta que les den una salida laboral, en vez de gastarnos en títulos que exceden los requerimientos de economías subdesarrolladas y en permanente crisis como la nuestra?
Lo dicho nos lleva a comentar un artículo publicado en la BBC de Londres, donde se plantea un interrogante sobre el futuro de la educación universitaria. No se pretende aquí descalificar lo que se hace, sino, por el contrario, advertir sobre un cambio de paradigma que se viene dando en los modelos de enseñanza en el llamado “primer mundo”, con el fin de atender el desafío que le viene planteando la rápida evolución de la tecnología, con los cuales los modelos tradicionales de enseñanza cada día tienen más dificultades para competir.
El nuevo paradigma
Para ilustrar los cambios que se van operando en el área educativa e industrial en el mundo desarrollado, la BBC de Londres cuenta la historia de dos jóvenes que decidieron adaptar sus vidas a la nueva realidad creadas por el avance tecnológico. El primer caso es el de un profesional con título universitario y el segundo el de un joven que decidió abandonar la universidad porque le “quedaba chica” para satisfacer sus sueños tecnológicos de la adolescencia.
El primero es un joven llamado Scott Young, con título universitario formal en el área de negocios, que en 2011 decidió estudiar ciencias de la computación. El problema que tenía era que le gustaba el tema, pero no quería pasarse otros 4 años yendo a clases todos los días para sacar otro título, porque no tenía tiempo ni quería pagar dinero.
Entonces decidió tomar los cursos gratis que el MIT ofrece “online”, pero que no acreditan para un título formal. Este muchacho de 23 años compró los libros requeridos, tomó todos los cursos que le interesaban y se ofrecían online, hizo todas las tareasy obtuvo su clasificación o nota siguiendo los métodos de evaluación del MIT para cada asignatura.
Su preparación lo hizo así acreedor a una micro-credencial en un área puntual, pero prefirió seguir con su profesión original, ahora suplementada por otro nuevo conocimiento. Su ejemplo muestra la dinámica nueva del mundo actual, donde los profesionales no se abandonan y siguen actualizándose para mantener su competividad.
El segundo ejemplo está representado por Freddy Vega, un ex estudiante de computación en la Universidad Nacional de Bogotá, a la cual abandonó porque la lentitud de sus programas no le ayudaban. En efecto, desde los 14 años ya sabía cómo usar Flash y a los 17 ya había creado Cristalab, en la cual ya tenía 3 millones de seguidores.
A los 23 años fundó Platziuna plataforma educativa online, junto a un amigo. Hoy, a sus 33 años, tiene oficinas en México DF, San Francisco y Madrid, da trabajo a 110 empleados y ofrece 300 cursos que enseñan programación, técnicas de diseño y mercadotecnia online.
Su éxito al margen de los diplomas del sistema educativo demuestra las limitaciones de las universidades tradicionales, en este caso en Colombia, para dotar a un joven de habilidades para conseguir un empleo. En ellas, sus largos programas exigen una dedicación full time, lo que impide a los jóvenes sin recursos lograr una educación superior.
En cambio, ahora con Platzi un estudiante puede estudiar “a la carte”, es decir, elegir un área puntual y lograr una instrucción habilitante para conseguir un trabajo. Lo interesante de la experiencia es que esa instrucción está armonizada con los últimos adelantos de la tecnología en el área de estudio elegida, algo imposible de lograr en las universidades nacionales tradicionales, donde los currículos no cambian por años
Pero, FreddyVega no pretende desplazar a las universidades, según él mismo lo dice, sino complementarlas ofreciendo una alternativa a gente que no puede invertir su tiempo o su dinero en una educación universitaria tradicional. Según él esto no incluye a disciplinas que demandan otro tipo de prácticas como la medicina, o las leyes, esta última dependiente de cada país, aunque podrían ofrecer cursos de actualización a esos profesionales.
La BBC también ofrece otro ejemplo a través de la Universiti Sains Malaysia’s (USM) donde también se ofrecen micro-credenciales para ganar reconocimiento por habilidades concretas. Aquí las credenciales están basadas en el concepto de micro-aprendizaje a través de cursos cortos y bien planificados. El objetivo es atender la necesidad de una persona que tiene poco tiempo para atender clases tradicionales en la era de la tecnología digital. Cada micro modulo ofrece conocimientos básicos, habilidades concretas o ambos.
Lo que se viene
La experiencia contada crea la siguiente pregunta, según dice la BBC: ¿Podrán las micro credenciales reemplazar o eventualmente desplazar a las universidades tradicionales en la preparación de personas para conseguir un empleo en un área puntual? La respuesta es sí y no. Veamos.
Las micro-credenciales surgieron como una respuesta a la brecha entre la educación tradicional universitaria y las necesidades de desarrollo de las nuevas tecnologías. Las “micro” instruyen en áreas puntuales, a fondo, desde el primer día, ya sea usando cursos de entrenamiento online, en institutos o en las mismas universidades.
Plataformas online como Coursera, EdX o Udacity dan testimonio de esa nueva tendencia. Los que toman cursos allí, lo hacen ya sea para ampliar sus credenciales en caso de profesionales ya graduados, o para mejorar sus oportunidades de empleo encaso de no serlo. Se cree que, al ser más accesibles por su preparación, ofrecen al empleador y al aspirante a un trabajo un camino directo para llegar a un acuerdo laboral en un área bien especializada.
Según el gerente de FurureLearn, una plataforma inglesa que trabaja en coordinación con universidades en los cursos online MOOCs, la aparición de estas micro-credenciales responde a tres macro tendencias: (1) el crecimiento inusitado de la demanda en las sociedades avanzadas de gente con educación terciaria; (2) el avance de la digitalización en muchas industrias, lo cual genera una alta demanda en nuevas áreas, que las universidades tradicionales no están acompañando con un entrenamiento correspondiente; (3) la digitalización de la enseñanza superior. Se entiende y comprende que las nuevas tecnologías demandan una constante actualización, pero que la gente no tiene tiempo para acudir físicamente a un establecimiento de enseñanza y lograrlo.
Sin embargo, se advierte que, si bien las micro-credenciales pueden cubrir necesidades puntuales de la industria, no significa que la educación tradicional carezca de valor. Los títulos universitarios tradicionales siguen teniendo valor y demanda en el mercado de trabajo por su tradicional prestigio. Pero, una investigación con 750 líderes en recursos humanos reveló que cada vez más organizaciones se están inclinando por contratar a personas con micro-credenciales y que otra gran cantidad de aplicantes a un empleo llegan con títulos tradicionales más esas certificaciones de actualización, lo cual los coloca en una condición excepcional, por considerarse la combinación como un acercamiento a un Magister.
El cambio está a medio camino todavía, se dice, porque las micro-credenciales todavía tienen que ganarse la confianza de los empleadores y los que las otorgan necesitan describir el alcance de ellas. Esto se solucionaría si las instituciones que las otorgan se acercaran más a las industrias, para satisfacer sus demandas con la premura que ellas exijan, algo difícil de satisfacer en el campo tecnológico, que cambia de un día para otro.
El punto mencionado es importante porque se reconoce la necesidad de incluir prácticas concretas durante el aprendizaje, algo que no se puede lograr si no hay una relación formal. Esto lo está logrando la empresa Udacity, por ejemplo, que certifica su credencial online con la ayuda de compañías como Facebook, Google, AT&T y Salesforce. En Canadá, el eCampusOntario trabaja con colleges y universidades para desarrollar micro-credenciales en colaboración con la industria. El hecho de que los empleadores acepten la credencial actúa como certificación de su integridad académica.
La BBC cierra su artículo con las palabras del mismo Young: “La educación universitaria va a seguir siendo importante, pero la habilidad cuenta. Yo creo que cualquier cosa que uno haga para aprender algo práctico, hace de alguien un candidato de valorpara el mercado de trabajo.
El futuro
A medida que la Inteligencia Artificial avanza en el mundo, los aspirantes a un empleo se preguntan cómo los afectará este nuevo invento. Un estudio de Pew Research dice que en 10 países con economías avanzadas y emergente, la mayoría de los trabajadores creen que en 50 años las computadoras harán todos los trabajos que hoy realizan los humanos.Por su parte, una firma consultora, McKinsey, dice que para 2030 unos 800 millones de personas van a ser desplazadas de sus trabajos en el mundo por el robot.
La pregunta es si la educación puede ayudar a la gente a neutralizar la actual ventaja del robot. La respuesta depende de si las personas se actualizan constantemente, dice Joseph Aoun, Rector de la Northeastern University. Para ello, la educación universitaria tiene que cambiar dramáticamente. Su solución comprende tres acciones concretas:
1.Habilidad técnica: Comprender cómo funcionan las máquinas que usan nuevas tecnologías y como interactuar con ellas. Para mantener su empleo, el trabajador debe estar adelante con sus conocimientos respecto al robot y la IA. Esto lo hará más productivo que la nueva tecnología.
2. Manejo de datos: Capacidad para navegar a través del cúmulo de información generada por estas nuevas máquinas digitales. Los trabajadores deben ser capaces de leer, analizar y usar la información que guía las decisiones en todos los niveles de una compañía.
3. Disciplina: Qué es lo que nosotros los humanos podemos hacer y que los robots no pueden emular. O sea, la creatividad, la agilidad cultural y la habilidad para tomar información de un contexto para aplicarlo en otro. En términos educativos, esto se logra con menos énfasis en el aula y mayor aprendizaje experimental, sobre el terreno.
Según Aoun, esto demandará de las universidades cambiar su objetivo actual para dirigirlo a proveer un aprendizaje de por vida y a entrenar trabajadores a mitad de su carrera. En este contexto, las micro-credenciales tienen un papel más que importante.
¿Llegarán las universidades o el sistema educativo en general a comprender la necesidad de reformarse a sí mismos y equiparse para la nueva realidad creada por el advenimiento de las nuevas tecnologías? No lo sabemos, pero el desafío ya le golpea las puertas de los claustros.
Mientras tanto, el ministro del gobierno que reclamaba a la industria ponerse a tono con la Cuarta Revolución Industrial deberá esperar hasta que se cambien los paradigmas que sirven de base a la educación superior en nuestro país, hoy por hoy todavía aferrado al recuerdo de la Reforma de 1918.
El futuro se construye desde este presente, no desde el pasado.