domingo 17 de marzo de 2024
Editorial

Uso y abuso

Dos informes publicados recientemente aluden al cada vez más generalizado uso de los dispositivos móviles, que han pasado a ser parte fundamental de la vida de las personas en casi todo el mundo. Pero mientras uno de los estudios hace alusión positivamente, graficando cómo ha incidido para el acceso a internet, que ya es considerado un derecho humano básico, el otro destaca la gravitación negativa que tiene su utilización desmedida, particularmente en niñas, niños y adolescentes.

El primero de los informes ha sido elaborado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), un organismo especializado de la ONU y señala que casi tres de cada cuatro personas de más de 10 años en el mundo posee un teléfono celular que facilita el acceso a internet.

La UIT advierte, sin embargo, que un tercio de las personas sigue marginado de la conexión a la red. Además, que persiste la brecha de género, pues “hay 259 millones de mujeres menos que de hombres con acceso a Internet” y que se registra también una brecha vinculada a las desigualdades sociales: el 95% de las personas que viven en países más desarrollados tienen un celular, mientras que “en los países pobres” este índice se reduce a 49%.

El otro estudio, elaborado por el especialista Eduardo Urzagasti, hace eje en cómo afecta el uso desmedido de los dispositivos móviles a los más chicos. El uso excesivo de estos aparatos aumenta el riesgo de que los más pequeños tengan cansancio visual, dolores de cabeza o dificultad para ver objetos lejanos, todos síntomas de miopía.

La Organización Mundial de la Salud asegura que en 2050 una de cada dos personas será miope. El aumento descomunal de esta afección de la vista tiene como uno de los factores desencadenantes al uso excesivo de celulares.

Pero hay otras consecuencias tan o más graves. Sociedades de Pediatría de todo el mundo coinciden en que también pueden provocar problemas de aprendizaje y bajo rendimiento académico; obesidad infantil; alteraciones del sueño; enfermedades mentales; conductas agresivas; déficit de atención; adicción a las nuevas tecnologías; sobreexposición pública, lo que los hace más vulnerables a los abusos, entre otras.

Tienen los padres y los docentes responsabilidad central en la concientización respecto de la necesidad de que no haya abusos en la utilización de los dispositivos móviles que generen efectos nocivos en la salud física y mental de los chicos, promoviendo además el hábito de la lectura tradicional, los juegos y la interacción personal con sus amigos.

Como puede observarse claramente, las nuevas tecnologías no son ni buenas ni malas en sí mismas. Todo depende del uso que se le den. En rigor, depende si hay un uso o un abuso de ellas.

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