Ralatos heterod̶o̶x̶o̶s̶géneos de José Zolla Luque
(*) Por Leandro Arce
La lectura de estos Relatosheterodoxosgéneos rinde tributo indubitable al título de la colección, fundamentalmente porque el juego tipográfico es afín al contenido: el conjunto de los relatos es menos heterodoxo que heterogéneo, en tanto en cuanto no se apartan mayormente de las expectativas del género como que sí reúnen una rica variedad de texturas, de arquitecturas, en un entramado diegético en el que resaltan las postales de una vida, de ese complejo y enigmático proceso de insertar milimétricamente las vivencias y las experiencias en el engarce de la imaginación. Ahora bien, la heterogeneidad no debe entenderse como un rasgo de debilidad, sino más bien al contrario: como dice la sentencia popular, en la variedad está el gusto. Y este libro lo confirma. Encontramos en él humor, ironía, tragedia, engaño, aventuras, desventuras, erotismo, fugas y juegos.
La serie abre con “La misión”, un juego literario que, con un tono épico y humorístico al estilo Denevi, narra un hecho biológico con incomparable nitidez. Paradójicamente, esa génesis mirada con humor es una marca que atraviesa la obra completa.
En “El Gringo”, el autor recupera, con tono documental y en el marco histórico de la expansión del ferrocarril una historia propia de las anécdotas de los pueblos chicos, en las que se entremezclan búsquedas, persecuciones, creencias y gualichos. El mismo tipo de temática se aborda en “Pedro Luna”, relato en el que se retoma una leyenda urbana, con ciertos pasajes de logrado erotismo, y en “Pieza de repuesto”, que, con tono paranoico, revisita un fantasma propio de la modernidad. Si bien la temática permitiría reunir estos tres textos en un grupo, la estructura los diferencia notoriamente. Esto se destaca en “Pieza…”, relato que retoma la organización diegética cortazariana (recordemos “La noche boca arriba” o “La señorita Cora”), en la que dos relatos intercalados, aparentemente inconexos, van construyendo una narración única, que confluye hacia el final.
“El Valle - Retrato de un día” oficia, en la estructura de la obra como separador, tanto en cuestiones de forma como de contenido. En lo formal, se trata de un texto descriptivo que evoca el género audiovisual ‘documental’, en un relato que acompaña imaginariamente la fisonomía de Catamarca. Aflora aquí el color local, en una aventura topográfica por paisajes propios de la provincia, su flora, su fauna.
La heterogeneidad genérica vuelve a aparecer en “Atila - El Conquistador”, cuyo título -que dispara una serie de inferencias acerca del contenido, por la referencia al personaje histórico- se acompaña de un inciso aclaratorio -“Fábula levemente ingenua”-, que obliga al lector a cancelar algunas presunciones, a fin de adecuarse al tono que adopta el relato. Asimismo, la alusión incidental al género ‘fábula’ adelanta también la presuposición de encontrar una moraleja que, al no aparecer efectivamente (y he aquí un indicio de heterodoxia), corre por cuenta del lector.
“En pocos sitios pueden hallarse tantas putas reunidas como en una Biblioteca”, señala Liliana Viola en su artículo “La metáfora más vieja del mundo”, haciendo alusión a la recurrente afición de los escritores hispanoamericanos por la figura de la prostituta. Dentro de la tradición narrativa argentina, no son infrecuentes las obras que aluden a la relación de hombres con prostitutas, como resabio de una costumbre cultural ya un poco relegada. Tampoco de esto es la excepción esta colección de José Zolla Luque. En “Marie”, se cuenta la historia de un hombre que es víctima de la sobreprotección y de cierta forma de castración, y que aprovecha sus escapadas laborales a Buenos Aires para encontrarse con una prostituta. La cuestión que dispara este episodio es el porqué de la fascinación romántica por la figura de la prostituta en la literatura y, como dice Viola, por qué es una metáfora tan antigua como la profesión misma. Probablemente porque, como en el texto, la puta es sinónimo de prodigalidad, de amparo, de liberación, de comprensión. Son, en suma, como Marie, vendedoras de ilusión.
“Marie” inaugura, además, una nueva transición en la organización de la obra, que se orienta hacia la reflexión sobre la heterogeneidad de las relaciones interpersonales. En esta línea, “Cronos” podría leerse como un “ensayo” (aunque evidentemente no lo es) sobre la mitología del tiempo en las relaciones humanas y sobre las mentiras que se crean en torno a la sincronía, como metáfora del enamoramiento y a la asincronía como causa del fracaso o pretexto para la ruptura.
Esta línea de reflexión sobre las relaciones humanas sigue dibujándose en “Mabel, ese lunes o la complicidad de los amigos”, un relato cuasi policial, en el que aparecen de nuevo la búsqueda, la aventura y el engaño. En una hábil muestra de síntesis, el texto recorre, por un lado, las etapas de una relación prohibida, hasta el inesperado desenlace frente a la no aceptación de la pérdida y, por otro, elogia el íntimo sostén de la amistad en la vida de las personas.
El camino iniciado en “Marie” culmina en “Peces de colores”, relato que condensa, de una parte, una desafiante estructura narrativa, que perfecciona la técnica ya experimentada en “Pieza de repuesto”, y, de la otra, tematiza la evasión de la realidad frente al hastío de un vínculo agobiante. El cuento visita algunos de los tópicos de la literatura fantástica, como son el sueño, la transmutación (que recuerda al “Axolotl” de Cortázar), la alienación, el viaje de aventuras. La tensión, la obsesión y la debilidad mental son ingredientes que van incrementándose gradualmente, con el objeto de crear el puente necesario entre dos realidades, en uno de cuyos extremos se sitúa la extenuante realidad y en el otro, el estado deseado.
De este modo, estos diez Relatos heterodoxosgéneos transitan una heterogeneidad estructural y genérica más que una heterodoxia formal, que asoma en uno que otro momento. Así y todo, es posible desanudar una insospechada homogeneidad en la temática y en los puentes que se tienden en cada relato hacia una reflexión psicológica y filosófica sobre el ser humano y su relación con el mundo y con los demás.
(*) Leandro C. Arce
Profesor en Letras por la UNCa
Magíster en Teoría Lingüística y Adquisición del Lenguaje por la Universidad de Rosario
Actualmente es doctorando en el Doctorado en Letras de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC.
Se desempeña como profesor titular en las cátedras: Lengua Española III, Metodología de la Investigación Lingüística y Seminario de Lingüística en la UNCa.