Además de las amenazas de desinversión estatal de aspirantes a gobernantes, la ciencia también sufre los embates de lo que se denominan las pseudociencias, es decir, formas de afirmación, creencia o práctica que aparenta ser científica sin serlo, sin seguir los pasos de verificación objetiva estipulados en el método científico.
El avance de este tipo de prácticas reviste peligro para los incautos pero también para el grueso de la población, que a veces no puede diferenciar entre una cosa y la otra. Detectar las falsedades entre quienes camuflan sus creencias con ropajes de seriedad y presunto sustento científico no siempre es tarea sencilla.
Hace pocos días se hizo público en detalle un experimento social pergeñado por dos científicos, Mariano Collantes (argentino) y Fernando Cervera. Siendo aún estudiantes de Biología, crearon en 2008 una página web en la que difundían una supuesta terapia alternativa para curar enfermedades a través de la creación de imanes con materia fecal, a la que denominaron fecomagnetoterapia. Era una broma. Pero para sorpresa de ambos, fueron invitados a brindar conferencias, participar de debates y hasta fueron reconocidos por algunas instituciones.
Quienes empezaron a creer en esta falsa terapia nunca se interesaron por preguntar cómo había sido el descubrimiento o qué pasos habían seguido sus mentores para validar los resultados.
La farsa continuó un tiempo, hasta que un día revelaron la verdad en una disertación en Madrid. Compartían escenario con Collantes y Cervera otros disertantes que exponían también terapias alternativas de origen incomprobable. Desde entonces Collantes dedica buena parte de su carrera a desenmascarar a las pseudociencias.
Los especialistas en pseudociencias señalan algunas de sus características: es ocultista (se ampara en las penumbras del saber científico), no tiene legitimación oficial, emplea terminología científica pero sin conocimiento especializado, es dogmática, no persigue leyes generales, no acepta revisión, es inmutable e inconsistente.
Entre las prácticas que se consideran pseudociencia se pueden mencionar la parapsicología, la astrología, la magnetoterapia, el feng shui, la ufología, entre otras.
Una práctica que últimamente está ganando terreno y que es considerada también una pseudoterapia en el terreno de la psicología es la constelación familiar, que postula que las personas son capaces de percibir de forma inconsciente patrones y estructuras en las relaciones familiares y que estos quedan memorizados, sirviendo como esquemas afectivos y cognitivos que afectan su conducta. Los colegios de psicólogos de distintas provincias han deslegitimado este tipo de terapias.
Es importante considerar que las pseudociencias en el ámbito de la salud pueden tener consecuencias negativas, pero también tienen impacto nocivo en otros aspectos de la vida. Como señala Susana Pedrosa, investigadora de Conicet y vicepresidenta de la Asociación Argentina de Astronomía, “el avance de estas creencias no es inocuo; por un lado tiene un impacto inmediato como sucede con el movimiento antivacunas cuyas consecuencias estamos viendo hoy con, por ejemplo, el rebrote del sarampión en Nueva York. Pero además también tienen impacto porque atacan el pensamiento crítico de una sociedad, que se acostumbra a pensar sin evidencia científica”.