El avance de la ciencia permitió que enfermedades que antes era muy graves e incluso en algunos casos inexorablemente mortales, pudiesen convertirse en enfermedades curables o tratables. Es el caso de las enfermedades de transmisión sexual, como la sífilis y el VIH. El descubrimiento fortuito de la penicilina, en 1928, fue clave para el desarrollo de antibióticos que combatieron muchas enfermedades producidas por bacterias, entre ellas la sífilis.
En el caso del VIH, el desarrollo de drogas que convirtieron al Sida en una patología tratable para los enfermos fue un proceso arduo de colaboración científica, pero ya desde hace más de dos décadas que, si el virus es detectado a tiempo, se puede controlar e incluso, en algunos casos, desaparecer.
La clave está, como se dijo, en detectar las enfermedades a tiempo. Y eso no siempre sucede. En el caso del VIH, que no tiene síntomas propios, el modo de saber si se es portador del virus es a través de un test diagnóstico, un análisis de sangre que detecta la presencia de anticuerpos. Como el VIH no tiene síntomas, la única manera de saber si alguien contrajo el virus es a través de un test. En Argentina, se calcula que el 17% de las personas que viven con VIH no saben que lo tienen. Y por esa razón no solamente pueden contagiar a otras personas sin tomar las precauciones necesarias, sino que además pueden tener problemas graves de salud porque no reciben el tratamiento adecuado.
En el caso de la sífilis, presentan síntomas más evidentes, pero también hay un subdiagnóstico –es decir, menos diagnósticos que los casos reales- que ocasiona los perjuicios mencionados: contagios a otras personas y problemas de salud para el propio enfermo, que podría curarse rápidamente si es tratado con penicilina.
Por lo señalado, debe celebrarse la iniciativa del diagnóstico del Centro Único de Referencia (CUR), dependiente del Ministerio de Salud de la provincia, que desde hace algunos meses lleva adelante distintas estrategias para ampliar la oferta y mejorar el acceso al test de VIH, sífilis y hepatitis de la población en general, y disminuir la prevalencia de diagnósticos tardíos.
Como cronicó El Ancasti, desde diciembre del año pasado funciona en el hall central del Hospital San Juan Bautista un Centro de Prevención Combinada para VIH, ITS y Hepatitis en el horario de 8 a 12 horas; lo que permitió un aumento significativo de testeos: por semana se realizan entre 100 y 120. Estos testeos se hacen también en otros centros de salud, pero la visibilidad del lugar elegido ha gravitado positivamente para detectar nuevos casos que de inmediato reciben el tratamiento correspondiente. Complementariamente, el Ministerio hace entrega gratuita de preservativos masculinos y femeninos.
Una política más activa de prevención, combinada con campañas de concientización son aportes fundamentales para lograr que no haya sub-diagnósticos y, por esa razón, mayores riesgos de propagación de las enfermedades de transmisión sexual y de agravamiento de los casos sin tratamiento.