viernes 22 de marzo de 2024
Editorial

Pasado y futuro

El sistema productivo argentino, concretamente el agrícola, tiene en su actual modelo hegemónico un problema estratégico que es preciso resolver. No resulta un hecho tan fácil, como eliminar drásticamente y de raíz aquellos factores que resulten nocivos para las personas o los ecosistemas, porque si se realizasen las modificaciones de un modo enérgico y decisivo los cambios afectarían sustancialmente la rentabilidad de un sector que hace en la actualidad aportes decisivos a la estabilidad de la economía argentina en su conjunto. De todos modos, avanzar hacia modelos de producción agrícolas más amigables con el ecosistema y sustentables ambientalmente es un desafío que ya debe encararse con firmeza, aunque los cambios sean progresivos, planificados y, eso sí, definitivos.

La agricultura argentina de la zona núcleo o Pampeana, que se practica en unidades productivas muy extensas, utiliza de una manera intensiva los agroquímicos industriales, que han resultado muy eficaces para potenciar la rentabilidad de las producciones pero a costa de una creciente contaminación, daño ambiental y desequilibrios de los ecosistemas, como lo prueban con contundencia los estudios científicos.

La alternativa a este modelo es la producción orgánica, que se practica cada vez más pero a escalas muy reducidas todavía. Sin embargo, la tendencia es a que este modelo vaya creciendo a costa del modelo tradicional, como ya sucede en muchos países del mundo, en especial algunos europeos. En Argentina el proceso ya se ha iniciado, pero todavía es muy incipiente. Según el Senasa, durante 2020 la superficie dedicada a cultivos orgánicos cosechada en Argentina creció un 20% respecto al año anterior y aumentaron un 6% las explotaciones agropecuarias con certificación. Durante el año pasado, el sector orgánico produjo 132 mil toneladas, de las cuales más del 96% fueron exportadas y el porcentaje restante se comercializó en el mercado interno. Como se puede apreciar, la demanda externa es muy elevada, de modo que producir orgánicamente, además de bueno para la salud y para el planeta, ya puede considerarse un gran negocio.

El pasado viernes se celebró en todo el mundo el Día Mundial del No Uso de Plaguicidas y en la Argentina el Día Nacional de la Producción Orgánica. La agricultura orgánica, que se denomina también ecológica o biológica, es un sistema de cultivo que se basa en la utilización óptima de los recursos naturales, sin el empleo de productos químicos. El objetivo de este tipo de agricultura es producir alimentos sanos, respetando el ambiente y preservando los recursos naturales. Se procura proteger a los cultivos de plagas, malezas y enfermedades pero con técnicas no agresivas.

Un dato positivo que alienta este tipo de producción es que cada vez hay mayor demanda, porque la condición de “orgánico” de un producto es atributo de calidad y salubridad.

Si bien la transición entre la agricultura tradicional y la orgánica debe ser progresivo, está claro que constituye una tendencia inevitable. Uno es el modelo del pasado aún con vigencia. El otro, el del futuro.

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