viernes 22 de marzo de 2024
Editorial

La oportunidad argentina y el problema de la grieta

La crisis alimentaria mundial, agudizada por la guerra entre Rusia y Ucrania, amenaza con conducir a los sectores más vulnerables de la humanidad a una hambruna sin antecedentes en las últimas décadas. Ha provocado en todo el mundo, con más razón en la Argentina, que hace mucho posee una economía inflacionaria, un incremento impactante del precio de los alimentos.

Es decir, nuestro país padece los efectos de la crisis, pero como nación que produce alimentos en abundancia, también puede erigirse en una parte de la solución del problema. Y, por cierto, tiene la oportunidad de beneficiarse con el intercambio comercial incrementando las exportaciones de algunos productos.

En medio de las restricciones internacionales actuales, que se explican porque tanto Ucrania como Rusia son grandes productores de alimentos, Argentina tiene la posibilidad de abastecer al mundo con sus productos, pero necesita de mayores inversiones para la industrialización de sus productos primario. Agregarles valor es clave para mejorar los términos del intercambio comercial en un momento en el que el país necesita imperiosamente de divisas.

En este contexto, otra oportunidad para Argentina se abre a partir de la decisión del gobierno de India de eliminar los aranceles de importación para el aceite de girasol y soja, por un cupo total de 2 millones de toneladas por año que regirá a partir de ahora y hasta el 31 de marzo de 2024. Nuestro país ya le vende a la nación asiática aceite de soja por 3.000 millones, pero con la medida anunciada podría incrementarse, siempre y cuando se destine más soja para que sea procesada. La exportación del aceite de soja siempre es más rentable que la venta del producto en grano, es decir, sin industrializar.

En cuanto al aceite de girasol, los dos principales abastecedores de India eran Ucrania y Rusia, pero con el conflicto han quedado relegados, lo que coloca a la Argentina en el primer lugar y con grandes proyecciones.

Las dificultades económicas que vive la Argentina son objetivas y difíciles de sobrellevar. Pero también hay datos alentadores que permiten albergar esperanzas de crecimiento y desarrollo, que provienen tanto de algunos contextos internacionales específicos como de los abundantes recursos naturales que tiene el país y que lo colocan en el lote de los que más chances tienen de crecer en los próximos años.

Un problema a resolver es cómo evitar que las disputas políticas interfieran en ese proceso eventual de desarrollo. A la grieta tradicional que divide al país según simpatías políticas o adhesiones a modelos distintos de organización del país o del rol del Estado como regulador de la economía, se suma ahora una nueva grieta que hace crujir la propia estructura del oficialismo nacional.

Las diferencias políticas son lógicas en democracia y hasta deseables para enriquecer el debate, pero cuando escalan al punto de restringir la instalación de políticas de estado deseables, pueden terminar conspirando contra las chances de desarrollo nacional en base a las ventajas comparativas que tiene la Argentina en el contexto internacional.n

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