El día antes de que comenzara a blanquearse la transformación del PJ de Catamarca en delegación del ultracristinista Instituto Patria, la senadora nacional Lucía Corpacci participó del acto de creación del Centro de Pensamiento Peronista “Juan Atilio Bramuglia” en el Instituto Nacional Juan Domingo Perón, del que es secretaria general.
Allí coincidió con el ex ministro de Desarrollo Social y ex director de YMAD Daniel Barros, quien a sus funciones como asesor coordinador de la entidad sumó ahora las de ideólogo y coordinador de las maniobras tendientes a esmerilar al Gobierno de la Provincia desde el partido, que ha enfilado con las estrategias de Cristina Kirchner y el peronismo metropolitano.
La cuenta de “X” de Corpacci registra una escalada hasta la cornisa de la ruptura con el gobernador Raúl Jalil desde ese encuentro en el Instituto Perón, realizado tres días después de que el PJ provincial se sumara al “operativo clamor” con un comunicado respaldando la candidatura a presidente del PJ Nacional de CFK.
El 9 de octubre antes del mediodía, Corpacci publicó una foto junto a la exvicepresidenta en el Instituto Patria. Pasadas las 16, replicó el repudio partidario a la diputada Fernanda Ávila por faltar a la sesión que legitimó el veto de Milei a la ley de financiamiento educativo “sin ninguna razón de fuerza mayor que lo justifique”, pese a que el padre de la legisladora, que murió poco después, agonizaba durante el plenario.
Al día siguiente, la senadora retuiteó el posteo de CFK que valoró específicamente la brutal agresión a Ávila del PJ catamarqueño y atacó a Jalil, poniéndole ya la firma al operativo.
La secuencia fue diseñada por Barros, que vuelve al ruedo político como asesor en las sombras de Corpacci para la ofensiva contra el Gobierno catamarqueño, en un guión similar al que la propia Cristina interpretó con el sistemático desgaste a la autoridad de Alberto Fernández, a quien había encumbrado por decisión unilateral en la Presidencia de la Nación. El PJ local secuestrado por el corpaccismo cumple contra el Gobierno provincial el rol que jugaba “La Cámpora” contra Fernández.
Dirigentes y militantes del peronismo no tardaron en identificar al libretista. Tampoco hace falta indagar demasiado: en el entorno de Corpacci no abundan sujetos dotados para intrigas excesivamente sofisticadas.
A tono con los tiempos, la senadora estima a Barros como una especie de Santiago Caputo personal, un “mago del Kremlin” de cabotaje, aunque dado el opaco perfil del personaje hubiera preferido que continuara en el anonimato.
Barros tiene motivos para estarle agradecido. Corpacci lo recicló durante su gestión gubernamental primero como secretario de Ambiente, luego como ministro de Desarrollo Social y finalmente como director de YMAD.
Mientras se desempeñaba en ese puesto, la minera interestadual firmó un contrato de alquiler de la infraestructura de Minera Alumbrera con Yamana Gold, por entonces propietaria de los derechos del yacimiento Agua Rica. El convenio era tan evidentemente leonino a favor de Yamana que la gestión posterior de YMAD no enfrentó demasiadas resistencias de la multinacional para reformularlo en términos más razonables.
Como funcionario de Corpacci, Barros dio un salto económico tan importante como difícil de justificar con sus emolumentos. Tal vez la senadora recurre a él ahora con la esperanza de que aplique los conocimientos ganados en su exitosa experiencia personal a la malversación del PJ.