jueves 21 de marzo de 2024
Lo Bueno, lo Malo y lo Feo

La economía....y el Gobierno, en la encrucijada

El Ministerio de Economía y el Banco Central de la República se encuentran ante una situación muy difícil de resolver. Todo comienza con el elevado nivel de gasto público en el primer cuatrimestre, dirigido a atender las demandas de diversos sectores del gobierno. Si comparamos el primer cuatrimestre de este año con el de 2021, observamos que, en términos reales (es decir descontando la inflación del 58,04% de ese período) los gastos corrientes del sector público aumentaron un 19,5% mientras que los ingresos corrientes solo aumentaron el 11,5%. Como consecuencia de ello, el déficit primario aumentó de un año a otro un 179,4%.

El resultado financiero, por su parte, nos dejó un déficit del 93% (reiteramos en términos reales) superior al del primer cuatrimestre de 2021. Esto se resolvió con una enorme emisión monetaria y con la colocación de bonos de Tesorería a los que se sumó la colocación de Letras de Liquidez del BCRA (Leliqs) para tratar de evitar que el excedente de emisión se fuera al dólar.

De este modo se ha ido conformando un enorme endeudamiento tanto del Tesoro como del BCRA, que ha obligado a ambos a aumentar las tasas de interés para poder seguir colocando sus títulos en el sistema bancario y financiero. Las Letras del Tesoro que al principio de año pagaban un 39% de interés anual, hoy ya están en el 53%, y las Leliqs pasaron del 38 al 52% anual.

Como consecuencia de ello y de la resistencia de los operadores del mercado a aceptar bonos a largo plazo y de la acumulación de vencimientos previos de las Leliqs en estos meses, se han acumulado vencimiento por más de medio billón de pesos por mes en julio y agosto y alrededor de un billón y cuatrocientos mil millones en septiembre. Ante esta situación los bancos no quieren tomar más deuda del Tesoro ni del BCRA pues temen o un “default” o un “reperfilamiento” que les impedirían devolver el dinero de sus clientes que está colocado en esos tipos de instrumentos. Además, los “spreads” se han ido reduciendo porque el aumento de las tasas de aquellos instrumentos está por debajo de lo que los bancos pueden pedir a sus clientes. Esto hace que los bancos comiencen incluso a rechazar los depósitos de grandes clientes, como los fondos de inversión, como modo de reducir riesgos.

Por otra parte, el BCRA sigue perdiendo reservas y los ahorristas han comenzado a retirar sus depósitos en dólares de las cuentas bancarias mientras que los grandes operadores prefieren pagar cerca de $300 por dólar para poder huir de la moneda nacional.

El resultado es la incertidumbre creciente no ya solo de los operadores financieros sino también del comercio y de la industria.

Faltan importaciones, los productos importados aumentan al ritmo de la devaluación del peso en los mercados “no oficiales” y los productos locales comienzan a no tener precio porque nadie puede prever los costos de reposición. A partir de allí vamos hacia niveles de inflación que quizás sean próximos al diez por ciento mensual, con el consecuente impacto sobre el nivel de pobreza e indigencia.

Esta situación explica la renuncia intempestiva del Ministro Guzmán y el desconcierto en que parece estar sumida la nueva Ministra. Las soluciones superan al plano de la economía y reclaman de decisiones políticas mayores, que la falta de consensos dentro del Gobierno hace aparecer como muy difíciles.

Poco puede hacer la oposición frente a este problema. Su voz y sus advertencias no han sido escuchadas y proponer soluciones que nadie aplicará es comprometerse ante la opinión pública sin tener la posibilidad de que sean tenidas en cuenta.

Que el gobierno y sus partidarios asuman las consecuencias de la situación que ellos mismos han creado. El problema es el enorme costo social que esta situación genera y los riesgos que de allí se derivan.

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