lunes 18 de marzo de 2024
Editorial

Integración a partir del trabajo

Pese a que ya tiene 12 años de vigencia, la Ley Nacional de Salud Mental 26.657 se cumple apenas parcialmente. Se trata de una legislación de avanzada que constituye un aporte muy importante en materia de derechos humanos, al establecer un piso mínimo de derechos para los pacientes con trastornos mentales y al introducir principios y propuestas consagradas por la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.

Entre las medidas que promueve, y que, como se expresó más arriba, se cumplen solo de manera parcial, está la de la desmanicomialización, que es el cierre progresivo de los “manicomios”, es decir, los hospitales psiquiátricos, permitiendo que los pacientes con trastornos de tipo mental puedan reinsertarse en el ámbito de sus familias y la comunidad, o, solo en los casos estrictamente necesarios, internados en hospitales generales.

Uno de los modos reconocidos en experiencias internacionales de externar a pacientes psiquiátricos y promover procesos de reinserción comunitaria es a través del trabajo. Una reciente resolución del Instituto Nacional de Activismo y Economía Social (INAES) apunta, dando cumplimiento a lo normado en el artículo 11 de la ley mencionada más arriba, a formalizar emprendimientos de distintos oficios en el que participan pacientes dentro y fuera de los neuropsiquiátricos. La resolución crea un área específica para propiciar la creación de cooperativas que apuestan a la integración socio-laboral de personas con discapacidad específicamente en el plano de la salud mental.

El reconocimiento oficial como trabajadores o trabajadoras a personas que sufren trastornos mentales es importante desde lo legal pero también desde lo simbólico, porque además de reconocer derechos alienta a que quienes integran este grupo de pacientes se incorporen a tareas productivas y de servicio, que pueden ser remuneradas.

Las características particulares de las personas que tienen problemas psiquiátricos y quieren o pueden trabajar, hacen que las cooperativas sean las estructurales laborales con mejor perfil para contenerlas. Además, y más allá de las características de los trabajadores, las formas cooperativas tienen virtudes de complementación que las otras formas empresariales no tienen. “Entendemos a la cooperativa como una herramienta humanista que hace años viene transformando la manera de producir en nuestro país”, señala la directora nacional de Cumplimiento y Fiscalización del INAES, Milagros Moya.

Si el trabajo humaniza y dignifica a cualquier persona, con mayor razón a aquellas que padecen trastornos mentales, y que durante mucho tiempo perdieron, por su condición, muchos derechos, como circular libremente, ser contenidos por su familia y seres queridos en general, y trabajar. De modo que debe alentarse la posibilidad de que desarrollen tareas que les signifique un modo de ganarse la vida, pero también de sentirse útiles en un contexto social que habitualmente los margina.

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