La clave para intentar una interpretación razonable del show que ofreció Milei en el Movistar Arena puede estar en el título del libro que presentó: “La construcción del milagro”.
La clave para intentar una interpretación razonable del show que ofreció Milei en el Movistar Arena puede estar en el título del libro que presentó: “La construcción del milagro”.
Con todos los actores del sistema político avocados a la tarea de fortalecerse en las elecciones y posicionarse frente a la fragilidad oficialista, entrampado en una espiral de escándalos administrados con una impericia increíble, atada la suerte económica de su administración al auxilio de Donald Trump, el Presidente se interna ya sin inhibiciones en el surrealismo farsesco que tan buenos dividendos le dio en 2023. No es descabellado suponer que con regocijo.
Aunque muchas cosas han cambiado, conviene no adelantar pronósticos. Sus antagonistas están fragmentados y, si consigue motivar a las bases que cautivó en 2023 a puro delirio mesiánico, tiene margen para una elección decorosa.
El espectáculo estuvo íntegramente tramado sobre la apelación a la resistencia.
El video de “Star Wars” con Cristina Kirchner y Axel Kicillof fracasando en el ataque mediático sobre Milei condensó el concepto. Cantó “Libre” de Nino Bravo mientras por las pantallas se reproducían imágenes de la caída del Muro de Berlín y héroes del neoliberalismo como Ronald Reagan. Adaptó el “Dame Fuego” de Sandro como “Kuka tira piedras”, en un frenesí ilustrado con fotos y videos de manifestaciones como las que enmarcaron la aprobación de la reforma previsional en la gestión de Macri. También entonó la canción judía “Hava Nagila” junto a la Lemoine.
No vale la pena detenerse en reflexiones estéticas: el mamarracho que se vio en el Movistar Arena es la expresión más pura y genuina del mileísmo, está en su genética.
La intensidad del ingrediente grotesco es quizás el impedimento más importante para ampliar su base electoral y sellar alianzas eficaces, pero esos son objetivos sepultados, al menos hasta las elecciones, por el degradante episodio protagonizado por José Luis Espert.
La Libertad Avanza solo aspira a detener la gangrena y evitar una catástrofe en las urnas. Tal es el “milagro” al que Milei pretende contribuir destrozando tímpanos y clásicos ataviado de rockstar.
En el alud de fantochadas que se precipitó el lunes por la noche, pasó desapercibido un detalle interesante.
El Presidente reversionó “Tu vicio”, de Charly García: “Yo soy un liberal, de todos el más liberal. No me podés pisar, porque soy capitalista, capitalista”.
En uno de esos estribillos, entonado frente a frente con una corista, en lugar de “capitalista” dijo “minarquista”. Lo que quedó del momento fue la reacción de la celosa Lilia Lemoine, que indignada ante tamaña intimidad sacó a la intrusa del cogote del centro de la escena, pero vale la pena recordar que Milei es, antes que nada, un minarquista que pretende reducir el Estado a la mínima expresión policíaca.
Lo ha planteado siempre: su intención es destruir al Estado. “Amo ser el topo que destruye al Estado desde adentro”, dijo en una recordada oportunidad.
Los perjuicios políticos provocados por esta impracticable idea hicieron que se la ocultara. Hay que imaginarse solo cuál sería la situación del Gobierno libertario si el Banco Central al que se pretendía incendiar no interviniera en el mercado cambiario.
No obstante, esa es la prédica originaria con la que llegó a la Presidencia y la épica que busca recuperar.
Como capitalista que es, podrá haberse resignado a perder los intereses ganados desde que se aposentó en la Casa Rosada, pero hará lo que considere necesario para no descapitalizarse. Y al 30% inicial lo hizo con exhibiciones de deschavete aún más estrafalarias que la del recital. n