domingo 19 de marzo de 2023

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Cara y Cruz

El sistema ante el punto ciego

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Los motivos esgrimidos para excusarse de actuar como fiscal del Jury por el Fiscal General, Alejandro Dalla Lasta Baroni, son coherentes con la línea de defensa fijada por su colega en capilla, Laureano Palacios.

Dalla Lasta podría haberse limitado a consignar que debía testificar en el proceso, dada la relación que tuvo desde el principio con la investigación del crimen del ministro de Desarrollo Social Juan Carlos Rojas. Sin embargo, añadió a su argumentación para justificar la “violencia moral” que distorsiona su criterio, elementos que atenúan las responsabilidades de Palacios con una solidaridad que desde el punto de vista político linda la autoincriminación.

El párrafo más significativo al respecto dice textualmente: “De haber observado una grosera irregularidad que pueda atentar gravemente con el normal desarrollo de la investigación, lo hubiera denunciado al Procurador General, circunstancia ésta que no ha sucedido”. O sea: si hubo alguna irregularidad, él no la advirtió. “Grosera”, adjetiva, por si hubo alguna de otro tipo.

La honestidad del Fiscal General debe celebrarse. No cree estar en condiciones de evaluar con ecuanimidad los hechos que el Jury debe juzgar debido a que los consintió.

Asume un riesgo al poner el cuerpo, pero es calculado. Si no se inhibía, debía desistir de acusar a Palacios ¿Cómo iba a hacerlo si entiende que no incurrió en anomalías? El Jury hubiera caído en tal caso, al costo de quedar él mismo en la línea de fuego, por complicidad. Un escándalo mayúsculo, más aún cuando ayer el hijo de Rojas radicó una denuncia por presunto encubrimiento contra autores desconocidos.

Dalla Lasta admite haber participado “activa y directamente” en la investigación y brindado “una estrecha colaboración desde el punto de vista institucional y funcional en la causa”. También, ser “testigo directo de las manifestaciones vertidas públicamente” por Palacios en el sentido de que “se barajaban distintas hipótesis de investigación” y elaborado el informe que elevó a la Procuraduría con las explicaciones de Palacios por la falta de firmas en la orden de detención librada contra Silvina Nieva, única imputada hasta ahora en la causa, en el marco de una investigación preliminar ordenada por la Corte.

La inhibición del Fiscal General orienta el proceso hacia un rumbo que ni la corporación judicial ni el poder político quieren tomar: la crítica a la totalidad del sistema. Palacios llegó al cargo sin concurso, a propuesta del Gobierno, sin que se alzaran en su contra objeciones de la Corte o el Colegio de Abogados en el procedimiento realizado en el Senado, que aprobó sus pliegos por unanimidad.

Estos detalles serían motivo de análisis profundo si el Jury finalmente se habilita. Además de Dalla Lasta, deberían prestar testimonio allí los fiscales Alejandro Gober y Hugo Costilla, que fueron designados para colaborar con Palacios. Otro que debería ser convocado es el juez de Garantías Lucas Vaccaroni, a quien Palacios acusa de excesivo rigorismo formal por haber liberado a Silvina Nieva debido a la falta de firmas en la orden de detención. Por último, también tendrán que declarar los peritos de la División de Homicidios de la Policía de la Provincia y el Cuerpo Interdisciplinario Forense, que según Palacios no le advirtieron que cabía la posibilidad de una muerte violenta y confeccionaron una primera autopsia que no era concluyente.

Con tantos pellejos en juego, el potencial escandaloso es nitroglicerínico. La referencia sigue siendo la misma que cuando estalló el caso de la video-denuncia anónima contra los camaristas Raúl Da Prá y Juan Pablo Morales: el proceso que destituyó en 2017 al fiscal Roberto Mazzucco, a lo largo del cual la familia judicial dejó expuestas sus miserias. Las renuncias de Da Prá y Morales ahorraron nuevos oprobios colectivos.

Para que el Jury a Palacios no se celebre, y tales oprobios no tengan escenario para reeditarse, debe pasar una de dos cosas: o el fiscal acusado renuncia, o el fiscal del Jury se abstiene de acusar.

Se verá, pero por lo pronto hay un punto ciego en toda la saga, que ninguno de los involucrados explica. Si había una autopsia en curso ¿por qué el cuerpo de Rojas se entregó a los deudos para las exequias sin esperar sus resultados?

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