Las efemérides son tan antiguas como la historia de la civilización y el término procede de una voz latina, efemérides, que significa “calendario diario o recordatorio de los hechos importantes del día”.
Por Gabriela de la Orden.
Las efemérides son tan antiguas como la historia de la civilización y el término procede de una voz latina, efemérides, que significa “calendario diario o recordatorio de los hechos importantes del día”.
De allí que aquéllas sean acontecimientos notables, hechos que por sus características relevantes quedan en la historia y son recordados como elementos de construcción política de la nacionalidad, para afianzar la identidad de un pueblo y establecer lazos de continuidad entre el pasado y el presente.
Las efemérides emergen como realizaciones de decisiones políticas que se dan en determinadas circunstancias o coyunturas. Así se inició la construcción de los mitos de origen cuando la Asamblea del año XIII instituyó, el 5 de mayo de 1813, el día 25 de mayo como fecha cívica. A ésta le continuó la celebración del 9 de julio, en que se declaró la independencia, celebración solemne que fue iniciada en el mismo año 1816 por los congresales de Tucumán.
Fernando Devoto (2005) expresa: “El diseño del rostro de la Argentina, de su identidad, de las características que la convertían en un sujeto singular en el concierto de las naciones adquirió la forma de un relato histórico sobre el mito de los orígenes de la nacionalidad, es decir, sobre la revolución de independencia”. Y fue Bartolomé Mitre quien cimentó la memoria de los padres de la patria, a través de sus importantes obras “Belgrano y la Independencia Argentina” en 1877 y la primera edición de “San Martín y la emancipación americana” en 1887.
El mito de la nacionalidad tardó un tiempo en imponerse y logró su afianzamiento en la memoria colectiva entre los años 1936/1938, en tiempos en que los gobiernos conservadores procuraron afianzar la memoria del pasado argentino, en el contexto de movimientos migratorios europeos, favorecidos por la política nacional argentina de libertad de inmigración.
A partir del año 1936, Belgrano y San Martín variaron a héroes inmortales: el 9 de junio se sancionó la ley N° 12361 que declaró el día 20 de junio como el día de la Bandera en honor al paso a la inmortalidad de su creador, el general Manuel Belgrano, y el 16 de agosto se sancionó la ley N° 12387 en la que se declaró feriado nacional el día 17 de agosto en honor al paso a la inmortalidad del general José de San Martín.
Mientras que en el año 1943, en la Primera Conferencia de ministros y directores de Educación de las Repúblicas Americanas realizada en Panamá, se oficializó la conmemoración del Día del Maestro cada 11 de septiembre, fecha del paso a la inmortalidad de quien comenzó a ser reconocido como el “Padre del aula” Domingo Faustino Sarmiento. El relato mítico fundacional de la nación quedó instaurado como realización liberal y la escuela, con las efemérides, entre otros recursos, fue y es instrumento en la construcción y afianzamiento de la nación.
Hoy se evoca el DÍA DE RESPETO A LA DIVERSIDAD CULTURAL, efeméride que fue resignificada en el año 2010, ya que reconoce su celebración, con otra denominación, desde el año 1917, cuando el presidente Hipólito Yrigoyen estableció feriado nacional el 12 de octubre para “… consagrar la festividad en homenaje a España, progenitora de naciones, a la cual ha dado con la levadura de su sangre y con la armonía de su lengua una herencia inmortal que debemos afirmar y mantener con jubiloso reconocimiento…”.
Yrigoyen no lo llamó Día de la Raza, la fecha devino con este nombre. En esos tiempos, el pragmatismo político y el panamericanismo acercaron a España a sus excolonias. Por otra parte, como sostienen varios autores, entre ellos Sergio Angeli (2010) con la creación de esta nueva efeméride, el gobierno nacional realizó una proclama simbólica de adhesión al pasado hispano y católico, en oposición a la América del Norte anglosajona y protestante.
Cambios ideológicos, científicos y políticos determinaron la resignificación de la efeméride del 12 de octubre, que se concretó a partir del año 2010, cuando la presidenta Cristina Fernández estableció el DÍA DE RESPETO A LA DIVERSIDAD CULTURAL “… dotando a dicha fecha de un significado acorde al valor que asigna la Constitución nacional y diversos tratados y declaraciones de derechos humanos a la diversidad étnica y cultural de todos los pueblos”.
Recordemos que en el año 1985 -presidencia de Raúl Alfonsín- se creó el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), para atender y apoyar “a los aborígenes y a las comunidades indígenas existentes en el país y su defensa y desarrollo para su plena participación en el proceso socio-económico y cultural de la nación”, respetar sus valores, implementar planes para el acceso a la propiedad de la tierra, entre otros.
Asimismo, en el año 1994 se concretó la reforma de la Constitución nacional, con trascendentes innovaciones para proteger la democracia y la constitucionalidad. En relación con el tema, consagró nuevos Derechos y Garantías: “preservación del medio ambiente, defensa del consumidor, los habeas data y habeas corpus y la identidad étnica y cultural de los pueblos indígenas”. En correlación con éstos, en el artículo 75 de la Constitución de 1994, inciso 17 se lee: “reconocer la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocupan las comunidades indígenas”.
En Catamarca se reconocieron aproximadamente treinta comunidades, la mayoría diaguita-calchaquíes, establecidas en las zonas de mayor pervivencia de población originaria, en especial al norte de Belén y Andalgalá (El Ancasti, 26/7/2022).
En las últimas décadas, después de tanto tiempo de ignominias, de injusticias, de invisibilidad estatal y social, de prejuicios étnicos en una matriz social europea y blanca, la población originaria y sus descendientes, pueden ser reconocidos en sus derechos territoriales, base para su organización comunitaria y la preservación identitaria y cultural.
De allí que la celebración del 12 de octubre nos interpela y convoca a ampliar la mirada sobre las alteridades que integraron e integran la sociedad, sin prejuicios étnicos ni culturales; a revalorizar la historia pasada y presente, respetando y garantizando los derechos de los habitantes del suelo argentino.
Por ello, en esta conmemoración, invitamos a reflexionar y valorar nuestro pasado histórico que hunde sus raíces en la rica herencia ancestral indígena, afroamericana y en el legado español de lengua, costumbres y religión, entre otros, junto a los aportes de inmigrantes italianos como Luis Caravati, que plasmó huellas indelebles en la fisonomía del casco urbano de nuestra ciudad capital; de los inmigrantes sirio-libaneses, israelíes, japoneses, bolivianos, peruanos y de tantos otros que aportaron y aportan su cultura y contribuyen a forjar la identidad nacional y catamarqueña, rica en culturas y diversidades.